PARTIDOCRACIA
“Democracia” con
tufo fascista
ESTA CIENTIFÍCAMENTE COMPROBADO que -en situaciones de estupor- la
esquizofrenia no suele ser la mejor consejera para el común de los mortales. Menos aún, para
el sedicente agente de la clase política que, a determinada altitud, es presa
del vértigo. Los paladines de la partidocracia pasan por este tipo de trance, pero se resisten a
tumbarse en el diván del siquiatra. Es que están definitivamente convencidos de
su exención en la rendición de cuentas el electorado (¿?).
Todo lo planchan en lo oscurito.
ESPECIALMENTE en esta temporada de loco retorno del PRI a Los Pinos, los
contados especímenes, protagonistas en la escena pública que acaparan el
circuito cerrado de los medios electrónicos, parecen encaramados en la vomitiva
montaña rusa y al estilo de La Chimoltrufia, “como expectoran una cosa, expectoran otra”.
Uno de esos ahora incontinentes e incontenibles actores, es el veterano
pero también fosilizado sonorense, Manlio Fabio Beltrones Rivera. En la añeja
jerigonza priista, es una chucha cuerera. Se le dice así, al que domina las tablas en
cualquier puesta en escena. Economista de extracción académica, su mentor en
política -en particular en su oficio “de tinieblas”-, fue el difunto don Fernando Gutiérrez Barrios,
que se las sabía “de todas,
todas”.
Recordando La conspiración de Chipinque
El sagaz y patriota veracruzano fue un celoso custodio del Estado
mexicano contra las acechanzas de las derechas. Con no poco acierto, contra la
derecha clero-empresarial. Para decirlo pronto, en 1973 y 1979, don Fernando
monitoreó los paros patronales en Puebla, sonsacados por el anticomunista y
hombre de El Yunque,
Eduardo García Suárez. En febrero de 1975, provocó el aborto de la empresarial Conspiración de
Chipinque (Monterrey),
para derrocar a Luis Echeverría.
Como dicen una cosa, dicen otra.
Al lograr “autonomía de vuelo” en los años 80, primero como dirigente
estatal del PRI en Sonora y luego como gobernador del mismo estado, Beltrones
Rivera buceó los entresijos del PAN, lo atrapó y lo tuvo en un puño. No por
otra causa, el ex jefe nacional del partido azul Manuel Espino Barrientos, le
dedicó todo un libro, describiéndolo como el verdadero peligro para México, con
la intención de mojarle la pólvora en sus pretensiones de arribar a la
presidencia de la República en 2012.
Al tiempo, la inflexión: En el tránsito de su tercera diputación federal
a su segunda senaduría (agosto-septiembre de 2006), Beltrones Rivera tejió y
tendió la alfombra roja para que el panista Felipe Calderón Hinojosa pudiera
apoltronarse en Los Pinos a desatar su sanguinaria guerra narca.
Incitación al odio y el linchamiento
Pero, en los primeros días de noviembre, al socaire de las protestas
contra la reforma hacendaria, Beltrones Rivera se recuperó de la amnesia e hizo
una temeraria acusación a los detractores de esa reforma, imputándoles actitudes
fascistas por incitar al
odio y el linchamiento contra los legisladores que aprobaron la iniciativa. Los
equiparó con los activistas de la CNTE que volantearon contra los legisladores federales que
aprobaron la reforma educativa.
Muerto el mentor, murió la ecuanimidad.
Beltrones Rivera trató de disimular su acusación de fascistas al ocultar nombres de los partidos políticos
y organizaciones empresariales a los que se refirió. Pero ya era evidente que
los animadores de esa campaña, sobre todo en la frontera norte, contra la
homologación del IVA, eran los de la vieja mancuerna Coparmex-PAN. A mayor abundamiento, en esa febril jornada
declarativa en la que trató el asunto de un nuevo Instituto Nacional de
Elecciones, citó expresamente al PAN.
Fáctico, el
Pacto por México
Tres días después, en foro de la Cámara Española de Comercio, Beltrones
Rivera describió el Pacto por México como un gobierno de coalición “no legalizado”. No faltó uno de sus publicistas que lo
interpretara, denominándolo un “Pacto de facto”. Esto es, al margen del Derecho; al margen
de la Constitución.
Tardío cazador de fascistas.
Como al Pacto por México sólo concurran PAN, PRD, PRI y su apéndice el
PVEM, Beltrones Rivera consideró, sin embargo, que “es la base” para que todas
las fuerzas políticas tengan
un espacio “legitimo y legal” para trabajar sus coincidencias. Ambigüedades
exclamatorias aparte, ¿habla bien del Pacto, el que uno de sus componentes -el
PAN- sea codificado por el coordinador parlamentario priista como fascista? Lo dicho, la esquizofrenia no es buena
consejera.
Por lo demás, ya no resulta sólo procaz, sino cínica, la forma de chantaje-concertacesión con la que los representantes de los
partidos de primera, segunda o tercera minorías en el Congreso de la Unión
traman sus arreglos en lo oscurito.
El toma y daca -la transa- ha sido institucionalizado ya por la partidocracia en el Poder Legislativo: Ora para designar un miembro de la judicatura
federal o un magistrado del Tribunal Electoral, ora los consejeros del IFE o
comisionados del IFAI o del Ifetel, todo pasa por el qué me das para darte
yo.
A tarifa de un plato de
lentejas
“Te doy mis votos para tu reforma en Telecomunicaciones, pero me das
mi cuota de comisionados en el Ifetel”. “Te doy mis votos para tu reforma educativa, pero me das la
medalla Belisario Domínguez para mi fundador”. “Te doy mis votos para tu reforma hacendaria y el
PEF pero quiero el pago de mi tarifa y algo extra para mi gobernador o
alcalde”. “Te doy mis votos
para lo que quieras, pero me pagas con algunas embajadas azules… El círculo viscoso.
Espino lo catalogó como “el verdadero peligro para México”
En lo oscurito, dijimos antes: En lo oscurito, el PRI y el PAN pactan votos para finiquitar la
desnacionalización del petróleo mexicano… “pero me das la reforma política que yo quiero”. (Con INE, de entrada costaría 50 mil
millones de pesos.)
En el fáctico Pacto por México, todo tiene valor de mezquino y
discrecional trueque, Y les vale la República. Y menos les vale la Nación. Todo es mercancía a tarifa de un plato de
lentejas. Y a eso le llaman “democracia”… con tufo fascista. (AGI)
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