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Injusticia mundial
El fin de la Segunda Guerra Mundial estuvo enmarcado por festejos y promesas. Los vencedores –Estados Unidos, Inglaterra, Francia y la Unión Soviética- ofrecieron democracia, libertad, justicia y prosperidad, tanto a sus pueblos, como a sus aliados.
Lo que siguió después fue exactamente lo contrario: las potencias occidentales entregaron media Europa a una falsa democracia, que era, en realidad, una férrea dictadura: la soviética, que consumió 60 millones de vidas para poder existir entre 1917 y 1991. Los aliados propiciaron la guerra so pretexto de preservar la libertad de Polonia. Terminado el mayor conflicto bélico de la historia, sin embargo, los polacos –junto con 10 naciones más- fueron entregados al régimen de terror de Stalin.
Los Aliados de la segunda guerra mundial.
Estados Unidos hizo más: acorraló a su gran aliado en China, el general Chiang Kai-Shek y entregó el territorio y la población china a otro dictador, Mao Tsé-tung. Así, las “democracias”, traicionaron a millones de seres humanos y los dejaron en manos del stalinismo y el maoísmo.
La Unión Soviética estaba devastada por la guerra contra la Alemania nazi y China estaba bajo control de Chiang Kai-Shek. Eso no impidió que Estados Unidos, Inglaterra y Francia favorecieran todavía más al Tío Joe y confinaran a Chiang en la isla de Formosa para darle el poder a Mao.
Los postulados de la Carta del Atlántico fueron violados, pues, de manera flagrante y, con ello, las promesas de democracia, libertad, justicia y prosperidad.
El nuevo orden financiero, emanado de los acuerdos de Bretton Woods, surgió con la promesa de combatir la desigualdad y la pobreza. Hoy, la realidad muestra lo fraudulento de ese entramado planetario.
Chiang Kai Shek.
La guerra fría sirvió para que grupos claramente identificados afinaran –en secreto- sus planes de dominio mundial. Organismos privados como el Consejo de Relaciones Exteriores de las Estados Unidos, la Comisión Trilateral –fundada por Rockefeller- y el Club de Bilderberg –también de claro sello rockefelleriano- dictaminaron la entrada en sueños de la fase violenta de dominio mundial violenta, es decir, la comunista, para dar prioridad a la fase gradual, basada en la dictadura económica neoliberal.
Gerhard Schroeder.
Con un hábil manejo propagandístico, la mayoría de las mentes fue dirigida hacia la aceptación acrítica de la distorsionada economía de mercado. Contra la dictadura comunista se ofreció un modelo neoliberal que prometía –como al final de la Segunda Guerra Mundial- democracia, libertad, justicia y prosperidad. (Decimos que el Neoliberalismo se basa en una distorsionada economía de mercado porque el poder de los grandes consorcios trasnacionales, apuntalado por el sistema financiero mundial, que pertenece también a unos cuantos, tiene la capacidad de distorsionar –con la mayor facilidad- la Ley de la Oferta y la Demanda. Basta con que bajen drásticamente sus precios durante períodos bien calculados para que sus competidores, grandes, medianos y pequeños, terminen por aceptar fusiones, convertirse en proveedores o, de plano, por cerrar sus negocios, con la complacencia de legislaciones antimonopolios diseñadas a modo para ser violadas. Lo sucedido en Estados Unidos o México –en los pasados 20 años- da prueba incontrovertible de eso).
Hoy vemos cómo las grandes mentiras de los señores del dinero, de la industria, de las armas, de la política y de los medios de comunicación, van cuajando en una dictadura global que sintetiza ambos sistemas –el capitalista y el socialista- en un régimen próspero, en apariencia, como el chino, que se sostiene gracias a inyecciones de capital foráneo del orden de los 300 mil millones de dólares al trimestre y al férreo control staliniano-maoísta impuesto por el Partido Comunista.
