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Edición 267
Escrito por Roberto Badillo Martínez   
Jueves, 29 de Septiembre de 2011 15:30

{vozmestart}

La división de los mexicanos

dura ya 200 años

General de División retirado DEM Roberto Badillo Martínez

 

La necesidad es la madre de todas las virtudes. La necesidad de protegerse originó el núcleo familiar. De proteger la vida del recién nacido. De protegerse del frío extremo. Del calor extremo, aumentado por incendios forestales de miles o millones de hectáreas, producidos por la naturaleza; la necesidad de protegerse del hambre, de protegerse de enfermedades y peligros en situaciones frágiles de vida.. Esta necesidad de protección que aún realizan  familias, sociedad y naciones, ha sido básica para la sobrevivencia del ser humano.

Vivir nucleado, es vivir alrededor de..... la madre que da y protege la vida; del Padre que protege a la Madre y a los hijos y por extensión, a otros padres e hijos, repartiéndose tareas diferentes. Surge también la necesidad de la organización de un núcleo alrededor de otros muchos, para mutuamente ir organizando desde bases primitivas, las defensas de las familias y los grupos humanos, para protegerse.

 

1

Nuestro azote, el Tío Sam.

 

Así como un núcleo familiar y de grupos tiene necesidad de protección, dando saltos de milenios, podemos asegurar que las naciones tienen necesidades de protección. Para tener seguridad hay que protegerse.

Las naciones que necesitan protegerse, la pueden solicitar al vecino, o a otro País lejano; también la pueden aceptar, sin solicitarla; o bien incluso les puede ser impuesta por vecinos o países lejanos. Esto, puede esconderse o puede ser abierto, de parte de receptores y de otorgadores. Pero no hay duda que la mejor protección es la que el país se da por sí mismo, adoptando las decisiones correspondientes para ello, cueste lo que cueste; y tampoco hay duda de que en caso de que reciba ayuda de vecinos o países lejanos debe ser pagada. Lo que no puede ser es que  sea gratis. Si es así, finalmente, va a pagar un costo político, ideológico, territorial e incluso económico de muy diversas formas; no hay ayuda de buena fe o de buenos vecinos, creer esto es ingenuo. A lo menos y mejor que se puede aspirar, es que los beneficios sean recíprocos. Por ello, la regla de oro en las relaciones entre naciones es la reciprocidad. Que se logra escasamente, si hay en ambas partes el acuerdo correspondiente..

 

3

La Revolución francesa.

 

México, tiene un vecino violento en el norte; militarista con ropa de cordero; intervencionista con lenguaje de demócrata; forjador de instituciones internacionales para su beneficio, pues trabajan tras bambalinas o abiertamente para ese país. Ese vecino Estadounidense nos ha agredido, desde que nacimos como nación y aún antes A veces directamente; a veces con enviados, espías, agentes intervencionistas, que mediante la amenaza o el chantaje o la intervención militar, y siempre ocultando sus verdaderos fines, ha jalonado los actos más importantes de nuestra historia.

En ello, ha empleado ideologías para dividirnos y debilitarnos; ha atacado a nuestra religión subrepticiamente para distanciarnos; ha empleado en estas acciones, a la masonería principalmente, desde antes de nuestra independencia; que como sociedad secreta, silenciosa y conspirativa no manifiesta sus verdaderas intenciones. Estas sólo las conocen sus amos en los centros mundiales masónicos, Inglaterra y Estados Unidos.

 

5

Sólo de esta forma pudieron tener el éxito que lograron en nuestro país, y por extensión en toda Latinoamérica, patio trasero de los yanquis, en los últimos dos siglos.

Sólo así, y con otro requisito, la ambición sin límite, la ignorancia histórica, la complicidad y el ansía de poder para disfrutar el presupuesto y ejercer el poder político, de los mexicanos que han sido sus aliados, traicionando así a su país.

México no puede ignorar y vivir como si nada hubiera pasado, después de 200 años de vida independiente. Debe terminarse con el secretismo de las sociedades, como la masonería, que reiterando cada vez que puede no hacer política, prácticamente lo único que hacen es hacer política a escondidas de la sociedad, para repartirse los cargos públicos y el presupuesto.

