IRÁN 2014
Todos participan en el Nuevo Gran
Juego PEPE ESCOBAR*
La gran historia de 2014 será Irán. Por cierto, la gran historia de principios del Siglo XXI nunca dejará de ser EU-China, pero en 2014 sabremos si un acuerdo exhaustivo que trascienda el programa nuclear iraní es factible; y, en este caso, la miríada de ramificaciones afectará todo lo que está en juego en el Nuevo Gran Juego en Eurasia, incluido Eu-China.
Tal como están las
cosas, tenemos un acuerdo interino de los P5+1 (Los cinco miembros permanentes
del Consejo de Seguridad de la ONU
más Alemania) con Irán, y ningún acuerdo entre EU y Afganistán. Por lo tanto,
una vez más, tenemos Afganistán configurado como un campo de batalla entre Irán
y la Casa de
Saud, parte de un juego geopolítico jugado en superdirecta desde la invasión de
Irak por EE.UU. en 2003 a
lo largo de la costa norte del Mediterráneo hasta Khorasan y el Sur de Asia.
Además, existe el
elemento de la paranoia saudí, extrapolando del futuro de Afganistán la
perspectiva de un Irán totalmente “rehabilitado” que llegue a ser aceptado por
las elites político/financieras occidentales. Esto, a propósito, no tiene nada
que ver con esa ficción, la “comunidad internacional”; después de todo, Irán
nunca fue excluido por los BRICS (es decir Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica), el Movimiento de No-Alineados y la mayor parte del mundo en
desarrollo.
Esos malditos yihadistas
Todo protagonista
importante en el gobierno de Barack Obama ha advertido al presidente afgano
Hamid Karzai que, o firma un “acuerdo de seguridad” bilateral que autorice
alguna alternativa a la ocupación estadounidense, o Washington retirará todas
sus tropas hasta fines de 2014.
El astuto títere
Karzai sacará todo el provecho posible de todo esto -como conseguir concesiones
explícitas. Sin embargo, pase lo que pase, Irán mantendrá, si no aumentará, su
esfera de influencia en Afganistán. Esa intersección de Asia Central y del Sur
es geopolíticamente crucial para los iraníes a fin de proyectar poder, solo en
segundo lugar frente al Sudoeste de Asia (que llamaremos “Medio Oriente”.)
Ali Jamenei, líder supremo de Irán.
Ciertamente, debemos
esperar que la Casa
de Saud utilice todo truco sucio imaginable disponible a la imaginación de
Bandar bin Sultan, alias Bandar Bush, de Arabia Saudí, para
manipular a suníes en todo Afpak (Afganistán-Pakistán) con el objetivo de,
esencialmente, impedir que Irán proyecte poder.
Pero Irán puede
contar con un aliado crucial, India. A medida que Delhi acelera su cooperación
de seguridad con Kabul, llegamos al escarchado sobre el Hindu Kush; India, Irán
y Afganistán desarrollando su rama meridional de la Nueva
Ruta de la Seda, con un nicho
especial para la carretera que conecta Afganistán con el puerto iraní de
Chabahar (Afganistán llega al Océano Índico.)
Por lo tanto, hay que
esperar todo tipo de interpolaciones de una alianza Irán-India orientada contra
un eje saudí-paquistaní. Ese eje ha estado apoyando a todo tipo de islamistas
en Siria -con resultados nefastos, pero porque Pakistán también ha sido
afectado por una violencia espantosa contra chiíes, Islamabad no estará
demasiado interesado en estar alineado demasiado estrechamente con la Casa de Saud en AfPak.
Sucede que Washington
y Teherán, por su parte, están una vez más alineados (¿recordáis 2001?) en
Afganistán; ninguno de los dos quiere que haya yihadistas de la línea dura deambulando por ahí. Incluso Islamabad
-que desde cualquier propósito práctico ha perdido toda su influencia con los
talibanes en AfPak- quisiera que los yihadistas
se esfumaran.
Todos estos
protagonistas saben que cualquier cantidad de fuerzas estadounidenses y una
multitud de contratistas no llenarán el vacío del poder en Kabul. Es muy probable
que todo el asunto siga siendo tenebroso, pero esencialmente el escenario
apunta a las encrucijadas de Asia Central-del Sur como el segundo por su tamaño
campo de batalla geopolítico y sectario en Eurasia después del combo
Levantino-Mesopotámico.
¿Ninguna energía
de nuestro vecino?
