El declive de
Estados Unidos (y de todos los demás...) JAMES PETRAS*
Afganistán, el cuento de nunca acabar
La economía política del mundo es un mosaico de
corrientes opuestas: Deterioro interior y enriquecimiento de la élite, nuevas
fuentes de incremento de las ganancias y de profundización del desencanto
político, caída de los estándares de vida para muchos y lujo extravagante para
unos pocos; pérdidas militares en algunas regiones y avances imperiales en
otras.
Se habla de configuraciones de poder mundial de carácter
unipolar, multipolar e incluso despolarizada. ¿Dónde, cuándo, hasta qué punto y
bajo qué circunstancias tienen validez dichas caracterizaciones?
Los que provocan
crisis se quedan con las
ganancias
Las
burbujas crecen y se desvanecen -pero hablemos de los "beneficiados":
Aquellos que causan las crisis, recogen las mayores ganancias mientras sus
víctimas no tienen voz ni voto. La economía especulativa y el estado delictivo
prosperan promoviendo la perversión de la cultura y del lenguaje.
"Periodismo investigador", o reportaje a través de la mirilla, está
de moda.
El
mundo del poder gira descontrolado: Mientras se produce la decadencia, los
poderes líderes declaran: "¡o nuestro liderazgo o la ruina de
todos!".
El
poder es una relación entre clases, Estados e instituciones militares e
ideológicas. Cualquier configuración de poder depende de las luchas pasadas y
presentes que reflejan relaciones cambiantes de fuerza. Las estructuras y los
recursos materiales, las concentraciones de riqueza, armamento y medios tienen
una gran importancia; establecen el marco en el cual se insertan los dueños
principales del poder.
Pero
las estrategias para retener o ganar poder dependen del tejido de alianzas, del
desarrollo de guerras y de la negociación de la paz. Por encima de todo, el
poder depende de la fuerza de los cimientos internos. Estos se basan en una
economía productiva, un estado independiente y libre de conflictos externos
perjudiciales y de una clase dominante capaz de recolectar recursos globales
para "comprar" el consenso interno de la mayoría.
Parámetros de evaluación
Para
evaluar la posición de Estados Unidos en la configuración global de poder es
necesario analizar las cambiantes relaciones políticas y económicas a dos
niveles: Por región y por esfera de poder. La historia no transcurre siguiendo
un patrón lineal ni ciclos recurrentes: Las derrotas militares y políticas en
algunas regiones pueden ir acompañadas de victorias importantes en otras. La
decadencia económica en algunas esferas y regiones puede estar compensada por
marcados avances en otros sectores económicos y en otras regiones.
China emerge como potencia económica y militar.
En
el análisis final, no se trata de marcar los resultados en un tablero ni de
sumar victorias y restar derrotas sino de interpretar los resultados regionales
y sectoriales extrayendo la tendencia y las estructuras emergentes de la
configuración de poder global. Comencemos por examinar el legado de las guerras
recientes en el poder económico, militar y político global de EE.UU.
Derrotas, retiradas, avances y victorias
La
perspectiva dominante en los análisis más críticos sostiene que en la década
pasada el imperio estadounidense ha sufrido una serie de derrotas militares, de
decadencia económica y que ahora enfrenta competidores más fuertes y la
probabilidad de mayores derrotas militares. La evidencia citada es contundente:
EE.UU. se vio forzado a retirar tropas de Irak, después de una ocupación
militar extremadamente costosa que duró una década, dejando un régimen que es
un estrecho aliado de Irán, el adversario regional de EE.UU.
La
guerra de Irak saqueó la economía, privó a las corporaciones de EE.UU. de la
riqueza del petróleo, incrementó el presupuesto de Washington y los déficit de
la balanza comercial y disminuyó los estándares de vida de los ciudadanos de
EE.UU. La guerra de Afganistán tuvo resultados similares, con altos costos
externos, retirada militar, regímenes subalternos débiles, descontento interno
y carencia de transferencia de poder (saqueo imperial) hacia el Tesoro de
EE.UU. o hacia las corporaciones privadas.
La
guerra de Libia causó la destrucción total de una rica economía petrolera en el
Norte de África, la desintegración total del estado y de la sociedad civil y la
emergencia de milicias armadas tribales y fundamentalistas opuestas a los
regímenes subalternos de EE.UU. y la Unión Europea en África del Norte, en la región
al Sur del Sahara y más allá. Washington decidió que, en lugar de seguir
beneficiándose de los jugosos acuerdos de gas y petróleo con el gobierno
conciliador de Kadafi, iba a impulsar un "cambio de régimen",
mediante una guerra que arruinó Libia y destruyó la viabilidad de un estado
central.
