El reloj de pulsera fue originalmente diseñado para las mujeres cual si fuera ‘joya’, hasta donde se sabe, el primer hombre que uso un reloj de pulso fue el millonario aeronauta y aviador brasileño Santos Dumont, en 1903. Los siguientes hombres que usaron ‘femeninos’ relojes en la muñeca, fueron los militares; artilleros y pilotos (los cuales necesitaban las dos manos libres), aquellos fueron modificaciones de los masculinos de bolsillo, luego se hicieron modelos especiales.
Los primeros relojes llevados al espacio (primero por los cosmonautas y luego por los astronautas) fueron máquinas comunes o de aviador como el Bulova Accutrom … luego ante los fallos de algunos de estos, la NASA compró stocks completos de relojes resistentes de las marcas más famosas, suizas y americanas (se dijo que Rolex, Omega, Enicar Sherpa, Hamilton, Timex), todos ellos fueron sometidos a pruebas inmisericordes. Solo hubo un recio ganador: El Omega Speedmaster (de fabricación suiza) fue el primer cronógrafo de cuerda manual, en ser seleccionado por la NASA para ser usado por los astronautas del Proyecto Gemini, los primeros en hacer EVA (Actividad Extra Vehicular) y luego del Proyecto Apolo, de manera significativa por los del Apolo 11, por lo tanto fue el primer reloj en alunizar.
El astronauta Buzz Aldrin el segundo en bajar a la Luna, llevaba en su muñeca (sobre el traje, obvio) un Omega Speedmaster 145.012 / 321 aquel célebre 20 de julio de 1969. Neil Armstrong, el primero en pisar la Luna, tuvo que dejar el suyo en el módulo lunar Eagle por un fallo del reloj del LEM. El Omega Speedmaster ha sido conocido desde entonces como The Moonwatch o el reloj lunar, y Omega así lo ha promocionado. Actualmente, el Omega Speedmaster de Armstrong se conserva en el Museo Nacional Smithsonian del Aire y el Espacio en Washington, vergonzosamente el de Aldrin fue robado durante el traslado al museo.
Durante la dramática misión Apolo 13, el astronauta Jim Lovell cronometró con el Speedmaster los 14 segundos de ignición de los motores secundarios del LEM para efectuar manualmente la re-entrada en la atmósfera terrestre, debido a que el ordenador de a bordo estaba apagado para ahorrar la energía necesaria para la supervivencia de la tripulación. El Omega Speedmaster fue nuevamente certificado por NASA en 1972 y en 1978. Al día de hoy, aunque otros relojes pueden ser y son usados en la Estación Espacial Internacional, el único autorizado para EVA sigue siendo el Speedmaster Professional.
Los soviéticos, quienes fueron los pioneros en el espacio, usaron durante los primeros vuelos relojes de marcas rusas, Yuri Gagarin llevaba en la muñeca un reloj muy común… fue hasta el EVA del cosmonauta Leonov, que un cronógrafo Poljot salió al espacio, funcionó pero tuvo algunas fallas debido a las condiciones extremas. Luego de la llegada a la Luna y finalizada la ‘carrera espacial de la guerra fría’, el espacio extra terrestre comenzó a verse como una empresa humana ajena a nacionalismos y el primer hito espacial en esta nueva postura correspondió a un reloj Omega: durante el Proyecto Apolo-Soyuz. De ahí en adelante, no sólo los astronautas estadounidenses, sino también los cosmonautas soviéticos llevaron el cronógrafo Omega Speedmaster de la neutral suiza para EVA. Los cosmonautas rusos habían llevado hasta entonces relojes Poljot; modelos Sturmanskie y Strela.
Los siguientes viajeros fuera de la tierra (como nación, pues muchos otros han llegado ahí, incluido un mexicano… el otro tan publicitado, sólo lo es por origen) han llevado, hasta donde se sabe relojes de fabricación china, como una forma de nacionalismo… Se sabe poco sobre esto, porque los amables chinos no suelen divulgar mucho su información, como si aún siguiera la ‘guerra fría’ en el espacio extra terrestre, hoy internacional, como detalle si desea adquirir un reloj chino, asegúrese de que sea CHINA MADE y no MADE IN CHINA, los primeros son de calidad, los otros son los baratos para exportación.
Pasado y futuro juntos
Todos los relojes destinados a EVA, la Luna, Marte y lo que se acumule, fuera de ambiente presurizado; son de cuerda manual.
A pesar de la exactitud lograda con los relojes digitales, los viajeros en el espacio extra terrestre que necesiten salir al ambiente exterior, siguen dándole cotidiana cuerda a su cronógrafo. La respuesta: los relojes automáticos por oscilación de masa, son inútiles cuando no hay gravedad o es muy poca, los de pilas, a menos que estén conectados al traje, suelen fallar a causa de los cambios brutales de temperatura.
Así pues viajamos al espacio y la Luna, con por lo menos una tecnología del S.XIX, Julio Verne estaría satisfecho. Paradojas…
La navaja suiza multiusos de mango rojo y cruz blanca, que portaba Mac Gyver en la tele, es uno de los embajadores helvéticos más reconocidos tanto ha sido así que viajó al espacio exterior.
Aclamada por su diseño, comparte el podio de las miniaturas triunfantes con leyendas como el encendedor Zippo o el auto Mini. Incluso la NASA entregaba una a los astronautas enrolados en el programa del transbordador espacial. Es tan popular que si se busca en Google ‘Swiss Army’ prácticamente todas las referencias son de la navaja y casi ninguna del ejército nacional suizo. El diseño original ha variado poco desde que Karl Elsener patentara su Schweizer Offiziersmesser o Navaja del Oficial Suizo en 1897.
La genialidad de la navaja de Elsener residía en la invención de un muelle singular capaz de articular múltiples hojas, creando así una navaja pequeña, ligera y multifuncional. Ya en manos de la cuarta y quinta generación Elsener, la producción de Victorinox alcanza cifras mareantes: se fabrican 34,000 navajas, 38,000 herramientas de bolsillo y 30,000 cuchillos ¡al día! Victorinox es actualmente el mayor fabricante de cuchillos de Europa, exporta 90% de sus hojas a unos 120 países, y genera una facturación anual de más de 500 millones de francos suizos. ¿Cómo es posible que una nación famosa por su neutralidad sea el hogar de una compañía cuya fama y fortuna se forjó sobre una diminuta navaja? La única de su clase que salió al espacio con los astronautas.
More articles by this author
|