La nomenclatura del PC chino trabaja en franca camaradería con la Comisión Trilateral y el Club de Bilderberg. A Rockefeller y a sus socios no les importa la suerte del pueblo norteamericano, como tampoco les interesan los griegos, los italianos, los españoles, los irlandeses, los mexicanos o los habitantes del Cuerno de África. El Consejo de Relaciones Exteriores, la Comisión Trilateral y el Club de Bilderberg quieren poder y dinero; quieren una hegemonía global. Y para ello trabajan. Lo hacen mediante los organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Lo hacen a través de la Unión Europea, a la que quieren convertir en los Estados Unidos de Europa, como lo revelara, en fecha reciente, el ex canciller alemán, Gerhard Schroeder. Lo hacen a través de gobiernos nacionales convertidos en meras gerencias regionales o locales. Lo hacen a través de favorecer préstamos impagables que les reditúan control sobre funcionarios públicos y pueblos enteros. Lo hacen a costa de tolerar los despilfarros de los gobernantes –sus empleados- con la certeza de que los pueblos habrán de pagar interés sobre interés.
Mao Tsedong.
Así estamos. El objetivo: instalar un gobierno mundial al estilo chino, donde las ganancias de las empresas trasnacionales estén aseguradas por jornadas de 14 horas diarias, con pago de medio dólar por día. El doctor Alfonso Bouzas, especialista de la UNAM, nos reveló que en China la gente se pelea por trabajar. Es tal la pobreza, que medio dólar es incentivo suficiente para entablar duelos mortales con sus semejantes.
China es negocio seguro para las trasnacionales porque no hay derecho de huelga, ni sindicatos. La disidencia se paga con la muerte. Los obreros que mueren trabajando a bordo de los barcos son tirados al mar. Son seres sin valor. Lo único para lo que sirven es para maquilar.
Así ha logrado su poder la China de hoy, que es –vale la pena resaltarlo- la principal acreedora de Estados Unidos. El modelo chino es la síntesis perfecta del marxismo-leninismo y el maoísmo con el neoliberalismo. Los cuatro sistemas son dictatoriales. Los cuatro empobrecen a las mayorías y los cuatro benefician a las cúpulas. No hay choque dialéctico entre ellos. La ideología de los bilderbergs cobija a los dictadores mundiales y desprotege a más de siete mil millones de seres humanos. No aceptarlo equivale a cerrar los ojos y no querer tomar consciencia de un problema real.
Apuntes finales
- Josefina Vázquez Mota, aspirante a la candidatura presidencial del PAN, reveló que entre las 21 y las 22 horas del 2 de julio de 2006, recibió una llamada del entonces consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, en el sentido de que Felipe Calderón sería el próximo Presidente de México. Ugalde, entrevistado por este reportero, lo negó. Dijo que todavía a las 22:45 horas del día de la elección desconocía las tendencias de la votación.
Vázquez Mota, entonces coordinadora de campaña de Calderón, saltó a los medios para decir que se pudo haber equivocado de hora, pero que la llamada de Ugalde sí existió. Ugalde nos dijo en Radio Trece que tan desconocía como iba a quedar la elección que incluso recibió un fuerte reclamo del presidente Fox a las 23:40 del domingo 2 de julio de 2006.
Vázquez Mota, requerida otra vez por este reportero, se negó a tomar la llamada y no aclaró algo fundamental: ¿Le dijo Ugalde que Calderón sería el próximo Presidente de México, o sólo habló con él en esa histórica noche, sin definir el resultado de la contienda electoral?
Si Ugalde le anticipó el triunfo de Calderón, eso da pie a pensar con rigor lógico que hubo fraude.
Si Ugalde no le dijo nada, ¿por qué Vázquez Mota lo presume? ¿Será que ya sabía que Calderón iba a ganar, en momentos en que el comité de cinco científicos del IFE registraba empate técnico entre FCH y AMLO, en dos de sus modelos y sólo una ventaja marginal del panista, en el otro?
Y una pregunta más: ¿estará enviando señales, Vázquez Mota, de que se prepara otra maniobra similar para el 2012?
2. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aprueba la “primavera árabe”, pero niega a los palestinos su derecho a tener un Estado libre y soberano. ¿Por qué? Porque su reelección depende, en mucho, del voto judío y del apoyo de Israel. Así de simple.
3. Felipe Calderón envió al Congreso de la Unión una iniciativa de nuevo Código Federal de Procedimientos Penales que contempla, entre otras medidas, la detención de personas “en caso de urgencia” y un sistema de “investigación sin orden judicial”. También el cateo a partir, solamente, de una denuncia anónima. ¿Quedará alguna duda de que nos quieren imponer un estado policíaco, pero –eso sí- muy neoliberal? {vozmeend}
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