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Edición 312

 


General Lázaro Cárdenas del Rio.

 

¿Utilidad compartida?

 

CULIACAN DE LOS RETENES Y LOS TOPES, Sinaloa. ¿Utilidad compartida? ¿Es decir, la empresa estatal, en este caso Pemex (acaso todavía) buscando ganancia al igual que aquellos empresarios con quienes la van a compartir?



Osorio Chong y la reforma educativa.

 

¿Y CUANDO, POR VENTURA, la llamada “libre empresa” ha privilegiado el interés general sobre el suyo particular y privado? ¿Cuándo? 

Esas empresas, prácticamente las mismas a las que Lázaro Cárdenas expropió justamente el petróleo en México, no saben más que obtener ganancia al costo que sea, con la mínima inversión, el menor riesgo y las mayores ventajas. Que no le hagan al loco, ellas y sus epígonos no gratuitos del actual gobierno federal. 

La “reforma energética”, como la educativa, se ha venido promoviendo casi sin posibilidad alguna para que la discrepancia se haga presente, con sus razones y argumentos, en tesitura razonable frente a la andanada mediática. 

¿Y son los partidos (más bien sus dirigencias) a quienes apela el secretario de gobernación, Miguel Osorio Chong, legítimos representantes de la voluntad ciudadana? ¿Es el manoseado “Pacto por México” el foro adecuado, y calificado, para decidir qué es lo que conviene, o no, al país? 

La desmesura, los despropósitos, el asedio vulgar a una incipiente democracia, es lo que se está expresando. 

¿De buena fe? 

Cunden los apoyos acríticos, la simple adhesión al poder en turno. La llamada “clase política” nunca se ha distinguido por su capacidad de análisis, la visión de Estado no ocupa lugar entre esa clase, sino la mera adscripción al papel designado.



Disturbios del 2 de octubre 
de 2013.


No hay, por tanto, credibilidad alguna en sus “argumentos” para privatizar lo muy poco que resta en este país que ves; las cuentas, con certeza, han sido sacadas por los negociantes y sus socios del gobierno. 

Resulta cuesta arriba abonar el beneficio de la duda ¿Lo harían algunos de buena fe, aunque a contrapelo de la experiencia histórica? ¿Se habrían creído, de veras, los cálculos amañados que harían “necesaria” la privatización? 

Difícil concederlo y fuerte la sospecha de que no hay ingenuidad alguna, ni buena fe, sino la espera del reparto de utilidades, literalmente. 

Sometimiento y abyección en el espaldarazo incondicional, pero no gratuito.

También silencios y poses que tratan de encubrir el acuerdo a trasmano. 

Es cierto que no se ha podido cancelar la protesta, la manifestación de la discrepancia, de la inconformidad plenamente justificada, pero su peso específico todavía dista mucho de mover los hechos casi consumados desde su anuncio. 

La misma gata (o peor) 

No hace mucho escribimos que cuando había empresas paraestatales en México la privada iniciativa no dejaba de criticar, satanizar incluso, la ineficiencia, ineficacia, dispendio y corrupción imperante en aquel sector. 



Cerco de granaderos.


Razón había, en efecto, pero luego que el gobierno negoció privatizar lo privatizable, que prácticamente ya es casi todo, los iniciativos privados demostraron que se trataba, con ellos, de la misma gata y ni tan revolcada. 

Ineficiencia, ineficacia, pésimo servicio, corrupción y administración de los privilegios es lo que impera en lo privatizado. 

Los bancos, nacionalizados y después desnacionalizados (ahora en la correspondencia literal, viendo a la extranjería que de ellos se ha posesionado en ventajosa sociedad con los autóctonos) es muestra palpable de ello. 

La ganancia prometida al pueblo con las privatizaciones, de lo que sea, no se ha visto por parte alguna y sí la reiteración de las viejas prácticas leoninas del gran capital con la complicidad gubernamental.

