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Democracia empobrecedora
El dispendio y la irresponsabilidad financiera que tienen a Estados Unidos y a la Eurozona al borde de una nueva recesión no son ajenos a México, donde -desde el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976) a la fecha- se han cometido los mismos crímenes económicos y financieros, en aras, eso sí, de la democracia.
El gasto gubernamental excesivo, la solicitud de préstamos muy abultados e innecesarios, la nula transparencia y rendición de cuentas, el derroche de los funcionarios públicos y su complicidad en el enriquecimiento ilícito de unos cuantos magnates, tienen postrados ahora a países como Grecia e Irlanda, y a otros al borde del colapso como España, Portugal, Italia y los mismísimos Estados Unidos. Esta política injusta ya nos la han aplicado varias veces a los mexicanos.
La situación actual, provocada por los especuladores, con el consentimiento de los funcionarios encargados de “vigilarlos”, resulta indignante porque, por un lado, cientos de miles de inversionistas son despojados de sus respectivos patrimonios en tanto que, por el otro, el mundo reacciona con una lentitud desesperante ante la crisis alimentaria que se vive en el Cuerno de África, donde 12 millones de personas están en riesgo de morir de hambre.
La Organización de Naciones Unidas reveló el jueves 18 de agosto pasado que se necesitan mil 600 millones de dólares para atender la emergencia. En contraste, el Instituto Federal Electoral pide un presupuesto de 15 mil 900 millones de pesos para organizar las próximas elecciones. Ese dinero equivale a poco menos de mil 300 millones de dólares. ¡Eso no puede ser!
La ONU y su papel manipulado por potencias.
Ah, pero eso sí, el riesgo de prácticas sucias no se descarta. El ex consejero presidente del Instituto Federal Electoral, José Woldenberg, advirtió el pasado 9 de septiembre, que nuestro país enfrenta la posibilidad de que en las elecciones presidenciales de 2012 se repitan fenómenos como el Pemexgate y los Amigos de Fox.
Woldenberg fue más explícito al decir que “el hecho de que existan las normas que prohíben una determinada conducta, no quiere decir, ni mucho menos, que esa conducta no se pueda repetir.
Reconoció que el IFE investigó ambos casos y aplicó las sanciones correspondientes, pero, eventualmente, dijo, pueden ocurrir fenómenos similares porque “toda norma puede ser violada; por eso es norma: las normas son prescriptivas, dicen lo que no debe de hacerse, porque –por desgracia- sí puede hacerse”.
El mero sentido común permite inferir que existen políticos que reciben dinero sucio. El periódico Reforma publicó el pasado 6 de septiembre que Juan José Rojas Cardona, el “Zar de los Casinos”, dio, en el 2006, 2.5 millones de dólares al ahora ex Alcalde de Monterrey, Adalberto Madero, y al ex edil de San Nicolás, Zeferino Salgado, para sus respectivas campañas electorales.
El asunto fue destapado por WikiLeaks. La versión indica que el Consulado de Estados Unidos en Monterrey, Nuevo León, a cargo entonces de Bruce Williamson, notificó lo anterior al Departamento de Estado el 2 de julio del 2009. El cable 09MONTERREY259 –que cita una fuente anónima- refiere también que el “Zar de los Casinos” y su hermano Arturo, mantienen estrechos vínculos con el Cártel de los Beltrán Leyva.
Con Echeverría se inició la debacle nacional.
Estamos conscientes de que una revelación de esa naturaleza debe ser investigada y de que no se debe condenar a nadie sin pruebas. Pero una información como esa da pie a la duda razonable.
Revise, amigo lector, la situación que priva en las grandes, medianas y pequeñas democracias y encontrará que, salvo contadas excepciones, los pocos ricos son cada vez más ricos y los muchos pobres son cada vez más pobres.
Entre los pocos ricos figuran -¡faltaba más!- los políticos más prominentes, hecho que es todavía más marcado en México. ¿Por qué? Por la simple y sencilla razón de que aquí se les entregan enormes sumas de dinero público sin exigirles, realmente, una verdadera rendición de cuentas.
En poco más de una década, de 2000 a 2011, los distintos partidos políticos mexicanos recibieron más de 36 mil millones de pesos, según un estudio elaborado por Reyes Tépach, investigador parlamentario de la Dirección de Servicios de Investigación y Análisis de la Cámara de Diputados. Esta cifra equivale a cerca de 3 mil 130 millones de dólares.
Los partidos han gastado un promedio anual de 285.5 millones de dólares, cantidad suficiente para pagar el salario mínimo de 54 millones de obreros mexicanos.
José Woldenberg.
Hoy, el IFE quiere, “por lo menos”, 15 mil 900 millones de pesos. La Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior, ANUIES, informó el pasado 5 de septiembre que pedirá a los diputados un incremento de 16 mil millones de pesos en los presupuestos de las instituciones de educación media superior y superior para atender a los 7 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, conocidos como “ninis”. La petición de la ANUIES corresponde, casi, a lo que pide el IFE. Es un asunto digno de ser reflexionado.
¿Se necesitan más ejemplos? Enumeremos algunos:
- Están perdidos cientos de millones de pesos en la oscuridad de la Estela de Luz. El proyecto original fijaba un costo de 393 millones de pesos. Sin embargo, y de acuerdo con cifras proporcionadas por el secretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas, la Secretaría de Hacienda entregó más de mil 122 millones de pesos al fideicomiso encargado del proyecto aunque –aclaró el titular de la SFP- eso no significa que el dinero se haya ejercido.
- La construcción del nuevo edificio del Senado resultó 140 por ciento más cara. El proyecto original tenía un costo de mil 699 millones de pesos. La obra concluyó con un costo superior a los 4 mil millones de pesos. ¿Por qué no se fueron los senadores al Palacio Legislativo de San Lázaro, donde hay lugar más que de sobra, a fin de ahorrarle a la nación ese gasto innecesario?
- La deuda de los estados rebasa ya los 315 mil millones de pesos, pero ¿qué se ha hecho con ese dinero? Tal vez obras de relumbrón para conseguir votos.
Estamos en lo dicho: democracia rica, pueblo pobre. Para establecer los
contrastes que no dejen motivo alguno de duda, transcribiremos parte del estudio titulado Los desafíos de México ante la desaceleración económica global, difundido el 12 de agosto pasado, por el Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, que dirige el doctor José Luis de la Cruz Gallegos:
El mercado laboral presenta condiciones sociales de mayor degradación en cuanto acceso a salud, prestaciones sociales, economía informal, contratos laborales se refiere. Todo ello constituye un retroceso con respecto a 2008, por lo que aunque haya disminuido la tasa de desempleo ello no ha implicado un mercado laboral más robusto.
El mercado laboral presenta un escenario de precariedad significativa con:
* Una tasa de desocupación de 5.2% en el segundo trimestre. * 29.8 millones de personas ocupadas sin acceso a la salud. * 3.7 millones no reciben ingresos. * 5.9 millones ganan a lo mucho un salario mínimo. * 14.3 millones se encuentran laborando sin contrato. * 10.4 millones reciben a lo más entre 1 y 2 salarios mínimos.
Una de las conclusiones que se obtienen de estudiar las anteriores cifras, respaldadas en los datos oficiales del INEGI, es que 16.4 millones de mexicanos cuentan con un ingreso igual o menor a dos salarios mínimos, lo cual, evidentemente, les impide salir de la condición de pobreza.
Así, pues, lo que pasa en México y en buena parte del mundo, es que la democracia ha servido para enriquecer a unos cuantos, a cambio de empobrecer “democráticamente” a la mayoría.
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