Protesta en la Ciudad de México.
Monsanto, ganancias contra salud HEDELBERTO LÓPEZ BLANCH*
El
poder de las compañías transnacionales crece cada día pues con enormes capitales,
compran a funcionarios y hasta a gobiernos completos en su afán de enriquecimiento
aunque, como ocurre con Monsanto,
sus productos atenten contra la salud de millones de pobladores en el mundo.
Maíz Transgénico
Esa
compañía surgió en San Louis, Missouri, en 1901, bajo el nombre Monsanto
Chemical Works, con el objetivo de producir sustitutos del azúcar para la
empresa Coca Cola y a principios de 1970, estudios realizados por el
Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, revelaron que la sacarina
provoca esa enfermedad en ratas y otros mamíferos utilizados en los
experimentos.
Recientemente,
se efectuó una campaña internacional en más de 80 países del mundo, (en octubre
se realiza otra) para denunciar los efectos nocivos de los insecticidas y
productos genéticamente modificados, fabricados por esa compañía.
Estudios
científicos han demostrado que muchos de esos productos conocidos como
Organismos Genéticamente Modificados (OGM) tienen consecuencias extremadamente
dañinas para el medio ambiente y la salud humana.
El
enorme control que ejerce esa transnacional en el gobierno de Estados Unidos,
quedó comprobado cuando en marzo pasado el Congreso aprobó la llamada Ley de Protección de Monsanto con una
cláusula que impide a los tribunales federales suspender o prohibir la siembra
y venta de cultivos transgénicos, incluso si estos son reconocidos como dañinos
para la salud humana o para el medio ambiente.
Glifosato.
Una
información aparecida hace pocos meses en medios de prensa, revela la estrecha
relación que mantiene con esa compañía un gran número de personas entre las que
aparecen senadores, congresistas, jefes de departamentos nacionales y altos
cargos en la Casa Blanca.
Además
de la citada sacarina, Monsanto
también se enfrascó en la fabricación de diferentes productos a lo largo de su
historia que han sido catalogados de dañinos.
En
la década de 1920, fabricó en una planta ubicada en Anniston (Alabama),
bifenilos policlorados, líquido refrigerante para condensadores,
transformadores y motores eléctricos. La Agencia de Protección del Medio Ambiente (APMA),
50 años más tarde, presentó pruebas de que ese elemento provoca cáncer en
humanos y animales. Washington prohibió
su producción y en 2003 la empresa pagó más de 600 millones de dólares a los
residentes de Anniston por los gravísimos problemas de salud inducidos.
La APMA, en los años de 1980 prohibió
a la transnacional, fabricar poliestireno sintético para empacar alimentos, (lo
hace desde 1941) por sus efectos dañinos, pero aun se continúan elaborando.
Monsanto se convirtió en 1944 en uno
de los primeros creadores del insecticida DDT, utilizados contra los insectos y
en la agricultura. La empresa desarrollo una millonaria campaña a favor de sus
“inocuas bondadoso” y en 1972 se confirmaron sus efectos
cancerígenos.
Después
de finalizada la II Guerra
Mundial, la corporación inició la venta de pesticidas químicos para la
agricultura y llevó al mercado el herbicida 2,4,5-T, a base de dioxina y uno de
los precursores del agente naranja. Esta sustancia se acumula en la cadena
alimentaria, principalmente debajo de la piel de los animales.
Al
consumir los humanos diversos tipos de carnes (vacuna, bovina, caprina,
avícola) pueden provocarles problemas en
la reproducción y desarrollo, afectarles el sistema inmunitario, interferir en
las hormonas Y, y motivarles cáncer.
Después,
como productora del agente naranja, la transnacional le suministró grandes
cantidades al gobierno norteamericano, las cuales Washington lanzó contra los
territorios de Vietnam. El resultado de ese genocidio fue de 400 mil personas asesinadas o mutiladas,
500 mil niños nacieron con defectos y más de un millón quedaron con
impedimentos físicos.
Para
aumentar la producción de leche en las vacas, Monsanto creó la hormona modificada, somatotropina bovina recombinante
(rBGH). Investigaciones efectuadas indican que la leche rBGH esta relacionada
con el cáncer de mama, de colon y de próstata en los humanos. Ya esa hormona
esta vetada en Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Israel, la Unión Europea y
Argentina.
Los
cultivos de OGM y las semillas patentadas como las de soya y maíz, se
desarrollaron en los años 70 por varias empresas químicas como Monsanto Chemicals, DuPont y Dow Chemicals.
Arma de destrucción masiva.
Varias
investigaciones han demostrado el grave daño que provocan esos cereales, por
ejemplo, científicos de la Asociación Nacional Rusa de la Seguridad de los Genes y
del Instituto de Problemas de la
Ecología y la
Evolución, tras años de experimentos, comprobaron que los
hámsteres alimentados con soya y maíz transgénico quedan estériles después de
la tercera generación.
Para
el profesor español de biotecnología, Alejandro Romero, “La codicia de un grupo de poder mundial nos está llevando a un caos
sanitario”.
Cuando
Monsanto vende semillas a los
diferentes países, también el comprador esta obligado, bajo contrato legal, a
comprar el herbicida Roundup, a base de glifosato, patentado desde 1970.
El
biólogo molecular Gilles-Eric Seralini, junto a un equipo de la universidad
francesa de Caen, al analizar el Roundup, determinó que este herbicida contiene
polioxietilamina, un ingrediente mucho más dañino al ser humano que el
glifosato. Pero la compañía continúa produciéndolo y exportándolo.
Solo
en Estados Unidos se utilizan anualmente 45 millones de kilogramos de glifosato
al año de desde 2000 se han aplicado en más de mil millones de acres, por lo
que se puede decir que la mayoría de los alimentos que se producen en
Norteamérica están contaminados.
Además
de los rusos, investigadores de Francia, Austria, Estados Unidos e India han
establecido que los transgénicos de Monsanto
provocan crecimiento retardado en animales, alta mortalidad entre las crías y
un peligro potencial para el ser humano.
Muchos
expertos y científicos aseguran que la alta incidencia mundial de problemas
cancerígenos esta relacionada directamente con esos alimentos transgénicos por
lo que alertan a no consumir mercancías de grandes y famosas compañías como Coca
Cola, Pepsi, Lipton, Pringles y Heinz,
que utilizan las producciones de Monsanto.
*Rebelión
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