En la misma medida
que India, Irak también está a favor de un acuerdo exhaustivo con Irán. Y
pensar que Irán e Irak podrían haber estado involucrados en una silenciosa
carrera armamentista nuclear a fines del siglo pasado, sólo para que Bagdad
ahora defienda ferozmente el derecho de Teherán a enriquecer uranio. Fuera de
que Bagdad depende de Irán para ayuda comercial, electricidad y ayuda material
en esa guerra irrestricta contra islamistas/salafistas-yihadistas.
Bandar bin Sultan
Turquía también
acepta un acuerdo exhaustivo con Irán. El comercio de Turquía con Irán solo
puede aumentar. El objetivo es 30 mil millones de dólares en 2015. Más de dos
mil 500 compañías iraníes han invertido en Turquía. A Ankara le es imposible
apoyar sanciones occidentales; no tienen sentido comercial. Las sanciones van
en contra de su política de expansión del comercio. Además, Turquía depende de
gas natural barato importado de Irán.
Después de desviarse
descabelladamente de su política anterior de “cero problemas con nuestros
vecinos”, Ankara despierta ahora a la perspectiva empresarial de la
reconstrucción siria. Irak puede ayudar, sobre la base de su riqueza petrolera.
Turquía, privada de energía, no puede permitirse ser marginada.
Una Siria
re-estabilizada significará la continuación del gasoducto Irán-Irak-Siria. Si
Ankara juega según las reglas convenidas, se puede pensar en una extensión -ajustada
a su auto-proclamado posicionamiento como una encrucijada privilegiada del
Ductistán de Este a Oeste.
Lo primordial es que
el conflicto turco-iraní sobre el futuro de Siria palidece en comparación con
el juego energético y el auge del comercio. Eso apunta a que Ankara y Teherán
converjan crecientemente hacia el encuentro de una solución pacífica en Siria.
Pero existe un
inmenso problema. La
Conferencia Ginebra II del 22 de enero representa un clavo
en el ataúd de la presión de la
Casa de Saud para infligir cambio de régimen a Bacher
al-Asad.
Una vez más, esto
implica que Bandar Bush está listo a proceder de modo absolutamente
medieval -utilizando todo el espectro de ejecuciones sumarias, decapitaciones,
ataques suicidas y de coches bomba y sectarismo generalizado en todo el frente
iraquí-sirio-libanés.
Por lo menos habrá un
serio contragolpe; como Sharmine Narwani señala aquí , la antigua “Medialuna
chií” -o “eje de la resistencia”- se está reconstituyendo como un “arco de
seguridad” contra salafistas-yihadistas.
Conceptualizadores del Pentágono del tipo del “arco de la inestabilidad”, nunca
pensaron en esa posibilidad.
¿Alguien habla de
disparates con misiles?
Adultos en Washington
-que no son exactamente una mayoría- ya pueden haber visualizado los fabulosos derivados
de un acuerdo occidental con Irán al examinar la aprobación de China y la
posibilidad de futura ayuda iraní para estabilizar Afganistán.
Para China, Irán es
un asunto de seguridad nacional -como máxima fuente de energía (más toda esa
miríada de afinidades culturales entre persas y chinos desde los tiempos de la Ruta de la Seda.)
Fuerza Aérea India.
Amenazando a un país
al que EU debe más de un billón (millón de millones) de dólares con sanciones
de tercera parte del Departamento del Tesoro por comprar petróleo iraní parece
estar fuera de cuestión, por lo menos por el momento.
En cuanto a Moscú, al
aparecer con una solución diplomática para la crisis de las armas químicas en
Siria, Vladimir Putin no sólo salvó al gobierno de Obama de sí mismo, cuando
estaba a punto de lanzarse a una nueva guerra en Medio Oriente con
consecuencias potencialmente catastróficas. Inmediatamente después, la puerta
se abrió para la primera apertura desde el Muro
de la
Desconfianza EU-Irán en 1979.
Crucialmente, después
de la firma del acuerdo nuclear interino con Irán, el ministro de Exteriores
ruso Sergei Lavrov tiró a matar; el acuerdo anula la necesidad de una defensa
de misiles balísticos de la OTAN
en Europa Central -con bases interceptoras en Rumania y Polonia que deben estar
operacionales en 2015 y 2018, respectivamente. Washington siempre ha insistido
en la ficción de que la idea era contrarrestar “amenazas” de misiles desde
Irán.
Que estará mirando Putin.
Sin el pretexto
iraní, la justificación para una defensa contra misiles balísticos es
insostenible.
La verdadera
negociación comienza más o menos ahora, a principios de 2014. Lógicamente la
jugada final a mediados de 2014 sería no más sanciones a cambio de una
supervisión de cerca del programa nuclear de Irán.
