El poder económico.
A LA NUEVA CONFIGURACIÓN del poder internacional, se le define como al nuevo período mundial que se genera a partir del término de la Guerra Fría, con cambios dramáticos en las concepciones geopolíticas y geoeconómicas en la búsqueda de un nuevo ajuste del equilibrio de poderes militares-político-económicos, de coordinación, cooperación o confrontación entre las grandes potencias del orbe.
CHINA ha resurgido no solamente en sus aspectos económicos sino con gran poderío militar e influencia política. Consecuentemente, China está actualizando, reajustando y reequilibrando sus intereses geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos a la nueva arquitectura mundial y a su nuevo carácter de líder global. Y así, avanzar al rango de primera potencia económica en el corto plazo, y política y militarmente en el mediano o largo plazo; hecho que EE.UU. está tratando de limitar con una serie de estrategias como la iniciativa del Acuerdo Transpacífico o TPP,por sus siglas en ingés, entre otras acciones.
China, ha sobrepasado a Europa
En lo que concierne a EE.UU. es claro que la región del Pacífico asiático, y en particular China, ha sobrepasado a Europa como su socio económico viable. Y, en ese contexto, es que se entiende el indiscutible surgimiento de China como potencia económica a nivel internacional. De acuerdo con el FMI y la OCDE en octubre de 2014, China ocupó el primer lugar de las economías del mundo. El PIB chino fue de 17 billones 617 mil millones de dólares en 2014, mientras que el de Estados Unidos fue de 17 billones 418 mil millones.
Es decir, el de China fue 1.1 por ciento mayor al de Estados Unidos. Apenas en 2010 el valor de la economía norteamericana era 23.8 por ciento superior al de China. De acuerdo con las propias proyecciones del FMI, para 2020 la economía china sería ya 25 por ciento mayor que la de Estados Unidos.
China, sin embargo, debido a la crisis mundial del petróleo, a su desaceleración económica interna, entre otros factores, regresó al segundo lugar económico mundial en el 2015. De acuerdo a estadísticas del Banco Mundial, en 2015, el valor de la economía mundial fue de 90.65 billones de dólares con datos ajustados por paridad del poder adquisitivo, que elimina efectos de tipo de cambio y diferencial de precios. En este tenor, Estados Unidos continuó a la cabeza de la lista con una economía de 15.53 billones de dólares, lo que representa 17.1% del total. Mientras que China ocupó la segunda posición con un PIB de 13.5 billones de dólares o 14.9% del total mundial.
Sin duda, las dos primeras potencias económicas mundiales tienen una interdependencia cada vez mayor. Los chinos han invertido cerca de 110,000 millones de dólares en el sector inmobiliario de EE.UU. en los últimos cinco años, más que los ciudadanos de cualquier otro país —salvo Canadá—, según indica un estudio de la Asia Society y la consultora Rosen Consulting Group. De esa cantidad, 93,000 millones fueron a parar al sector residencial y 17,000 millones de dólares a propiedades comerciales. De todos modos, esas cifras no incluyen las compras realizadas a través de empresas pantalla que no revelan la identidad de sus clientes, con lo cual la verdadera cantidad podría ser aún mayor.
Ese documento certifica la relevancia que las inversiones chinas han tenido en la recuperación del mercado inmobiliario estadounidense tras la caída que sufrió en 2008. Por ello, lo importante de esta tendencia es que, mientras que EE.UU. también ha invertido en bienes muebles e inmuebles en China, las adquisiciones chinas en el país norteamericano sobrepasaron a las estadounidenses por primera vez.
A todo lo anterior tendríamos que agregar que, de acuerdo al Departamento del Tesoro de EE.UU., la Reserva Federal de EE.UU. detenta 2.1 de los “Bonos del Tesoro” de EE.UU. Una tercera parte del total de los bonos, está en manos de otros países externos, donde China tiene la mayor parte de dichos bonos con un monto de más de 1.30 billones de dólares. Además, según el Global Economic Outlook, las reservas internacionales de EE.UU. sólo representan un poco más de 150 mil millones de dólares en tanto que las de China 3,341 billones de dólares. Y, finalmente, EE.UU. tiene una deuda pública de más de 160 % de su PIB en tanto que China de sólo 40 % de su PIB.
Es evidente que éste en un siglo donde el poder económico está definiendo quién o quiénes serán los nuevos actores del nuevo sistema internacional. Donde la arquitectura internacional ha pasado de ser unipolar-hegemónica, como era en el año 2000-2003, y EE.UU. llegó a ser una hiperpotencia, a una multipolar en su dimensión estratégico-militar con preponderancia de EE.UU., y de China en sus relaciones económicas en pleno siglo XXI.
Las estrategias de poder
La estrategia de seguridad nacional, regional y económica del presidente Barack Obama ha dado prioridad a la región de Asia-Pacífico con la negociación terminada, pero sujeta a ratificación por sus miembros del TPP. Para China, dicha estrategia no tiene otra intención que cercarla, limitarla o de impedir su ascenso al rango de gran potencia y su influencia económica regional y mundial.
