Los otros poderes fácticos CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
RESULTA PARADÓJICO que la existencia del Pacto por México
como base para un mecanismo de negociación de acuerdos políticos haya sido
arrinconado a una agenda demasiado precisa de temas y que -como en el caso edu
cativo- los disidentes se hayan metido en un fase de tensión dinámica.
Las reformas del sistema político entraron en la dinámica
más perversa de todo mecanismo de negociación: La dialéctica calle-parlamento.
Lo grave es que lo conseguido en el parlamento entre las fuerzas
político-partidistas que estarían representando a partes sustanciales de la
sociedad pueda ser echado abajo en la calle donde no valen las razones sino las
masas y la confrontación.
En este contexto, buena parte del análisis político tiene
un escenario de estudio bastante novedoso: La existencia de poderes fácticos
sociales; es decir, de organizaciones de masas que llevan la negociación a la
orilla de la ruptura para obtener beneficios no tanto en un toma-daca sino en
la conquista violenta de agendas.
Los maestros disidentes, agrupados en la Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación, constituyen un poder fáctico de tipo
rupturista. Al final, su objetivo no es frenar una reforma constitucional
aprobada por el 90 por ciento del Congreso y la mayoría de los congresos estatales
sino convertir la oposición al tema de la evaluación en un punto de ruptura
institucional.
El objetivo final de la CNTE en su lucha educativa busca
arrodillar al Estado por la vía de la presión callejera.
El problema es de representatividad. La CNTE no es un
organismo laboral sino un movimiento de masas con el propósito de modificar la
forma representativa y republicana de gobierno e instaurar un modelo de
ejercicio del poder directo de las masas.
En Oaxaca, por definición de la Sección XXII de maestros,
la insurrección del 2006 se fijó la meta de convertir al estado en una Comuna
revolucionaria. El tema no debiera asustar, de no ser por los métodos: La
Constitución prevé el cambio de la forma de gobierno pero establece los
mecanismos institucionales. Al final, la XXII y la CNTE buscan un asalto al
poder.
Los movimientos de masas se convierten en poderes
fácticos cuando se salen de los cauces institucionales que permiten todo tipo
de reformas. El problema se localiza en el hecho de que esos poderes de masas
carecen de mayoría institucional y por eso convierten sus movilizaciones
callejeras en elementos de presión social. Pero un plantón no puede decidir el
rumbo institucional de la República.
La CNTE y sus aliados perdieron espacios institucionales cuando
el PRD optó por el camino del cambio pactado y se alejó de la presión callejera
que privilegióLópez Obrador y que no condujo a victorias electorales. Al
quedarse sin partidos y sin representación legislativa, la CNTE y aliados
decidieron aumentar el grado de presión callejera con marchas, plantones en
carreteras y asentamientos en las puertas de negocios privados para impedir su
funcionamiento. La intervención policiaca en la carretera Acapulco-DF el
viernes 5 de abril puso límites a esas prácticas.
Orientados a la ruptura sistémica, sin ninguna
posibilidad de negociar reformas y organizados para cambiar por la fuerza la
forma republicana y representativa de gobierno, la CNTE y sus aliados
decidieron la presión callejera con ello se convirtieron en un poder fáctico y
por tanto en un desafío al sistema político. Y tomarán la calle para bloquear
los acuerdos en el parlamento.
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