Así se presentan para engañar. Así presentaron el siglo XVIII como el de las luces y nos engañaron;  pero con los actuales medios de información, no es posible que nos sigan engañando. Decir una cosa y hacer exactamente lo contrario, es inconcebible, en nuestro tiempo. Basta de engaños. Masones salgan a la luz; salgan de sus covachas traidores, entreguistas y vendedores de territorios. Nada más en nuestro País; la masonería, recibió, un territorio de más de 5 millones de kilómetros cuadrados, desde la frontera norte de la alta California, hasta Centroamérica, y perdió tres millones de kilómetros cuadrados ante los Estados Unidos y las independencias de Centroamérica, también llevadas a cabo por masones centroamericanos; entre hermanos masones, yorkinos, escoceses y el rito “Nacional Mexicano”; lo pongo en comillas, porque nunca tuvo nada de nacional ni de Mexicano porque sus acciones las efectuaba obedeciendo consignas de las logias de Estados Unidos; sólo para estar en el poder político y disfrutarlo; recuérdese perdió 3 millones de kilómetros cuadrados tanto en el norte, como en toda Centroamérica, a partir del momento, en que sin ningún juicio, como acostumbran los masones (recordar la Revolución Francesa, la Revolución Rusa, y la Revolución Mexicana), al real y verdadero consumador de la independencia de México, Agustín de Iturbide, fue asesinado. El único personaje de la época que quiso preservar el territorio nacional; que firma para ello un documento con Simón Bolívar, que en aquel tiempo era presidente de la Gran Colombia, (Virreinato de Nueva Granada, Capitanía General de Venezuela, Real Audiencia de Quito y la Provincia Libre de Guayaquil, o sea, comprendía los territorios de las actuales repúblicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá así como fracciones de Costa Rica, Perú, Brasil, Guyana y Nicaragua); comprometiéndose ambos a formar un Ejército de cien mil soldados para la defensa de sus territorios. Iturbide contrario a los políticos masones de aquel tiempo llamó a la unión de todos los habitantes de Nueva España: indígenas, españoles peninsulares, criollos y de otras etnias; en cambio los masones que hicieron la independencia adoptaron el grito de: “vivan los mexicanos, mueran los gachupines” para dividirnos, cometiéndose crímenes, abusos y expulsiones de españoles, que destroncaron la vida económica, social y cultural del exitoso (para su tiempo) Virreinato de la nueva España. Por ello, por obedecer a los masones estadounidenses, la república masónica mexicana perdió en menos de 25 años lo que costó tres siglos en unificar, comunicar y gobernar. Esto debe darse a conocer a los jóvenes de hoy. La historia oficial es la mentira oficial. Eso debe terminar.

 

2

La masonería.

 

Mexicanos diferentes, abiertos al diálogo, deben recibir una diferente historia. No se debe arrinconar a nadie; se debe terminar con el secretismo de las logias masónicas, para repartirse el poder. Esa ha sido la constante a través de 200 años. La historia reescrita,  debe llamar a la unión de los mexicanos, que no sólo los buenos y patriotas sean los ganadores y los malos los antipatriotas y perdedores.

La mentira histórica que hemos vivido en los últimos 200 años, nos ha mantenido divididos como pueblo y como nación. Rojos y Blancos, Yorkinos y Escoceses. Federalistas y Centralistas; buenos y malos.

Eso es absurdo. Es antimexicano. Es antipatriota. Llamo a las logias masónicas, cuyos miembros he conocido y admirado,  (por lo menos a algunos de ellos) en diversas partes de la República a abandonar su secretismo, terminar con el elemento político partidario que las sustenta, a decir NO a las consignas masónicas que les llegan del exterior y a integrarse a la vida abierta, pública, pacífica, unionista, tomando como base la mexicanidad, a fin de terminar con dos siglos, de pleitos y divisiones entre los mexicanos. Divididos, somos presa fácil de las ambiciones de países poderosos. Unidos seremos invencibles, y ello nos permitirá organizarnos políticamente y jurídicamente, para terminar con la vergonzosa existencia de más de 50 millones de pobres y 10 millones de migrantes, que no han podido ser exitosos en el portentoso país que heredamos.

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