Esto en virtud de que los gobiernos involucrados con el TPP son Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam; países donde la presencia económica de China se fortaleció en las últimas dos décadas. En conjunto, los 12 países participantes representan casi el 36 por ciento de la economía global, con un Producto Interno Bruto (PIB) total de aproximadamente 28 billones de dólares, más de 25 % del comercio global, con más del 11 % de la población mundial, con el 28 % de captación de la IED y con más de 11 billones de dólares en intercambios de bienes y servicios.
Ello daría un impulso de 220 mil millones de dólares anuales al PIB mundial para el 2025 y el fortalecimiento de la economía estadounidense frente a China.
Como elemento complementario a lo antes señalado, es relevante resaltar que China ha aprovechado su poderío económico para contrarrestar la influencia de EE.UU. e imponerse como potencia económica que es en el Pacífico asiático, en estos juegos de poder que se están dando en el tercer lustro del siglo XXI.
Con tal fin, China y veinte países asiáticos más firmaron en Beijing, el 24 de octubre de 2014, un Memorando de entendimiento para la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB) entre ellos, India. Filipinas, Tailandia, etc. La sede del banco se estableció, por supuesto, en Beijing. El banco contó con un capital inicial suscrito de 50,000 millones de dólares y con un capital autorizado de 100,000 millones de dólares.
Dicho banco tiene como misión financiar proyectos de infraestructura en Asia, un sector donde se calcula que las inversiones necesarias en la próxima década rondarán los ocho billones de dólares. Y a pesar de que EE.UU. solicitó a Francia, Alemania, Reino Unido e Italia que no formaran parte, éstos en estrecha colaboración con otros socios europeos e internacionales, se integraron a los miembros fundadores del AIIB.
Es evidente que China ha actuado con el fin de contrarrestar la influencia que tiene en Asia EE.UU., a través del FMI y en el Banco Mundial, y así dar forma y fortalecer la nueva configuración del poder mundial en el noreste asiático.
Japón y Corea del Sur
A lo anterior se añade el malestar existente en China por la decisión estadounidense de estrechar las relaciones estratégicas con Japón y Corea del Sur. Países donde tiene estacionadas más de 60 mil tropas y el interés de seguir manteniéndose involucrado directamente en el asunto intercoreano. Es claro que EE.UU. busca fortalecer su seguridad nacional y la extensión económica de la misma en dicha región del mundo.
Consecuentemente, y en medio de este clima de incertidumbre y desconfianza, el Ministerio de Defensa de Corea del Sur presentó, un proyecto a la Asamblea Nacional para incrementar, la partida destinada al sector de la defensa en el presupuesto general de la nación.
Es decir, Corea del Sur seguiría un plan de refuerzo militar en consonancia con las potencias de la zona, como Japón, China, Corea del Norte o Rusia, que también han venido incrementando año tras año su presupuesto de Defensa en el contexto geopolítico de mayor tensión en la región del noreste de Asia.
Esto se aprecia en el cuadro siguiente que presenta la producción y compra–venta mundial de armamentos militares con alto grado de tecnología sofisticada.
ARMAMENTO MUNDIAL: PRODUCCIÓN Y DESTIMO.
Tomado de El país.com/elpais/2015/03/16/media/1426534888_339134 y consultado el 16 de marzo de 2015.
Lo anterior no es otra cosa que el incremento de la carrera armamentista en la región y un vil reflejo de la desconfianza persistente entre los países del noreste asiático, tornándose la seguridad regional en una complicada maraña de incertidumbre y del fortalecimiento de un nudo gordiano. Y de ahí el por qué EE.UU. ha propiciado el fortalecimiento y la extensión de su política de militarización en la región; reflejo del establecimiento de una configuración del orden político regional.
En ese entre juego de fuerzas, EE.UU. y Japón acordaron aumentar su cooperación militar para enfrentar los nuevos desafíos regionales, principalmente el crecimiento militar y económico de China. En ese encuentro participaron el Secretario estadounidense de Defensa, Chuck Hagel, así como el canciller japonés, Fumio Kishida y el ministro de Defensa, Itsunori Onodera.
Por su cuenta, sobre esa reunión el Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry expresó: “Este encuentro bilateral puso los cimientos sólidos para una buena relación de seguridad entre Japón y EE.UU. durante los próximos 15 o 20 años”.
Es decir, la disuasión dirigida hacia China y Rusia con nuevos mecanismos disuasivos de carácter tecnológico-militar sofisticados como el Sistema de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud conocido por sus siglas en inglés: THAAD, como se muestra en el siguiente mapa .SISTEMA DE DEFENSA CONTRA MISILES Y EL SISTEMA THAAD DE EE.UU.
Fuente: Tomado de htpp//spanish.yonhapnews.co.kr y consultado el 29 de enero de 2015.
Se acordó, en ese momento, que en el fortalecimiento de esta nueva alianza Japón jugaría un mayor papel activo, algo a lo que no se opone el actual primer ministro, Shinzo Abe, quien tras su llegada al poder ordenó el primer aumento del presupuesto de defensa en once años.
