CUENTA LA LEYENDA que la misma noche del 1 de julio de 2012, aun antes de que el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del IFE empezara a emitir sus reportes, una facción del PRD -que gusta ser llamada por las bocas de ganso del sistema “la izquierda políticamente correcta”; la de Los Chuchos, pues-, instaló su aquelarre y proclamó el triunfo indiscutible del priista Enrique Peña Nieto.
“NO PERMITAMOS” -se escuchó una voz- “que López Obrador vuelva a montar su espectáculo de 2006”. (Aplausos). López Obrador fue el candidato presidencial del PRD en las elecciones generales de 2012.
Lo que si es historia escrita es que, para mediados de agosto, el tabasqueño Graco Ramírez Garrido Abreu usurpaba la representación nacional de su partido y convocaba a perredistas electos para los estados y para el Congreso de la Unión, a fin de llevarlos al PRI a pedir un acuerdo con Peña Nieto.
Graco se apropiaba de la iniciativa del fáctico Pacto por México que por esos días ya negociaban en secreto el Chucho mayor Ortega Martínez y el representante oficioso del PRI José Murat.
“Graco no es el partido y no puede asumir su representación institucional”, atajó el presidente nacional, el otro Chucho Zambrano Grijalva.
Acapulco: El retorno de los brujos
De todos modos, la reunión que presidiría el ex guerrillero sonorense se realizó en Acapulco bajo los auspicios del inolvidable gobernador Ángel Heladio Aguirre Viveros, recién electo en Guerrero. No estorba decir que en esas andanzas participó el todavía inefable gobernador de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo.
En efecto, en el apacible puerto se escucharon las porras amarillas al priista Peña Nieto. Se registró una juiciosa observación: “Siquiera hay que esperar a que el Tribunal Electoral dé su dictamen”. La reserva no la escuchó Graco, quien se fue por la libre a buscar a Murat.
Ese es el estilo personal de grillar del tabasqueño que despacha como gobernador en Morelos. Favores como el relatado se cobran y se pagan. Ahora, Graco quiere ser sucesor de Peña Nieto.
Esta narrativa viene a cuento porque la mañana del 28 de julio pasado escuchamos una angustiosa demanda a Peña Nieto: “Señor Presidente, ¡Retírele ya su protección a Graco!”.
La voz era de don Gustavo García Aragón en entrevista con Ciro Gómez Leyva, quien escuchaba su denuncia sobre el asesinato de su hermano Rodolfo, abogado y académico de la Universidad Autónoma de Morelos, perpetrado entre el 9 y el 11 de mayo pasado en los suburbios de Cuernavaca, después de haber desayunado en céntrico restaurante de la capital.
En el testimonio de García Aragón estaba latente su impotencia ante la impunidad en un crimen sobre el cual no hay hasta ahora línea de investigación.
Doctrina del precipicio y la impunidad
Una novedad ético-jurídica encontramos en ese testimonio: La doctrina Graco en materia de seguridad pública: “Quien camine al borde del precipicio y se cae, no tiene derecho a reclamar justicia”.
La repite con todo el primitivismo de que pueda ser capaz el gobierno perredista de Morelos, el titular de la Comisión de Seguridad Pública Alberto Capella Ibarra.
Tercia en la entrevista comentada Héctor Buenrostro, miembro del Colegio de Abogados de Morelos: Son 19 los litigantes que han sido ejecutados en el estado durante la gestión de Graco.
El mismo Buenrostro informa que ha recibido diversas amenazas. Ha optado por abandonar el litigio en materia penal.
Forbes: ¡Cuidado con ir a Morelos!
Como forma de prevenir a los hombres de negocios interesados en invertir en México, la internacional revista Forbes ha venido monitoreando la situación de la seguridad pública en el país. Coloca a Morelos como uno de los estados más inseguros de la República, por encima de Baja California y Tamaulipas, que ya es decir.
El 6 de enero de 2016, el respetable y respetado columnista de La Jornada, Carlos Fernández-Vega anunció: “Morelos: ¡Bomba de tiempo!”.
Jugándose su integridad profesional y personal, la corresponsal del mismo diario en Cuernavaca, Rubicela Morelos Cruz ha venido dando seguimiento al drama de los morelenses.
El 25 de julio pasado su trabajo periodístico se condensó en este balance macabro: En tres años y nueve meses del gobierno de Graco Ramírez, se cometieron 3 mil 673 homicidios en el estado; mil 992 dolosos y mil 681 culposos, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Con eso está dicho todo.
El Colegio de Abogados de Morelos insiste en juicio político contra el gobernador “por no poder garantizar el derecho a la vida de los morelenses”. Pero Graco está bajo palio presidencial.
¡Al ladrón! ¡Al ladrón! expectora el PRD contra tres gobernadores priistas que están a punto de entregar sus mandatos.
Pero de sus entrañas salió el gobernador de Guerrero Aguirre Riveros. De su seno surgió el alcalde de Iguala José Luis Abarca. El primero, defenestrado por el asunto de Los 43 Ayotzinapa y el segundo, indiciado por los mismos criminales hechos.
Todo el amarillismo perredista contra gobernadores de la casa de enfrente (en la que cohabitó en el Pacto por México).
¿Y Graco? Graco quiere ser Presidente de México. No faltaba más. Méritos le sobran.
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