Navarrete contra Mancera
Abraham García Ibarra
Minisalarios versus burocracia más cara del mundo
Durante el sexenio pasado, el secretario del Trabajo y Previsión Social, el ahora senador panista Javier Lozano Alarcón, fue el ariete mediático del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa contra el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, quien nunca disimuló su intención de alcanzar la Presidencia de México por el PRD en 2012.
 Casualmente, tanto Lozano como Ebrard fueron priistas que cambiaron la chaqueta tricolor (por la azul el primero, y la amarilla el segundo) en su sinuoso ascenso burocrático.
Ahora, no son pocos los comentaristas políticos que aseguran que el sucesor de Ebrard en la jefatura de Gobierno del DF, el doctor Miguel Ángel Mancera es uno de los funcionarios públicos con altas posibilidades para ser nominado candidato presidencial en 2018.
Otro secretario federal del Trabajo hoy en funciones, Alfonso Navarrete Prida se ha erguido como gatillero contra el doctor Mancera, con la visible intención de mojarle la pólvora en la eventual ruta hacia Los Pinos.
Personaje de la picaresca mexicana
Navarrete Prida es un asiduo personaje de titulares en los medios de comunicación metropolitanos. En diciembre de 2004, era procurador general de Justicia del Estado de México. Desde Toluca, hizo un anuncio sensacional: Revelaría nombres de presuntos implicados en averiguación previa, noticia que estremecerían el mundo político.
El caso no era para menos: La aparición, el 6 de diciembre de aquel año -prolegómenos de la sucesión presidencial de 2006-, en un paraje del municipio de Huixquilucan (Edomex), del cadáver de Enrique Salinas de Gortari, hermano del ex presidente Carlos, de los mismos apellidos, carnales ambos de Raúl, desde tiempo atrás conocido como el hermano incómodo. La revelación de marras nunca alcanzó la magnitud prometida por Navarrete Prida.
Diez años después (enero de 2014), el mundillo político sí se estremeció con la noticia de que, en las inmediaciones del selectivo centro comercial Antara, de la Colonia Polanco, de la Ciudad de México, al atardecer del dominical 20 de enero fue asaltado un alto funcionario de la actual administración.
Por citar un solo artículo del botín, la autoridad policial mencionó un reloj de exclusiva marca valuado inicialmente en más de 300 mil pesos. Los imitadores de Pitágoras sacaron inmediatamente cuentas y calcularon que el valor de esa joya equivalía a cinco mil salarios mínimos, vigentes desde el 1 de enero de este año.
El alto funcionario asaltado se identificó con la charola de secretario federal del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida. Luego, sus malquerientes le sacaron trapitos al sol inventariando presuntas caras piezas de colección a la que dicho personaje es adicto, y que envidiaría cualesquiera mexicanos nominados por la revista Forbes, que consagra a los más ricos del mundo.
 Cuando cobre el pagaré, el pagaré…
Es el caso que, desde hace semanas, el jefe de Gobierno del DF sorprendió con su iniciativa de liberar los salarios mínimos de su sesgado uso que nada tiene que ver con el imperativo constitucional de establecerlos “suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”.
Según las asociaciones patronales, del salario mínimo dependen para su subsistencia unos seis millones de ocupados mexicanos.
Pues, bien: Todavía no se secaba la tinta con la que medios imprimieron la propuesta del doctor Mancera, cuando Navarrete Prida puso a funcionar las troneras propagandísticas en su contra. Montó incluso un aquelarre con la decrépita charrerría sindical priista y sus empleadores para hacer un frente común contra toda intención de aproximarse a la Justicia Social.
En su última aparición ante los reflectores, Navarrete Prida decretó que sólo hasta que maduren las reformas puestas en marcha por el gobierno federal “y que el país crezca a una tasa superior a 2.4 por ciento anual”, cuando se verá si se aumentan los irrisorios salarios. (Seguramente en 2.5 por ciento anual.)
Alegó Navarrete Prida, que los remuneradores minisalarios son un factor inflacionario. El mismo argumento esgrimido desde hace tres décadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco de México para establecer un perpetuo tope-techo a la retribución al trabajo. Y la carestía sube y sube, y el poder adquisitivo baja y baja, estrangulando el mercado interno. En mayo de 2114 con toda certeza habrá soles.
Todavía hay clases
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), que regentea el tamaulipeco José Ángel Gurría Treviño, difundió recientemente un estudio en el que revela que, la mexicana, es una de las burocracias públicas más caras y más improductivas entre los países socios del Club de los ricos.
Hace poco, la Secretaría de Hacienda y la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicios del Estado (FSTSE) suscribieron un convenio por el cual se otorga a los burócratas un incremento de 5.6 por ciento a su salario base, más un bono de mil 200 pesos “para capacitación”; todo, con efectos retroactivos. Todavía hay clases. (Abraham García Ibarra.)
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