Es evidente que todas estas acciones están encaminadas a hacer frente al nuevo desafío de seguridad en la región, marcado por el crecimiento de China como potencia económica y militar y por el enfrentamiento territorial entre Beijing y Tokio; además, de la amenaza nuclear que Corea del Norte representa. Planteamiento que se refleja en el siguiente cuadro que muestra las estadísticas militares de armamentos actuales con alto grado de tecnología sofisticada de China, Japón, EE.UU., Vietnam y Filipinas. ARMAMENTO REGIONAL.
Gráfico tomado de htpp// actualidad.rt.com/actualidad/207077-china-eeuu-mar-meridional-tension y consultado el 13 de junio de 2015.
Es indispensable hacer notar que, a pesar de que la Constitución aprobada por Japón tras la Segunda Guerra Mundial sólo permite el uso de la fuerza en caso de agresión contra ciudadanos japoneses o su territorio, las disputas territoriales con China en torno a las islas Daiyou (Senkaku) y la llegada al poder de Shinzo Abe, quien aboga por una política dura ante Beijing, nos permite percibir un juego geopolítico y un cambio en la geoestrategia de Japón frente a China en el noreste de Asia.
Como consecuencia, China ha fortalecido su aparato militar, mostrado en la gráfica anterior y se ha embarcado en una importante modernización de sus fuerzas armadas que ha implicado el desarrollo de nuevas armas, incluyendo un portaaviones. De acuerdo a cifras publicadas por el Ministerio de Defensa de China, el gasto en su ejército asciende a más de 100 millones de dólares al año.
Además, China es ya el tercer mayor exportador de armamento del mundo. Aunque su porcentaje del total global es de sólo un 5%, muy por debajo del 58% que suman los dos grandes —Estados Unidos y Rusia—, sus suministros al exterior han aumentado notoriamente en los últimos cinco años.
En ese periodo sus ventas de armas han crecido un 143% con respecto al quinquenio anterior, según el informe del 2015, publicado por el Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI). Así mismo, el informe anual de 2013 del SIPRI, afirma que del total de cabezas nucleares en operación en el mundo siete mil 700 pertenecen a EE.UU., 8 mil 500 a Rusia y 250 ojivas nucleares a China.
Situación actual
En lo que concierne a EE.UU., es claro que la región del Pacífico asiático ha sobrepasado a Europa como su socio económico viable. Resulta evidente que EE.UU. continuará manteniendo su presencia militar en esta región para proteger sus intereses económicos y políticos. Y, en paralelo, también ha sido la excusa para generar una política de contención al visible ascenso de China al rango primera potencia económica mundial.
Nuevo equilibrio
De lo anterior se desprende la importancia del nuevo equilibrio de fuerzas en la nueva configuración del poder internacional, en particular en el plano goeconómico, como la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) lidereada por China, de inicio es una poderosa institución financiera que sin duda es un equilibrio en la influenza económica de la región y gran competidor para las instituciones de Bretton Woods como el FMI y el Banco Mundial lideradas por EE.UU.
Un dato significativo es el hecho que entre los 56 países que participaron en la inauguración del AIIB en Beijing estaban presentes en la ceremonia aliados de Estados Unidos como Australia, Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido etc. a pesar de los planteamientos de Washington que no asistieran y no se convirtieran en miembros; hecho que posteriormente consumaron.
Sin lugar a duda, EE.UU. y China, las dos primeras potencias económicas mundiales, tienen una interdependencia cada vez mayor. En este escenario China está ascendiendo para convertirse en primera potencia económica mundial y EE.UU. para contenerla ha creado, entre otros mecanismos, el Trans Pacific Partnership (TPP).
China ha resurgido no solamente en sus aspectos militares sino con gran poderío económico e influencia política en el Noreste Asiático. Japón, sin lugar a dudas, sigue siendo una potencia económica en el área. Sin embargo, la presencia militar estadounidense en el Noreste de Asia ha sido un elemento de equilibrio disuasivo frente a China y Rusia. Y en este contexto, EE.UU. y China se están reajustando a la nueva configuración del poder mundial.
Líderes globales
EE.UU., China y los países del Noreste asiático tienen la capacidad y los medios para proteger la paz y la estabilidad en la región y debieran seguir teniendo la voluntad para mantener dicho objetivo. Sin embargo, en esa tesitura China busca convencer a sus vecinos para seguir una doctrina de seguridad regional liderada por Beijing y no por Washington propuesta planteada durante la reunión de cancilleres de la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA, por sus siglas en inglés), celebrada recientemente en la capital china.
Así pues, el análisis de la nueva configuración del poder internacional se ha hecho patente con los cambios dramáticos en las concepciones geopolíticas y geoeconómicas en el nuevo ajuste del equilibrio de poderes político- económicos, de coordinación, cooperación o confrontación entre las grandes potencias en el Noreste Asiático. Todo lo dicho demuestra el papel fundamental que China y EE.UU. han jugado en la nueva configuración del poder mundial en dicha región y su nuevo carácter como líderes globales.
(*) (Diplomático, Analista político y escritor).
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