“Guerra de intermediarios”
contra Siria
La
actual "guerra por intermediarios" en Siria ha fortalecido a los
señores de la guerra musulmanes, ha destruido la economía del país y ha
incrementado la cantidad de refugiados -que ya contaba con millones de
desplazados de las guerras en Irak y Libia. Las guerras imperiales de EE.UU.
han causado pérdidas económicas, inestabilidad política y ganancias militares
para los adversarios musulmanes.
América
Latina ha rechazado categóricamente los esfuerzos de EE.UU. para derrocar al
gobierno de Venezuela. El mundo entero -menos Israel y Washington- repudia el
embargo a Cuba. Proliferan las organizaciones de integración regional, que
excluyen a EE.UU. Ha disminuido la participación de EE.UU. en la balanza
comercial de la región, con Asia tomando el lugar dejado por EE.UU. en los
mercados latinoamericanos.
Irak, una victoria pírrica.
En
Asia, China consolida y expande sus vínculos económicos con los países clave,
mientras que el "pivot" de EE.UU. se centra principalmente alrededor
de los asentamientos militares en Japón, Australia y Filipinas. Es decir que
China es más importante que EE.UU. para la expansión económica de Asia, y al
mismo tiempo, China financia el déficit de la balanza comercial de EE.UU. y
revitaliza la economía estadounidense.
En
África, las fuerzas militares de EE.UU. llevan a cabo operaciones para promover
los conflictos armados e intensificar la inestabilidad. Mientras, los
capitalistas asiáticos, con grandes inversiones en los países estratégicos de
África, recogen los beneficios del boom
de commodities, expanden los mercados e incrementan las ganancias.
Espionaje de NSA beneficia a corporaciones privadas
Las
revelaciones sobre la red de espionaje global de la NSA de EE.UU. han perjudicado
el accionar de los servicios de inteligencia y las operaciones clandestinas. La
inversión masiva de EE.UU. en el ciber-imperialismo, aunque pudo haber
beneficiado los intereses de algunas corporaciones privadas privilegiadas,
parece haber generado reacciones diplomáticas y prácticas negativas para el imperio.
En
suma, el actual panorama global presenta un cuadro de derrotas significativas
en las políticas imperiales, al igual que pérdidas sustanciales para el Tesoro
de EE.UU. y la erosión del respaldo popular. Sin embargo, esta perspectiva
presenta debilidades notorias, especialmente en relación con otras regiones,
relaciones y esferas de la actividad económica. Las estructuras fundamentales
del imperio siguen intactas.
La OTAN, la principal alianza militar
liderada por el Pentágono, está ampliando su lista de socios y expandiendo su
campo de operaciones. Los estados del Báltico, especialmente Estonia, son sitio
de ejercicios militares a gran escala a solo pocos minutos de las principales
ciudades rusas. Tanto Europa del Centro como del Este proveen bases para
misiles que apuntan a Rusia. Ucrania recientemente ha dado pasos para
integrarse a la Unión
Europea y para integrar la OTAN.
La
TPP caballo de Troya
La Alianza Trans-Pacífico (TPP) liderada por EE.UU. ha
expandido sus socios entre los países andinos: Chile, Perú y Colombia. Esto
funciona como un trampolín para debilitar los bloques de intercambio comercial
en la región como MERCOSUR y ALBA, que excluyen a Washington.
Mientras
tanto, la CIA, el
Departamento de Estado y las ONGs aliadas impulsan todo tipo de sabotajes
económicos y campañas de desestabilización política para debilitar al gobierno
nacionalista de Venezuela. Los banqueros y capitalistas pro-EE.UU. siguen
trabajando para sabotear la economía, generar inflación (50 por ciento),
desabastecimiento de artículos básicos de consumo y apagones eléctricos. El
control que ejercen sobre los medios de prensa de Venezuela les ha permitido
explotar el descontento popular echándole la culpa de la inestabilidad
económica a la "ineficiencia del gobierno".
Vietnam fue la primera gran derrota de EE.UU, en el siglo XX.
