En 1993, LA DECISIÓN de quién sería el próximo presidente de México no dependió de Carlos Salinas, mucho menos del electorado mexicano, sino del Congreso de EU. Dos embajadores de EU en México advirtieron a Washington que el TLCAN, negociado pero no ratificado, se había vuelto el fiel de la balanza que decidiría entre un aliado de EU, como Salinas, o un nacionalista de línea dura. “Dependiendo de si el TLCAN es ratificado o derrotado, Salinas podrá alterar su selección para la Presidencia. Bajo el primer escenario, buscará a alguien que considere capaz de manejar la relación en el contexto del TLCAN; en la segunda instancia, podrá escoger a un candidato que ponga mayor énfasis en el nacionalismo y la soberanía”, escribió John Negroponte, embajador de EU en México, en un memorándum confidencial de abril de 1993, titulado “Criterios para escoger al próximo presidente de México” y desclasificado bajo la Ley para la Libertad de Información. Meses después, Jim Jones, a quien Bill Clinton nombró sucesor de Negroponte, fue todavía más insistente en el factor TLCAN en la fórmula del tapado. “Los punteros en la carrera sucesoria continúan siendo Colosio, Aspe y Zedillo, más Camacho. Pero, durante casi un año, la mayoría de pronosticadores de carreras... han identificado a Colosio como el favorito... entre otras razones, porque es visto, más que los otros, como testaferro de Salinas”. Camacho y Aspe, continuó Jones, también están cerca de Salinas pero, a diferencia de Colosio, cada uno tiene sus propias bases (el DF y la comunidad financiera), motivo por el cual “no siempre le rinden cuentas a Salinas”. Sin embargo, en un comunicado confidencial de 10 páginas, titulado “El TLCAN y la sucesión presidencial mexicana”, Jones alertó a Washington que si el Congreso de EU, donde arreciaba la oposición al libre comercio, no ratificaba el histórico convenio ese mismo año, el tapado no sería el secretario de Sedesol, sino el de Gobernación, Patrocinio González Garrido, un político duro de la vieja guardia, ajeno a los tecnócratas. “Si bien Patrocinio está cerca de Salinas, a través de lazos políticos y familiares, es un recién llegado al gabinete, por lo que no está identificado con sus políticas económicas”. En octubre de 1993, Jones desayunó con Patrocinio, quien le confesó “haber discutido con Salinas la posibilidad de ser candidato si las cosas se ponen difíciles”. Jones informó a Washington que de fracasar el TLCAN las otras opciones no tecnócratas eran Jesús Silva Herzog y Fernando Gutiérrez Barrios. Washington temía que el rechazo del TLCAN en el Congreso haría estallar el antiamericanismo, daría nuevos bríos a los dinosaurios del PRI y revertiría la apertura económica hacia EU. Pero, el 17 de noviembre de 1993, EU ratificó el TLCAN y el 28 de noviembre, 11 días después, Salinas destapó a Colosio. En su reporte a Washington de la fecha, Jones informó que una fuente cercana a Salinas le había confiado a la embajada que, “una vez aprobado el TLCAN, Salinas canceló todas sus citas, luego, la semana siguiente, regresó con horario normal pero luciendo más relajado que como se le había visto durante meses y comportándose como si ya había hecho su selección”. Esta versión de los entretelones del poder hace más de tres lustros revela que Salinas no decidió soberanamente el destape en las penumbras de su despacho, sino que lo ayudaron 434 congresistas en el bullicioso edificio del Capitolio. ¿Por qué Colosio?
Una vez desvelado el misterio, Jones informó a Washington: “Pensamos que Colosio fue seleccionado, entre otras razones, para salvaguardar, consolidar y avanzar las reformas económicas”. En un memorándum de cinco páginas, titulado “La selección del PRI para Presidente, LDC—Continuidad en Política Económica”, Jones observó: “Colosio tiene todas las huellas de ser el sucesor de la ‘continuidad’. En su primer discurso como candidato, se identificó con las reformas de Salinas y reiteró su respaldo al TLCAN. Conoce bien EU, donde vivió tres años como estudiante de posgrado, y acompañó a Salinas a su entrevista con el presidente electo Clinton en enero de 1993”. Pero concluyó: “Las recientes experiencias y declaraciones de Colosio dan ciertas pautas de cuáles podrían ser sus políticas... pero distan de ser la última palabra sobre su agenda económica. Al cubrir todos los frentes económicos, menos el proteccionismo, y prometer poner mayor énfasis en ayudar a los pobres y a la clase media, Colosio busca crear una amplia base de apoyo... su prioridad es ganar la elección”.
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