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Capitalismo salvaje
lucra con la pandemia
Salvador Martínez García
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Crece la concentración de la riqueza en el mundo, datos de OXFAM
Mientras la pandemia del Coronavirus ha causado la muerte directa o indirectamente a cerca de 15 millones de personas en el mundo y a 250 millones más las ha empujado a la pobreza extrema, unos cuantos, los más ricos del orbe incrementaron su riqueza en los últimos 20 meses de sufrimiento en los cinco continentes.
PARA LOS SUPERRICOS todo es oportunidad de lucro, no les importa la pobreza, la enfermedad ni el sufrimiento. Los países todos vieron afectadas sus economías con severas contracciones en el crecimiento y en la generación de riqueza, generación de empleo.
Se ha documentado que en el mundo hay 2 mil 668 súper millonarios, 573 más que hace dos años cuando surgió la pandemia. En ese lapso la riqueza de estos cuantos se incrementó en 3.78 billones de dólares, mientras el 99 por ciento de la población mundial veía reducir sus ingresos.
Estas son muestras del capitalismo salvaje que padecen todos los habitantes del globo terráqueo, por eso es que para algunos, muy pocos, la pandemia les resultó un gran beneficio, como un gran lujo que les dejó grandes utilidades.
Desde la aparición del Coronavirus los bancos centrales y los gobiernos de los países ricos y pobres han inyectado 16 mil millones de dólares para salvar la economía y atender la crisis sanitaria, pero una gran parte de esos recursos parecen haber acabado en los bolsillos de los hombres más ricos del mundo.
De acuerdo con lo expuesto por OXFAM, movimiento global que trabaja en 94 países para poner fin a la injusticia de la pobreza y acabar con la desigualdad, en su informe presentado con motivo del pasado Foro Económico de Davos, los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna durante la pandemia mientras que los ingresos del 99 por ciento de la población se deterioraron.
Para OXFAM “nunca ha sido tan urgente poner fin a las desigualdades tan violentas” como ahora, por lo que se proponen reformas fiscales para terminar con la “acumulación de poder y riqueza extremas de las elites”.
La solución no es fácil, las alternativas podrían ser rechazadas, pero habrá que intentarlo. Existe la intención por parte de la OCDE de aplicar un impuesto de solidaridad a las grandes fortunas, de hasta 20 por ciento, para financiar medidas de apoyo a quienes sufren más por la pobreza, la falta de empleos, educación, salud y oportunidades.
Otra posibilidad es un impuesto a los beneficios fortuitos que por la pandemia obtuvieron las grandes empresas farmacéutica, alimentarias, tecnológicas y otras que por las circunstancias tuvieron grandes ingresos, y la tercera alternativa, quizá la más conveniente, es una reforma fiscal global de tasas progresivas por utilidad.
Elon Musk, Bill Gates, Jeff Bezos, Warren Buffet y Michael Bloomberg, son algunos de los famosos magnates cuyas fortunas serían gravadas con la propuesta de Biden
Pobreza de las mayorías
Concientizar sobre ello reclama tan ardua como impostergable labor, ya que desde luego que no es cosa fácil implementar estas necesarias reformas fiscales en todos los países del mundo, pero sí es indispensable promoverlo porque la concentración de la riqueza va en aumento y los superricos aprovechan cualquier circunstancia para incrementar sus ganancias.
OXFAM calcula que cerrar la brecha de la desigualdad llevaría varias décadas, y ejemplifica con la proyección de un impuesto excepcional de 99 por ciento, sobre la variación de la riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo, les dejaría con fortunas de 8 mil millones de dólares más que antes de la pandemia.
A ese grado ha sido el enriquecimiento brutal de unos cuantos en el capitalismo salvaje.
Incluso en el proyecto de presupuesto para el año 2023, el gobierno del presidente Joe Biden incorpora un “impuesto mínimo sobre los ingresos de los multimillonarios” en Estados Unidos de al menos 20 por ciento, lo cual sería una justa medida de redistribución de la riqueza de ser aprobada.
Con esta medida Biden busca recaudar 360 mil millones de dólares para reducir el déficit federal y financiar nuevo gasto, ya que la economía de la primera potencia mundial está al borde de la recesión, con alta inflación y, por si fuera poco, con el despilfarro de multimillonarios recursos para respaldar la guerra de Ucrania.
La propuesta es que las familias con un patrimonio superior a 100 millones de dólares (alrededor dos mil millones de pesos), sean las que paguen este nuevo gravamen que se aplica sobre los ingresos reales y no realizados; es decir, el aumento en el valor de una inversión no vendida y no simplemente de los activos subyacentes.
La estratosférica cifra de recaudación esperada con este impuesto afectará solo a 700 multimillonarios del vecino país, donde radican más de la cuarta parte de los súper ricos del mundo.
Si la propuesta es aprobada por el Congreso, sería como quitarle un pelo al gato.
El debate está en puerta. Mientras, las mayorías empobrecidas (también en Estados Unidos hay pobres) lo ve apropiado; los sectores recalcitrantes de la derecha, agrupados en el Partido Republicano no muestran satisfacción por la iniciativa que, por cierto, debiera ser adoptada por otras naciones del mundo, como se ha sugerido en el G20, que agrupa a las economías más grandes del globo.
Ojalá y se avance en este sentido para avanzar en la equidad y evitar la mayor concentración de la riqueza.
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