A FUEGO LENTO ENRIQUE PASTOR CRUZ CARRANZA (Exclusivo para Voces del Periodista)
Mitomanías petroleras
LA ENIGMÁTICA EXPLOSIÓN EN EL EDIFICIO B-2 de las oficinas centrales administrativas de Pemex en la Ciudad de México, deja al descubierto toda la ineptitud, negligencia y vocación mitómana de la burocracia, que no ha podido reaccionar con certidumbre ante los hechos, y sus “conferencias de prensa responsables” deja más preguntas que respuestas ante el cúmulo de contradicciones y versiones que rompen toda lógica y muestran que no es lo mismo crear escenarios de culpabilidad en las víctimas si los casos se dan fuera de tantas miradas y se permite evadir toda duda, como en el trágico accidente de la plataforma “Usumacinta” en las violentas aguas del Golfo de México, cuando un fuerte frente frío se desestimó y terminó costando la vidas en circunstancias dantescas, por la simulación de tener equipos de salvación caducos que se destrozaron con el golpe de las olas, y barcos que sin la mínima pericia, al intentar ayudar a los náufragos, los destrozaron con sus propelas.
Las primeras notas informativas se dieron por conducto del vocero de la paraestatal Francisco Montaño, quien confirmaría que una explosión provocó daños en la planta baja y en el mezanine. Montaño declaró que sí hubo una explosión pero que, al momento de su versión, no tenían idea de qué lo había ocasionado, mientras primeros reportes policiacos señalaban que habría sido de una subestación eléctrica, y en forma por demás irresponsable y con toda la intención de minimizar los hechos se habló de “algunos lesionados en el sótano” .
El procurador General de la República, Jesús Murillo Karam se refirió a una maleta con cosméticos femeninos, como lo más peligroso encontrado en los destrozos de la enigmática explosión y sus incomprensibles causas, mientras la cifra de muertos y desaparecidos se incrementaba, actitud solamente comparable a la demostrada en tiempos del mediocre Miguel de la Madrid Hurtado, cuando se pretendió minimizar las dimensiones del sismo de 1985, al extremo de presumir “autosuficiencia de respuesta” que nunca se dio y mexicanos voluntarios dieron el ejemplo de auxilio, solidaridad y humanismo que dejó al regente Ramón Aguirre Velázquez en el ridículo.
Quienes no perdieron el tiempo en sus lecturas de las consecuencias globales de esta detonación misteriosa, fueron los editores del Financial Times, quienes ni tardos ni perezosos lanzaron al aire fanfarrias de alegría al escribir: “ La explosión en la torre de PEMEX podría beneficiar la gestión de Enrique Peña Nieto, ya que puede ser el catalizador para acelerar las reformas estructurales que busca el gobierno”.
En su blog The Word, el colega John Paul Rathtbone , quien titula su epitafio de muertes útiles en accidentes oportunos: “Las consecuencias de la explosión de Pemex”, se viste de pragmatismo al lamentar las pérdidas humanas en el evento, poniendo como ejemplo la tragedia en el club nocturno de Brasil “Kiss”, que, similar a las explosiones en Pemex, tienen también consecuencias políticas que pueden ayudar a acelerar las reformas anunciadas.
Esta joya de humanismo no se detiene en sus conclusiones y pronósticos de secuelas inmediatas cuando dice: “Aunque puede sonar insensible, éstos (accidentes) pueden ayudar a acelerar los programas de reformas de Dilma Rousseff, de Brasil, y de Enrique Peña, de México”.
Después de leer esas afirmaciones del editor del Financial Times, podemos entender las razones de peso moral, ético y humanista que debieron valorar los decanos y catedráticos en la inclusión dentro de la cartera docente de Harvard, del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, paradigma de los más altos principios de exterminio o depuración étnica de los futuros líderes mundiales del modelo neoliberal.
Al margen de las versiones sobre los hechos, habremos de estar muy alertas en las zonas estratégicas de exploración y producción petrolera, especialmente en el Golfo de México y enel Desarrollo Cantarell, pues ante la demostración de ineptitud para salvaguardar la integridad de la principal fuente de financiamiento nacional por la venta de crudo al mundo, no podemos descartar que la teoría de Don John Paul se aplique a fondo en nuevos “accidentes facilitadores” de las reformas energéticas, que amenazan la integridad de tantos trabajadores en las plataformas marinas, las instalaciones, y el casi olvidado ducto del que desde hace más de 30 años se mantienen en completo secreto su estado de seguridad, sabiendo que se construyó violando todas las normas internacionales de seguridad ante las prisas de aumentar la producción y contrarrestar las políticas de costos de la OPEP, para lo cual no les importó afectar la pesca de escama y crustáceo en las costas de Campeche.
Si se revisan las bitácoras de mantenimiento, seguramente se encontrarán millonarios contratos de los denominados “de papel”; es decir, simples trámites burocráticos para la mafia petrolera que se consolidó con la incursión de los hijos de Marta Sahagún y el clan Mouriño.
Es deseable que se tengan pronto resultados convincentes de las investigaciones sobre qué generó realmente esa explosión; a quiénes pueden estar beneficiando semejantes actos; si pueden ser respuesta criminal de tantos intereses atrincherados en tres sexenios, y si se tiene la seguridad de estar debidamente protegidos los haberes más básicos y elementales de la Seguridad Nacional. Es decir; urgen respuestas convincentes y responsables de todos los niveles de gobierno.
No queremos que se construyan acuerdos inconfesables sobre el cadáver de ningún connacional, para el despojo del petróleo de todos los mexicanos de hoy y mañana.
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