Por
sobretodo, la ofensiva de EE.UU. en América Latina se ha enfocado en el golpe
militar en Honduras, en el sabotaje económico constante en Venezuela, en
campañas electorales y de medios en Argentina, en la guerra cibernética en
Brasil, mientras que a la par EE.UU. estrecha vínculos con los gobiernos
neoliberales complacientes de México, Colombia, Chile, Panamá, Guatemala y
República Dominicana.
EE.UU.
ha perdido influencia en América Latina durante la primera década del siglo
XXI, pero desde entonces ha recuperado parcialmente algunos de sus clientes y
socios. La recuperación relativa de la influencia de EE.UU. en la región
ilustra el hecho de que los "cambios de régimen" y la disminución en
la balanza comercial, no han desgastado los vínculos financieros y corporativos
con los poderosos intereses estadounidenses, incluso en los países
progresistas.
Vulnerable, la integración de
AL
La
presencia continua de poderosos aliados políticos -incluso aquellos "fuera
del gobierno”- constituye un trampolín para que EE.UU. pueda recuperar su
influencia en la región. Las políticas nacionalistas y los proyectos de
integración regional emergentes siguen siendo vulnerables a los contraataques
de EE.UU.
Mientras
que EE.UU. ha perdido influencia entre algunos países productores de petróleo,
por otra parte ha disminuido el grado de dependencia de las importaciones de
gas y petróleo, gracias a un notable incremento de la producción energética vía
fracking y otras tecnologías
extractivas intensivas. Mayor autosuficiencia significa costos energéticos más
bajos para los productores internos, lo que aumenta su capacidad competitiva en
los mercados mundiales, y por ende la posibilidad de recuperar espacio en los
mercados para sus exportaciones.
Michelle Bachelet.
El
aparente declive de la influencia imperial de EE.UU. en el mundo árabe,
posterior a las populares revueltas de la Primavera árabe, se ha detenido e incluso se ha
revertido. El golpe militar en Egipto, y el establecimiento y consolidación de
la dictadura militar en El Cairo sofocó las movilizaciones de masas populares y nacionales.
Egipto
ha regresado a la órbita de EE.UU. e Israel. En Argelia, Marruecos y Túnez los
viejos y nuevos gobernantes están aplastando cualquier protesta
antiimperialista. En Libia, la fuerza aérea de EE.UU. y la OTAN destruyeron el gobierno
nacional populista de Kadafi, eliminaron un modelo alternativo de estado de
bienestar social y lo reemplazaron con el saqueo neocolonial, pero hasta el
momento no lograron consolidar un régimen neoliberal aliado en Trípoli.
Pandillas musulmanas armadas adversarias, matones de grupos étnicos y
monárquicos saquean y asuelan el territorio. La destrucción de un régimen
antiimperialista no condujo al establecimiento de un régimen proimperialista.
Israel profundiza política de
despojo
En
el Medio Oriente, Israel continúa despojando a los palestinos de la tierra y
del agua. EE.UU. sigue escalando las maniobras militares e imponiendo más
sanciones económicas contra Irán -debilitando a Teherán pero también
disminuyendo la riqueza y la influencia de EE.UU. por la pérdida del lucrativo
mercado iraní. Como en Siria, los aliados de EE.UU. y la OTAN destruyeron la economía
nacional y fragmentaron una sociedad compleja, sin lograr convertirse en los
principales beneficiados del proceso.
Los
mercenarios musulmanes han ampliados sus bases de operación mientras que
Hezbolá se ha consolidado como un importante actor en la región. Las
negociaciones actuales con Irán abrieron posibilidades para que EE.UU. reduzca
sus pérdidas y la amenaza regional de una nueva y costosa guerra pero esas
conversaciones son bloqueadas por una alianza entre el estado sionista-militar
de Israel, la monarquía de Arabia Saudita y la Francia
"socialista".
China: La marcha imbatible
Washington
ha perdido influencia económica en Asia -ante el avance de China- pero está
implementando una contraofensiva regional, desde su red de bases militares en
Japón, Filipinas y Australia. Promueve un nuevo acuerdo económico
Trans-Pacífico que excluye a China. Esto pone de manifiesto la capacidad de
EE.UU. para intervenir y para delinear los intereses imperialistas. Sin
embargo, anunciar nuevas política y formas organizativas no es lo mismo que
implementarlas y proveerles un contenido dinámico. El cerco militar tendido por
Washington alrededor de China está contrabalanceado por la deuda billonaria
contraída con Beijín. Una política militar agresiva contra China podría causar
que China se decida a vender masivamente bonos del Tesoro estadounidense y que
las inversiones de quinientas multinacionales se hallen en serio peligro.
