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Edición 312
Escrito por AGI   
Viernes, 06 de Diciembre de 2013 21:12

  PARTIDOCRACIA

 

“Democracia” 

con tufo fascista

 

ESTA CIENTIFÍCAMENTE COMPROBADO que -en situaciones de estupor- la esquizofrenia no suele ser  la mejor consejera para el  común de los mortales. Menos aún, para el sedicente agente de la clase política que, a determinada altitud, es presa del vértigo. Los paladines de la partidocracia pasan por este tipo de trance, pero se resisten a tumbarse en el diván del siquiatra. Es que están definitivamente convencidos de su exención en la rendición de cuentas el electorado (¿?).

 


Todo lo planchan en lo oscurito.


ESPECIALMENTE en esta temporada de loco retorno del PRI a Los Pinos, los contados especímenes, protagonistas en la escena pública que acaparan el circuito cerrado de los medios electrónicos, parecen encaramados en la vomitiva montaña rusa y al estilo de La Chimoltrufia, “como expectoran una cosa, expectoran otra”. 

Uno de esos ahora incontinentes e incontenibles actores, es el veterano pero también fosilizado sonorense, Manlio Fabio Beltrones Rivera. En la añeja jerigonza priista, es una chucha cuerera. Se le dice así, al que domina las tablas en cualquier puesta en escena. Economista de extracción académica, su mentor en política -en particular en su oficio “de tinieblas”-, fue el difunto don Fernando Gutiérrez Barrios, que se las sabía “de todas, todas”. 

Recordando La conspiración de Chipinque  

El sagaz y patriota veracruzano fue un celoso custodio del Estado mexicano contra las acechanzas de las derechas. Con no poco acierto, contra la derecha clero-empresarial. Para decirlo pronto, en 1973 y 1979, don Fernando monitoreó los paros patronales en Puebla, sonsacados por el anticomunista y hombre de El Yunque, Eduardo García Suárez. En febrero de 1975, provocó el aborto de la empresarial Conspiración de Chipinque (Monterrey), para derrocar a Luis Echeverría.



Como 
dicen una cosa, dicen otra. 

Al lograr “autonomía de vuelo” en los años 80, primero como dirigente estatal del PRI en Sonora y luego como gobernador del mismo estado, Beltrones Rivera buceó los entresijos del PAN, lo atrapó y lo tuvo en un puño. No por otra causa, el ex jefe nacional del partido azul Manuel Espino Barrientos, le dedicó todo un libro, describiéndolo como el verdadero peligro para México, con la intención de mojarle la pólvora en sus pretensiones de arribar a la presidencia de la República en 2012. 

Al tiempo, la inflexión: En el tránsito de su tercera diputación federal a su segunda senaduría (agosto-septiembre de 2006), Beltrones Rivera tejió y tendió la alfombra roja para que el panista Felipe Calderón Hinojosa pudiera apoltronarse en Los Pinos a desatar su sanguinaria guerra narca. 

Incitación al odio y el linchamiento 

Pero, en los primeros días de noviembre, al socaire de las protestas contra la reforma hacendaria, Beltrones Rivera se recuperó de la amnesia e hizo una temeraria acusación a los detractores de esa reforma, imputándoles actitudes fascistas por incitar al odio y el linchamiento contra los legisladores que aprobaron la iniciativa. Los equiparó con los activistas de la CNTE que volantearon contra los legisladores federales que aprobaron la reforma educativa.



Muerto el mentor, murió 
la ecuanimidad.

 

Beltrones Rivera trató de disimular su acusación de fascistas al ocultar nombres de los partidos políticos y organizaciones empresariales a los que se refirió. Pero ya era evidente que los animadores de esa campaña, sobre todo en la frontera norte, contra la homologación del IVA, eran los de la vieja mancuerna Coparmex-PAN. A mayor abundamiento, en esa febril jornada declarativa en la que trató el asunto de un nuevo Instituto Nacional de Elecciones, citó expresamente al PAN. 

Fáctico, el Pacto por México 

Tres días después, en foro de la Cámara Española de Comercio, Beltrones Rivera describió el Pacto por México como un gobierno de coalición “no legalizado”. No faltó uno de sus publicistas que lo interpretara, denominándolo un “Pacto de facto”. Esto es, al margen del Derecho; al margen de la Constitución.



Tardío cazador de fascistas.

 

Como al Pacto por México sólo concurran PAN, PRD, PRI y su apéndice el PVEM, Beltrones Rivera consideró, sin embargo, que “es la base” para que todas las fuerzas políticas tengan un espacio “legitimo y legal” para trabajar sus coincidencias. Ambigüedades exclamatorias aparte, ¿habla bien del Pacto, el que uno de sus componentes -el PAN- sea codificado por el coordinador parlamentario priista como fascista? Lo dicho, la esquizofrenia no es buena consejera. 

Por lo demás, ya no resulta sólo procaz, sino cínica, la forma de chantaje-concertacesión con la que los representantes de los partidos de primera, segunda o tercera minorías en el Congreso de la Unión traman sus arreglos en lo oscurito. 

El toma y daca -la transa- ha sido institucionalizado ya por la partidocracia en el Poder Legislativo: Ora para designar un miembro de la judicatura federal o un magistrado del Tribunal Electoral, ora los consejeros del IFE o comisionados del IFAI o del Ifetel, todo pasa por el qué me das para darte yo. 

A tarifa de un plato de lentejas 

“Te doy mis votos para tu reforma en Telecomunicaciones, pero me das mi cuota de comisionados en el Ifetel”. “Te doy mis votos para tu reforma educativa, pero me das la medalla Belisario Domínguez para mi fundador”. “Te doy mis votos para tu reforma hacendaria y el PEF pero quiero el pago de mi tarifa y algo extra para mi gobernador o alcalde”. “Te doy mis votos para lo que quieras, pero me pagas con algunas embajadas azules… El círculo viscoso. 



Espino lo catalogó como “el verdadero peligro para México”


En lo oscurito, dijimos antes: En lo oscurito, el PRI y el PAN pactan votos para finiquitar la desnacionalización del petróleo mexicano… “pero me das la reforma política que yo quiero”. (Con INE, de entrada costaría 50 mil millones de pesos.) 

En el fáctico Pacto por México, todo tiene valor de mezquino y discrecional trueque, Y les vale la República. Y menos les vale la Nación. Todo es mercancía a tarifa de un plato de lentejas. Y a eso le llaman “democracia”… con tufo fascista. (AGI)



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