ECONOMÍA Y POLÍTICA MIGUEL ÁNGEL FERRER
Algo es algo
ES COSA PÚBLICA Y BIEN SABIDA que el precandidato más fuerte y mejor posicionado del Partido Socialista de Francia para las elecciones presidenciales en que resultó derrotado el ultraderechista Nicolás Sarkozy era Dominique Strauss-Kahn, hasta fecha muy cercana director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI.)
Strauss
TAMBIÉN ES COSA ARCHISABIDA que esa institución es el súmmum del neoliberalismo, un organismo de extrema derecha y agente y operador del imperialismo, y por lo tanto responsable directo e indirecto de la aplicación en todo el orbe y especialmente en los países pobres de las políticas económicas de austeridad, contraccionistas y pro-crisis que promueven el desempleo, el bajo y a veces nulo crecimiento económico, las deudas externas gigantescas e impagables y la más extrema desigualdad social.
De modo que cabe preguntarse cómo era posible que el director-gerente del FMI pudiera ser militante, alto dirigente y precandidato presidencial puntero del Partido Socialista. ¿Un hombre de extrema derecha abanderando las causas socialistas? El asunto es incomprensible, a menos que se reconozca que ese partido socialista es igualmente una organización de derecha.
Pero finalmente Dominique Strauss-Kahn no pudo disputarle la presidencia de Francia a Sarkozy. El desbordado apetito sexual del célebre y reaccionario banquero, y quizás el aprovechamiento de ese rasgo personal por cuenta de sus poderosos enemigos, empezando por el propio Sarkozy, quien lo veía como un adversario temible, llevaron al célebre comprador de servicios sexuales a caer en una trampa que lo llevó a perder la candidatura presidencial de su partido.
El sustituto y finalmente vencedor de Sarkozy y nuevo presidente de Francia es Francois Hollande, una persona menos dada a la exposición pública que tan cara costó a Strauss-Kahn. Pero menos exposición pública no significa menos conservadurismo y menores afanes imperialistas.
Hollande
Recuérdese a este respecto que Hollande, a la sazón importante legislador francés y europeo fue uno de los impulsores de la invasión militar de Libia por cuenta de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Y no descubro el hilo negro si digo la OTAN y el FMI constituyen la dupla militar y financiera que desde hace más de sesenta años han impuesto el sistema de dominación mundial prevaleciente.
Francois Hollande, un político de derecha, ¿es la esperanza de media Francia? Por los números finales de la elección presidencial parece que sí. El derrotado Sarkozy quedó apenas unos cuantos votos abajo del vencedor Hollande. Y, por cierto, un significativo número de sufragios fueron para el partido neonazi que postuló a Marine Le Pen.
Con mucho menos de la mitad de los votos, ¿puede un político de derecha ser promotor y garante de los cambios en sentido progresista que reclaman los pueblos del mundo? Pues sólo que sea una esperanza muy parecida a la que en su momento representaron en España Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, dos conocidos representantes del neoliberalismo y de los modernos imperialismo, monarquismo y colonialismo españoles.
Algo positivo, sin embargo, ya ha propuesto Hollande. Anuncia que buscará eliminar del Pacto Europeo la cláusula “Cero déficit”, la que sin duda es la médula, la quintaesencia de las políticas neoliberales. Y puede ser que lo consiga, a pesar de la férrea oposición del más duro imperialismo de la canciller germana Ángela Mérkel.
Esa medida resultaría bienvenida en Europa y en el Tercer Mundo. Constituiría un frenazo a una mayor expansión y fortalecimiento de las políticas neoliberales. Un parón en el camino al suicidio social que implica el déficit cero. Y, como dice el pueblo, algo es algo.
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