Saigon, el general Nguyen Ngoc Loan ejecuta en público a un vietcong.
El
reparto del poder entre una potencia global establecida y una emergente, como
los son EE.UU. y China, no puede ser "negociado" a través de la
superioridad militar de EE.UU. Las amenazas y chicanas diplomáticas sólo
consiguen victorias propagandísticas, únicamente los logros económicos de largo
plazo pueden constituir los caballos de Troya necesarios para
erosionar el dinámico crecimiento de China.
Incluso
hoy, la élite de China gasta cuantiosas sumas para educar a sus hijos en las
"prestigiosas" universidades de EE.UU. y Gran Bretaña, donde se
enseñan las doctrinas económicas de libre mercado y las narrativas centradas en
la noción de imperio. En la última década, los políticos chinos más destacados
y las corporaciones más adineradas han enviado miles de millones de dólares de
valores lícitos y no-lícitos hacia cuentas bancarias en el exterior, para
invertir en negocios inmobiliarios de lujo en América del Norte y Europa y para
lavado de dinero en paraísos de estas actividades.
Hoy,
existe en China una facción poderosa de economistas y consejeros de las élites
financieras a favor de una mayor "liberalización financiera", es
decir, un dominio de las corporaciones financieras especuladoras de Wall Street
y la City de Londres.
Mientras que las industrias chinas pueden estar ganando espacios en la
competencia por los mercados internacionales, EE.UU. ha ganado y sigue ganando
espacios en la estructura financiera de China.
La
participación de EE.UU. en el comercio de América Latina puede estar en
retroceso pero el valor absoluto del dólar se ha incrementado varias veces en
la última década.
Izquierda engorda a
trasnacionales
EE.UU.
puede estar perdiendo clientes de derecha en América Latina pero los nuevos
gobiernos de centro-izquierda están colaborando activamente con las principales
corporaciones mineras y agro-industriales y con las empresas de
importación-exportación de bienes. El Pentágono no ha sido capaz de orquestar
golpes de estado, con la patética excepción de Honduras, pero todavía mantiene
una estrecha relación con los militares de América Latina de dos maneras: 1)
realizando actividades "antiterroristas", "antinarcóticos"
y de "control de migración" a nivel regional, 2) proporcionando
entrenamiento técnico y adoctrinamiento político mediante programas militares
"educativos" en el extranjero y 3) desarrollando ejercicios militares
conjuntos.
En
suma, las estructuras corporativas, financieras, militares, políticas y
culturales del imperio estadounidense continúan en su lugar y dispuestas a
recobrar hegemonía en el momento en que las oportunidades políticas se
presenten.
Ollanta Humala
Por
ejemplo, un marcado declive en los precios de los bienes (k)
probablemente provocaría una crisis profunda e intensificaría los conflictos de
clase en los países gobernados por regímenes de centro-izquierda, que dependen
de las exportaciones agrícolas y mineras para financiar sus programas sociales.
En cualquier confrontación, EE.UU. impulsaría el derrocamiento del gobierno y
la reimplantación de un gobierno aliado neoliberal en asociación con las élites
económicas y militares.
La
fase actual de políticas y configuraciones de poder post neoliberal es
vulnerable. El "declive de la influencia y del poder de EE.UU." es
relativo y puede ser revertido, incluso cuando no vuelva a su configuración
anterior. El punto teórico es que mientras las estructuras imperiales sigan
vigentes y mientras los colaboradores externos mantengan posiciones
estratégicas, EE.UU. podrá recuperar una posición dominante en la configuración
global de poder.
Para
que se concrete el regreso imperial no hace falta que sigan "las mismas
caras conocidas". Ya hay nuevas figuras políticas, especialmente algunas
con credenciales de progresistas y retoques cosméticos de ideología "socialmente
incluyente" con papeles importantes en las nuevas redes de intercambio
dirigidas por el imperio.
En
Chile, la recientemente electa Presidenta "socialista" Michelle
Bachelet y el peruano ex nacionalista Ollanta Humala son grandes defensores de la Alianza Trans-Pacífico
de Washington, un mercado regional que compite con MERCOSUR y ALBA, y excluye a
China.
China el gigante de Asia.
En
México, el presidente Peña Nieto, cliente de EE.UU., está privatizando la
"joya" de la economía mexicana, PEMEX, la gigante compañía petrolera,
fortaleciendo el poder de Washington sobre los recursos energéticos regionales
y aumentando la independencia de EE.UU. del petróleo de Medio Oriente.
