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Edicion 276
Escrito por Jorge Santa Cruz   
Domingo, 26 de Febrero de 2012 19:28

PUNTO CRÍTICO
JORGE SANTA CRUZ
(Exclusivo para Voces del Periodista)

Solución ciudadana

 

MÉXICO ESTÁ SUMIDO EN EL CAOS. Las evidencias son abrumadoras. Todos los sectores de la sociedad acusan signos de esa descomposición. El primero de ellos, el más evidente, quizá, se da a nivel de la relación gobierno-sociedad. Hay un innegable divorcio entre la clase gobernante y la población.


LA PARTIDOCRACIA se ha encerrado de manera tan hermética que se ha desentendido, absolutamente, de las necesidades de la mayoría de los mexicanos. Este divorcio garantiza a los políticos la permanencia en el poder y el usufructo del mismo, a cambio de perder la legitimidad. Su cerrazón no impide las disputas internas entre grupos y partidos. Tales conflictos son presentados a la sociedad como “demostración” de la existencia de un sistema democrático en México.

Golpes_en_el_congreso

El argumento, sin embargo, no resiste un análisis serio. Los grupos criminales también se pelean entre sí, pero eso quiere decir que sean buenos y útiles a la sociedad. Las peleas entre políticos y partidos se explican a partir de una idea muy clara: Chocan entre sí para tratar de hacerse de más poder, para obtener más canonjías, para tener mayores influencias, pero no para servir a la Nación.

La prueba más clara de que México está secuestrado por la partidocracia es que la “clase política” ha impedido una y otra vez la aprobación de las candidaturas ciudadanas y de las figuras de la consulta ciudadana y el plebiscito.

Conclusión número 1: la mayoría de los políticos “profesionales” no representa más que a sus propios intereses. Nada más.

Dictadura económica y financiera

Otro signo claro de ruptura del orden social se da en la relación entre el gobierno y los sectores productivos. Los funcionarios tienen una marcada preferencia por las mega-corporaciones y un marcado desdén por los derechos de los trabajadores.

Cada año, las transnacionales evaden cientos de miles de millones de pesos en impuestos gracias los regímenes especiales de tributación. El régimen, en cambio, golpea a la clase trabajadora con aumentos mensuales al gas, las gasolinas y el diesel, e impulsa una reforma laboral muy parecida a la que implantó el gobierno español el pasado viernes 10 de febrero. Dicha reforma facilita los despidos de personal, reduce los montos de las indemnizaciones y da facultades a las empresas para que bajen los salarios de manera unilateral.

Lo que sucede con Mexicana de Aviación es un claro ejemplo de cómo la cúpula de poder –el establishment mexicano- tiene intereses cerrados. Mexicana y Aeroméxico fueron privatizadas para beneficiar a inversionistas ligados al poder, como Gastón Azcárraga (Mexicana) y favorecer a las empresas aéreas extranjeras, como Delta o American Air Lines.

La Risa de Gastón Azcárraga
La risa de Gastón Azcárraga

La privatización de las dos aerolíneas mexicanas sirvió, después, para favorecer los intereses de gente como Andrés Conesa, el funcionario que vendió las dos empresas, y que hoy es uno de los principales ejecutivos de Aeroméxico.

Pero hay más: Con la obligada permanencia en tierra de Mexicana de Aviación han salido ganando Interjet, de Miguel Alemán Velasco, y Volaris, de Carlos Slim. El negocio ha sido redondo.

Gastón Azcárraga, que hundió a Mexicana, con maniobras sucias calculadas en un millón 200 mil dólares, disfruta de la vida sin mayor preocupación. En cambio, a los trabajadores de Mexicana (pilotos, sobrecargos y personal de tierra) se les persigue y se les golpea, como lo hizo, recientemente, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard.

Los sindicatos incómodos son acosados. En cambio, los sindicatos corporativos leales al sistema, como los de Pemex, CFE y el SNTE, son protegidos, a cambio de que limiten la libertad de sus agremiados.

Conclusión número 2: México está sometido a una dictadura económica, financiera y laboral.

