![]() |
Edición 344 | ||||
Escrito por Abraham García Ibarra | ||||
Martes, 05 de Abril de 2016 18:04 | ||||
Si se hablaba de “reconstrucción” del tejido social, obviamente se reconocía que el organismo nacional se desgarraba en una crisis humanitaria.
Corre ya, vertiginosamente, el tercer tercio del sexenio presidencial y han transcurridos más de dos años de la promulgación y pretendida, y fallida, instrumentación de las primeras reformas transformadoras. El pasado 7 de marzo, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) dio a conocer los resultados de la encuesta sobre índice de confianza de los mexicanos. Este índice se habría contraído 1.5 por ciento. De febrero de 2015 a febrero de 2016, la baja fue de 1.2 por ciento. El índice de confianza de los hogares en ese mismo periodo cayó 3.2 por ciento. Respecto de la situación económica esperada para los próximos doce meses, la baja acumuló 5.2 por ciento. ¿Qué factor incide en el decreciente índice de confianza de los mexicanos, que ya suman más de 121 millones? El primero sería de orden socioeconómico y específicamente el correspondiente al ingreso en los hogares: Unos 25 millones. Por supuesto, el ingreso hogareño depende del mercado laboral y de la estabilidad en el empleo dignamente remunerado.
La clase obrera no va al paraíso
Una acotación imperativa: Los laboristas especializados codifican el concepto de empleo como aquél que pasa por la contratación obrero-patronal, sujeta a las prerrogativas y prestaciones a las que obligan el artículo 123 constitucional y la Ley Federal del Trabajo, empezando por un salario remunerativo y la Seguridad Social. Por “ocupación” se entiende cualquier actividad que puede ser ocasional y transitoria, y exenta incluso de remuneración al trabajador. El dato, económica y socialmente subversivo, nos reporta que 27.6 millones de compatriotas catalogados en la PEA, ambulan en la economía informal, llamada también Economía negra. La estadística que nos queda, es que sólo 20.8 millones de personas (de casi 60 millones de la PEA) se emplean en la economía formal, si bien en muchos casos expuestos a contratos obrero-patronales triangulados, cuyo primer propósito es incumplir con el derecho a la Seguridad Social. Son esos contratos de protección empresarial. Otro riesgo que no abona un ápice al optimismo es que, según las cámaras empresariales, existen más de 40 mil unidades productivas amenazadas por la quiebra y el cierre, algunas insolventes porque el sector gobierno no paga servicios y obras devengados.
El bumerán golpea el rostro del gobierno
En el pecado neoliberal, el gobierno resiente la penitencia, pero transfiere sus costos a la sociedad toda mediante la lógica de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.
Cae la falacia del “crecimiento hacia el exterior”
Todavía, hasta el segundo semestre de 2015, el Banco de México informaba gozoso de cada nuevo máximo histórico en la acumulación de la reserva de divisas, que rosaban ya los 200 mil millones de dólares. Voces un tanto ingenuas, pero de buena fe, llegaron a proponer que esos recursos se aplicaran excepcionalmente a solventar la economía productiva al través de la inversión estatal.
Esas voces fueron desoídas…
Petróleo es el nombre de la crisis
Entre los obtusos alegatos para convencer a los mexicanos de la presunta bondad de la contrarreforma petrolera, se dijo que ésta era congruente con la voluntad del Gran Expropiador Lázaro Cárdenas, que en su decreto expropiatorio de 1938 reservaría un margen de participación del capital privado.
Si se nos permite una acotación, la haremos para retomar algunos juicios demoledores que en su oportunidad sustentó el después fundador del Partido Acción Nacional, don Manuel Gómez Morín, cuando analizó el internacionalismo de pastiche, le llamó, de la dictadura porfirista, que equiparó a la del reyezuelo negro. “El internacionalismo porfiriano”, escribió Gómez Morín, “fue la sistemática propuesta de México en el mercado para quien quisiera tomarlo. Y todavía dábamos algo en efectivo sobre regalar nuestras riquezas y gravar nuestro porvenir”. Nación traicionada: Miseria y corrupción. Describió entonces Gómez Morín a México como “una nación traicionada. Traicionada en su economía, que de día en día va perteneciéndonos menos (…) Traicionada en los afanes de su pueblo, que ha sido cínicamente engañado con un malabarismo de palabras; que después de pelear y sufrir, ve escamoteadas las promesas de mejoramiento y de libertad, y se encuentra con una miseria cada día creciente, con una tiranía cada vez mayor y con una corrupción que no tiene límites”. Hasta ahí Gómez Morín. Volvamos a nuestras líneas para aventurar una precisión sobre el acto patriótico de Lázaro Cárdenas en 1938. El decreto expropiatorio fue sobre los bienes físicos, las instalaciones de las compañías extranjeras que usufructuaban los hidrocarburos mexicanos. “Corresponde a la Nación el dominio directo… de todos los minerales y sustancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos constituyan depósitos (cuya naturaleza sea distinta a otros componentes de los terrenos): Los productos derivados de la descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos, los yacimientos minerales y orgánicos de materias susceptibles de ser utilizadas como fertilizantes, los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos…”. Más claro, ni el agua. De ahí que, subyacente el mandato constitucional, para la explotación de esos recursos se haya creado la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex), a cuyo cargo corrió en agosto de 1961, durante el sexenio del mexiquense Adolfo López Mateos, el último pago de la deuda contraída por la expropiación de los bienes físicos de las petroleras extranjeras.
La reafirmación por Adolfo Ruiz Cortines
En la promulgación de dicha Ley seis días después, se asigna a la Nación “toda la explotación de hidrocarburos”. Entre otros, esos antecedentes fueron invocados por legisladores estadunidenses cuando hacia 1993, en las negociaciones secretas del Tratado de Libre Comercio promovido por Carlos Salinas de Gortari, asumieron con reservas la incorporación de los hidrocarburos en ese acuerdo, pero sus pares replicaron que, en eso de respetar la Constitución, los presidentes mexicanos eran duchos en sacarle la vuelta.
Cuando el petróleo salvó la presidencia de Zedillo
En el 78 aniversario de la Expropiación Petrolera, ya no habrá más esa tabla de salvación. Por donde quiera que se le vea, como resultados de la contrarreforma, el petróleo ya no es de México, y para explotarlo, a las compañías que se les concesione les bastará con ocupar los territorios de ejidos y comunidades y aun de pequeñas propiedades, donde detecten potenciales yacimientos.
En la agreste ruta, miles de trabajadores petroleros están siendo lanzados a la calle, mientras que la deuda acumulada por el régimen pensionario se carga sobre las espaldas de los contribuyentes cautivos. Deuda pública, pues, hasta reventar la escasa capacidad de respuesta del erario gubernamental. El sueño de la Independencia económica de México lo representará en lo sucesivo la pesadilla de un paisaje donde las cavernas y socavones sólo servirán, cuando mucho, para un tour de visitantes extranjeros que escucharán a sus guías: ¡Aquí yacen los restos de una Patria que quiso ser soberana! He ahí la obra de los neoliberales a los que no le funciona ya ni la Cruzada Nacional contra el Hambre. Es cuanto.
More articles by this author
|