El
Presidente colombiano Santos, el presidente de la "paz", está
negociando el fin de la guerrilla para expandir la explotación multinacional de
minerales y recursos energéticos localizados en regiones disputadas por la
guerrilla, un desenlace que le traerá grandes beneficios a las corporaciones
petroleras de EE.UU.
En
Argentina, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) ha firmado un contrato con
el gigante petrolero Chevron para explotar un gran yacimiento de gas y petróleo
conocido como Vaca Muerta. Este acuerdo expandirá la presencia de EE.UU. en
Argentina en el área energética, sumándose a la influencia ganada por Monsanto
en el poderoso sector agrícola.
No
hay dudas de que América Latina ha diversificado el comercio y que la
participación de EE.UU. ha experimentado un declive relativo. Los gobernantes
latinoamericanos ya no buscan ansiosamente la "certificación" de los
embajadores de EE.UU. antes de presentar una candidatura política. EE.UU. está
totalmente aislado en el boicot a Cuba. La OEA ya no es un paraíso para EE.UU. Pero hay
tendencias en el sentido contrario, como las reflejadas por el TPP. Hay nuevos
sitios de explotación económica, que no se hallan bajo el control absoluto de
EE.UU. que ahora sirven como trampolines desde donde obtener un incremento del
poder imperial.
Conclusión
La
economía de EE.UU. está en una fase de estancamiento y no logra recuperar
dinamismo debido a una serie de guerras imperiales. Sin embargo, en el Medio
Oriente, el declive de EE.UU. en relación con el pasado, no fue acompañado de
un ascenso de los viejos rivales.
Europa
se halla en una crisis cada vez más profunda, con un ejército inmenso de
desocupados, crecimiento negativo crónico y pocos signos de recuperación para
el futuro cercano. Incluso China, el nuevo poder global emergente, está
disminuyendo su crecimiento, que ha bajado del 11 al 7 por ciento en la década
actual. Beijín enfrenta un creciente descontento interno. India, al igual que
China, está liberalizando su sistema financiero, abriéndolo a la penetración e
influencia del capital financiero de EE.UU.
Las
principales fuerzas antiimperialistas de Asia y África no son los movimientos
progresistas, seculares, democráticos o socialistas. Los movimientos que se
enfrentan al imperialismo son religiosos, étnicos, misóginos y autoritarios con
tendencias irredentistas.
Las
viejas voces seculares y socialistas han perdido fuerza, y proporcionan
"justificaciones" perversas para las guerras de agresión en Libia,
Mali y Siria. Los socialistas franceses, que se opusieron a la guerra de Irak
en el 2003, ahora tienen al Presidente Hollande parodiando el militarismo brutal
del señor de la guerra israelí, Netanyahu.
El
punto es que tanto la tesis del "declive del imperio estadounidense"
como su corolario, "la crisis de EE.UU." es una exageración,
dependiente del tiempo y carente de datos específicos.
En
realidad no hay una alternativa al imperio ni una tendencia antiimperialista en
el horizonte inmediato. Mientras que es cierto que el capitalismo occidental
está en crisis, la reciente curva ascendente del capitalismo asiático en China
e India enfrentan diferentes crisis producidas por la salvaje explotación de
clase y por las criminales relaciones de casta.
Si
las condiciones objetivas están "maduras para el socialismo", los
socialistas, al menos aquellos que tienen alguna presencia política, se hallan
cómodamente insertados en sus respectivos regímenes imperialistas. Los
marxistas y socialistas de Egipto respaldaron a los militares para derrocar el
gobierno conservador musulmán electo por el pueblo, conduciendo a la
restauración de un régimen pro-imperialista en el país. Los
"marxistas" franceses e ingleses han respaldado la destrucción de
Libia y Siria por parte de la OTAN. Numerosos progresistas y socialistas, en
Europa y Estados Unidos apoyan a los israelíes militaristas y/o se quedan
callados ante el poder sionista interno en el poder ejecutivo y en el
legislativo.
Si
el imperialismo está en una fase de declive, también lo está el
antiimperialismo. Si el capitalismo está en crisis, los anticapitalistas están
en retirada. Si los capitalistas buscan nuevos rostros e ideólogos para
restablecer su prosperidad, ¿no es hora de que los antiimperialistas y
anticapitalistas hagan lo mismo?
Traducido por Silvia Arana
More articles by this author
|