Muerte e impunidad

La lucha contra la delincuencia organizada, mal planeada desde el inicio, dejará al gobierno de Felipe Calderón más de 50 mil muertos. (Del 1 de diciembre de 2006 al 30 de septiembre de 2011, según cifras oficiales, el número de víctimas mortales era de 47 mil 515). Esa incesante efusión de sangre, ese clímax de miedo, esa erupción de terror, ese nivel extremo de sufrimiento, sin embargo, no se han visto reflejados en la aplicación de la justicia. Los niveles de impunidad son abrumadores: sólo dos de cada cien delitos se castigan en México. Los otros quedan impunes. Para convencerse de ello, basta consultar las cifras proporcionadas por el Senado de la República, la Cámara de Diputados o la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

El desbordamiento de la crueldad en México no llevó a que las autoridades atacaran las diversas causas del problema. Prueba de ello es que las redes de lavado de dinero de los grupos criminales siguen intactas. Nadie puede convencer a la sociedad de lo contrario.

Se lanzó al Ejército a una lucha desgastante, a sabiendas de que sería aprovechada por la izquierda, por los activistas de derechos humanos y -¡por supuesto!- por Estados Unidos, para desprestigiarlo. En cambio, poco, casi nada, se hizo para crear empleos dignos y bien pagados para los jóvenes, y para ampliar la capacidad de matrícula y la calidad de la enseñanza en las instituciones de educación media superior y superior. La Secretaría de Educación Pública reveló, a principios de mes, que cada año desertan 600 mil jóvenes del bachillerato para buscar un trabajo; un trabajo, agregamos nosotros, que será mal pagado.

Conclusión número 3: Con base en las leyes aprobadas por el Congreso y en el manejo propagandístico de la información, es previsible que el establishment mexicano prepare la instauración de una dictadura policiaca. El truco “genial” será que la sociedad, agobiada por el terror, sea la que “exija” un gobierno totalitario.

Descomposición religiosa

Para colmo, la mayoría de los clérigos católicos perdió la espiritualidad inherente a su magisterio, a cambio de un protagonismo mundano que nada tiene que ver con la divina doctrina de Jesucristo.

Los ministros de la Iglesia católica, infectados por el liberalismo del Concilio Vaticano II, se han olvidado de atender a las almas, a cambio de figurar en las distintas actividades seculares. Si hubieran hecho bien su trabajo, si ejercieran bien su ministerio, la realidad interna del país sería otra, totalmente diferente.

Cpula_religiosa

Y sería radicalmente opuesta porque la feligresía, consciente de su fe, convencida de la infalibilidad de la doctrina de Jesús, amaría a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. El complejo entramado de nuestras leyes se simplificaría bajo el principio de la Sindéresis: Haz el bien y evita el mal. El mal tiene que ver con la muerte, con la mentira, con el fraude, con la corrupción de costumbres.

Los clérigos, obedientes a la puesta al día de la Iglesia, ordenada por el Vaticano II, lo que hicieron fue subordinar la fe a las frágiles ideologías de los partidos y, con ello, convertirla en causa de disputas y de división. No se dieron cuenta, o tal vez no quisieron y no quieren darse por enterados, de que todo reino dividido está condenado a su destrucción.

Conclusión número 4: el establishment mexicano aprovechó la laxitud del Vaticano II para infiltrar al clero y éste, halagado por los favores del mundo, politizó su ministerio, ante el gozo de sus eternos detractores, quienes preparan la dictadura del laicismo y la condena de la religiosidad.

Solución ciudadana

La solución a esta compleja problemática debe venir desde las bases de la sociedad, no desde la cúpula del poder. Debe partir de lo más íntimo de cada conciencia. Se debe dar a partir de la generosidad individual. Pero si los egoísmos y los protagonismos persisten en las parcelas, en los ejidos, en los ranchos, en los condominios, en las calles, en las colonias, en las delegaciones políticas o municipios, nada se podrá hacer.

Partidocracia

La solución, insistimos, debe partir de la generosidad individual. Pero si los padres de familia se desentienden de los hijos, y estos descalifican a sus progenitores. Nada se podrá hacer.

Si los ciudadanos no alzamos la mira y asumimos que servir a la Patria es un honor, seguiremos igual o peor. Así, nada se podrá hacer.

Los adultos de hoy vamos de salida. Habrá quien piense que al morir, ninguna otra cosa le podrá suceder. Ese pensamiento –estrecho y egoísta, basado en una lógica atada al tiempo- arrebata al ser humano su trascendencia.

No se trata de decir “que las cosas sigan igual, al fin que me voy a morir”. Es cierto. Todos habremos de fallecer. Pero también lo es que dejaremos a otras generaciones, que viven desprevenidas, en calidad de rehenes de un caos que podría hacer que su barca zozobre en las aguas de la corrupción total, del materialismo absoluto, y de la dictadura más despiadada que el hombre haya conocido.

Ser ciudadano mexicano es un honor. Seamos merecedores de él.

Twitter: @JorgeSantaCruz1

 

 



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