Sin embargo, es un
juego de ofuscaciones superpuestas. Washington se trata de convencer del mito
de que esto tiene algo que ver con el control del programa nuclear iraní, un
plan alternativo a un ataque de Choque y
Pavor de alto riesgo para aniquilar vastas áreas de infraestructura iraní.
Nadie habla, pero es
fácil imaginar a los pesos pesados del BRICS Rusia y China informando de paso a
Washington sobre el tipo de armamento y de apoyo material que ofrecerían a Irán
en caso de un ataque estadounidense.
Teherán, por su
parte, quisiera interpretar el vacilante acercamiento como una renuncia de EU
al cambio de régimen, y que el Supremo
Líder Ayatola Jamenei paga el precio del elementos de un programa nuclear
por el fin de las sanciones.
Asumiendo que Teherán
y Washington sean capaces de aislar sus respectivos lobbies confrontacionales
-una tarea titánica- los beneficios son obvios. Teherán quiere -y necesita
urgentemente- inversiones en su industria energética (por lo menos 200 mil
millones de dólares) y otros sectores de la economía. Las grandes compañías
petroleras occidentales ansían poder invertir en Irán.
La apertura económica
será inevitablemente parte del acuerdo final -y para el turbo-capitalismo
occidental esto es indispensable; un mercado de 80 millones de personas en gran
parte bien educadas, con una ubicación fabulosa, y nadando en petróleo y gas.
¿Qué deja de gustar en eso?
¿Apaciguador o
solo embaucador?
Teherán apoya a Asad
en gran parte para combatir el virus yihadista
-incubado por acaudalados patrocinadores en Arabia Saudí y el Golfo. De modo
que sea cuál sea el sesgo en Washington, no existe ninguna posibilidad de una
solución seria para Siria sin involucrar a Irán. El gobierno de Obama parece
darse cuenta ahora de que Asad es la menos mala de opciones unánimemente malas.
¿Quién hubiera apostado a algo semejante hace solo tres meses?
El acuerdo interino
con Irán es la primera evidencia tangible de que Barack Obama considera
realmente la posibilidad de dejar su marca en política exterior en el Sudoeste
de Asia/Medio Oriente. Ayuda que el 0.00001 por ciento que dirige el show puede haberse dado cuenta de que un
presidente de EU que es percibido globalmente como un mentecato bailarín genera
masiva inestabilidad en el Imperio y en todas sus satrapías.
El punto básico es
que Obama tiene que respetar a su socio Hassan Rohaní -quien ha dejado en claro
a los estadounidenses que debe obtener apoyo político continuo de Jamenei; es
la única manera de marginar al poderosísimo lobby
religioso/ideológico en Teherán/Qom contra cualquier acuerdo con el anterior Gran
Satán. De modo que el “Gran Satán” tiene que negociar de buena fe.
Un veterano de la realpolitik
(con un corazón blando) diría que el gobierno de Obama apunta a un equilibrio
del poder entre Irán, Arabia Saudí e Israel.
Un veterano de la realpolitik
más maquiavélico diría que tiene que ver con enfrentar a suníes contra chiíes,
árabes contra persas, para paralizarlos.
Tal vez sea una
lectura más prosaica que EE.UU. ya no es un protector de la mafia. Ya que casi
todos son conscientes de un poderoso lobby israelí y de un casi tan poderoso
lobby de petrodólares wahabíes en
Washington, nunca se habla de que ni Israel ni la Casa de Saud tengan otro
“protector” que EU.
Por lo tanto desde
ahora, si la Casa
de Saud ve a Irán como una amenaza, tendrá que crear su propia estrategia. Y si
Israel insiste en ver a Irán como una “amenaza existencial” -lo que es un
chiste- tendrá que encararlo como un problema estratégico. Si una verdadera
consecuencia del actual cambio es que Washington ya no librará guerras por
cuenta saudí o israelí, ya será un monumental cambio de juego.
Xi Jinping y Vladimir
Putin consideran que es de su interés “proteger” al pacificador Obama. Y sin
embargo, todos se mantienen en territorio resbaloso; Obama como pacificador -honrando
esta vez realmente su Premio Nobel- puede ser sólo un reflejo. Y Washington
podría seguir marchando hacia un cambio de régimen en Teherán bajo la dirección
del próximo inquilino de la
Casa Blanca después de 2016.
Para 2014, sin
embargo, muchas señales apuntan a un cambio tectónico en el mapa geopolítico de
Eurasia, en el que Irán finalmente emergerá como la verdadera superpotencia en
el Sudoeste de Asia por sobre los propósitos de Israel y de la Casa de Saud. Y eso es
verdadero entretenimiento (geopolítico). Feliz Año Nuevo.
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