Medios al descubierto

Pasando a otros temas, las protestas y movilizaciones magisteriales son una reacción natural, entendible y esperable, a la reiterada conducta del poder establecido, de negar la interlocución, hacer y deshacer a voluntad, imponer sus disposiciones ignorando a la parte que, por derecho, debería participar. 

Es el caso de la “reforma educativa” y los maestros de la CNTE; de la oposición a la reforma energética y los sectores sociales que protestan y a la vez proponen. 

Los llamados “al orden”, a “la recuperación” de espacios, llevan a la justificación del autoritarismo, a la represión. 

No tan de paso, la función designada por el poder a muchos medios, particularmente radiofónicos y televisivos, sin descargo de impresos, queda en evidencia. Han operado como paleros. 

¿Consumatum est? Puede ser, pero el tigre que estaba dormido ahora está somnoliento y la ley natural indica que se puede despertar por completo en cualquier momento. 

El horno no está para bollos 

El hecho es que las grandes reformas requieren de consensos firmes, sobre todo cuando afectan a intereses generales que históricamente han sido defendidos por el pueblo en su conjunto. Se necesitan ambientes, por así decirlo, en que puedan confluir las voluntades. De no ser así, los acuerdos se complican en demasía y sólo queda lugar para la imposición. 



Monumento a la Revolución donde descansan los restos de Lázaro Cárdenas.


Cuando en pasada columna escribimos que “lo que parecía casi idílico retorno al Jurásico de la tranquilidad prometida se empieza a desfondar a fuerza de realidad” y que ello no podía ser de otra manera “mientras las bases del actual sistema permanezcan inalterables”, algunos lectores asiduos discreparon del escribiente. La afirmación, dijeron, parecía exagerada y apuntaba a cancelar el beneficio de la duda para el gobierno federal entrante. 

Pero ahora es claro que el país sigue igual que antes: corrupción generalizada en los tres niveles de gobierno, violación de los derechos humanos en todas partes, retenes ilegales y operativos que, sospechosamente, sólo afectan a ciudadanos ajenos a la delincuencia. 

La crisis de credibilidad está presente en todos los ámbitos de la vida nacional, en nada se confía y todo queda a la casualidad o el seguimiento mecánico de las reglas no escritas del sistema. 

El horno no está para bollos, dice la vox populi. 

¿De quién es la culpa? 

¿Son responsables del evidente desastre educativo nacional los maestros que laboran en precarias condiciones, en centros escolares con múltiples carencias, sin apoyos efectivos para su mantenimiento y operación? 

¿Con bajos salarios que obligan a buscar actividades colaterales cuando no se cuenta con la influencia sindical, de común facciosa, lo que es del pleno conocimiento de las autoridades educativas? 

¿Con las dirigencias sindicales oficiales promoviendo, para su uso, la corrupción, el chantaje, la represión? 

Así las cosas, en la confección de la “reforma educativa” que aprobó el Congreso no fueron tomados en cuenta los maestros y eso es un hecho irrebatible. 

Muchos grandes medios al punto de la histeria porque la represión (del tamaño deseado, porque de hecho ya empezó aunque no en la medida que exigen) tarda, no se ocupan (como es su obligación ética) de las implicaciones laborales negativas para los profesores, de que está en cuestión la seguridad en el empleo y en riesgo la educación gratuita. 

Y fue con los votos de PRI, PAN, PVEM, Nueva Alianza y un sector del PRD, que fue aprobada la tal “reforma educativa”.

 

Tamborazos


-Sin solución a la vista (todos se hacen de la vista gorda) continúa la violación a la Constitución por parte del gobierno en los llamados “retenes”, mismos que propician la criminalidad en lugar de combatirla efectivamente. Y la consecuente desvergüenza oficial al respecto.

-Abusos, humillaciones a la ciudadanía, transgresión sistemática de los derechos, es la constante. Si hubiera diputados…

-En circulación nuestro libro El Mensaje, de relatos y aforismos. A ver a dónde llega ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla ).



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