Algo para unir a los venezolanos PERCY FRANCISCO ALVARADO GODOY*
Muchas
veces nos enredamos más en las contradicciones y olvidamos las cosas que deben
unirnos. Si tan sólo pensáramos que somos parte de una Patria, más allá de las
diferencias ideológicas, seríamos más dignos de ella. El odio ha de quedar
atrás, las rencillas han de desaparecer y la armonía debe primar cuando las
soluciones comprometen a todos. Eso ocurre hoy en Venezuela.
Si de algo sirvió el asesinato de Mónica Spear -dimensionado mediáticamente por
ser ella una figura querida y reconocida internacionalmente, aunque a diario
son asesinadas otras personas menos públicas-, fue para darnos a todos un
aldabonazo en nuestras conciencias.
La
respuesta a esta violencia que enluta a los hogares venezolanos, sin importar
las filiaciones políticas, la posición social, las creencias y las edades, o el
género, es una responsabilidad de todos los venezolanos. Quiérase o no, hay que
cerrar filas ante este flagelo. ¡No más luto en los hogares y no más impunidad
por parte de los criminales!
Quisieron
las circunstancias políticas que gobierne en Venezuela el presidente Nicolás
Maduro, continuador de la obra profundamente humanista de Chávez. Las críticas
de la oposición no sirven más que para fermentar rencores y dividir a los
venezolanos.
Nicolás Maduro.
Creo
que hay hombres sabios y enemigos honestos a los que hay que involucrar -o
involucrarse ellos-, en la extirpación de ese mal que daña a todos sin
exclusión. Creo que Capriles, al que tanto he criticado, puede dar una muestra
de dignidad ciudadana, así como la propia MUD, para impulsar con sincero
civismo, fuera de la manipulación, el plan necesario de pacificación para
Venezuela. ¡Dejemos atrás el discurso político y pasemos a una acción
inclusiva, capaz de eliminar las raíces de la violencia con mano dura y
responsabilidad social!
Fuera
Maduro u otro quien gobernara al país; fuera un gobierno de derecha o de otra
orientación política, la acción contra la violencia se convierte en prioridad
social en estos momentos. Es por eso que convoco a todos los venezolanos a
apoyar y participar al llamado del presidente ante los gobernadores y alcaldes.
Allí lo dijo con total claridad, en el salón Simón Bolívar del Palacio de
Miraflores: "Nadie se puede cruzar de brazos. El asesinato, la
violencia, la masacre contra esa joven venezolana y su esposo es una bofetada
para todos", (…) "Las armas las tienen que tener solamente las
fuerzas armadas y las policías".
Para
nadie es una duda que la tasa oficial para el año pasado fue de 39 asesinatos
por cada 100 mil habitantes. Todo un record doloroso que debe llevarnos a la
meditación, al compromiso y a la acción. Pero este fenómeno, simplemente, no
puede verse aislado de su impacto social, pues el luto no queda en las familias
exclusivamente y afecta a cientos de personas, a la par que genera miedo e
inseguridad en los demás.
Al centro, Ingerborg, madre de la víctima.
Bolívar
dijo: “La Justicia
es la madre de las virtudes de la
República”. Pero la justicia no es sólo responsabilidad
del Estado -aunque el mismo, junto al sistema judicial, el legislativo y el
público, son garantes de la misma-, se extiende más allá al ciudadano común, a
sus medios de expresión, a la vigilancia permanente y la denuncia oportuna.
Cumplir con Bolívar no es sólo combatir a la delincuencia y sus actividades,
sino ir a las raíces mismas de los fenómenos que la fomentan, a hacer valer la
educación y la cultura, a incorporar valores éticos y de responsabilidad
ciudadanos.
Esto
impone hacer prevalecer el concepto de cambio profundo en la manera de pensar y
de actuar, hacer de la justicia de instrumento actualizado a las nuevas
circunstancias y darle a los instrumentos penales un real carácter reeducativo.
Como
acertadamente señala Pedro A. Oliva Sierra, en un artículo publicado hoy por Aporrea, “Todos somos responsables de
lo que nos está pasando. Si queremos ser el Estado de la República Bolivariana
de Venezuela, todos debemos contribuir decisivamente en su construcción.
Empecemos por denunciar la corrupción en las instituciones del Estado y por
erradicar la inmoralidad en nuestras familias. Ambas acciones no nos cuesta
nada material, pero como familia y sociedad iremos creciendo cada día más.”
Respeto,
por tanto, el justo reclamo de actores, cantantes, productores, directores,
artistas plásticos, deportistas y otros, reunidos en la plaza Alfredo Sadel y
comparto su dolor sinceramente. Mas no solo basta con exigir a la Asamblea Nacional
más seguridad y respeto a la vida en Venezuela. A ellos los convoco a
involucrarse en el uso de los medios, al empleo de su impacto mediático para
desarrollar campañas a favor del cese de la violencia, a impostar mensajes
educativos, a invocar a la paz social y a hacer reflexionar a sus seguidores en
el valor del humanismo, el respeto a la vida y a la solidaridad humana.
Mónica con su esposo Thomas Henry Berry, también asesinado
Respeto
también el dolor de sus amigos y compañeros de trabajo en Telemundo y a todos
aquellos con los que Mónica intercambió hermosos momentos de amistad. Al igual
los insto a reflexionar que el asesinato de Mónica es uno más de los tantos que
ocurren hoy y que deben ser denunciados y condenados con igual compromiso.
Felicito,
por igual, a las instituciones gubernamentales que ya han obtenido las pruebas
necesarias para arrestar a 22 involucrados en este penoso suceso, incluidos los
responsables materiales de este atroz homicidio. La captura de Adolfo David
Rico Agreda, de 26 años de edad, alías El
Adolfito y líder de la banda Los Rapiditos, así como sus
cómplices, fue el aparente colofón de la investigación. Esta misma diligencia
debe ser usada para esclarecer cualquier asesinato, de manera tal que el pueblo
se sienta confiado y seguro.
Cuando
escribimos estas reflexiones fue asesinada Eliana Margarita Blanco, de 21 años,
de un disparo a quemarropa en la cara, en el sector El Chacal del barrio Nuevo
Horizonte de Catia. Otra víctima más.
La
violencia no ha derrotado al gobierno de Maduro; amenaza con derrotar a los
venezolanos. No es momento de deslindarnos de las culpas y descargar sobre el
gobierno toda la responsabilidad. No es el momento de urdir paros nacionales
como intentan hacerlo algunos señores de la ultraderecha, llenos de afanes
desestabilizadores.
Es
momento de unidad, de abierta colaboración, de civismo y compromiso. Es momento
de adecuar las leyes y hacerlas cumplir. Es momento de hacer valer la justicia,
respetándola. Venezuela se los agradecerá.
* Rebelión
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