Está muy bien, el virtual presidente electo en México, Andrés Manuel López Obrador, del partido MORENA recibe críticas a veces viperinas y otras veces observaciones bien fundamentadas sobre los nombres de hombres y mujeres con que está integrando su gobierno.
Vientos de cambio
y reflexión ciudadana
Mauricio Laguna Berber
SIN EMBARGO, el cuadro estaría más completo si fueran contempladas las políticas y objetivos en materia petrolera, en particular las refinerías a reconfigurar y construir, así como la importación de gasolinas; en el estratégico de energía, telecomunicaciones y transportes, sector educativo, en materia indígena, amén de las políticas de desarrollo social.
Alianzas y coaliciones
Otro factor relevante es que los triunfos electorales, igual que las derrotas tuvieron como eje de campañas en sus discursos de coalición o alianza el descrédito donde convierten a los otros en enemigos del pueblo y eso demuestra lo que hemos señalado anteriormente; en México (por no decir a nivel mundial) hay crisis de las ideas, las organizaciones políticas del país no son de derecha o izquierda sólo existe pragmatismo y quieren resolver las necesidades sociales, económicas y políticas con las mismas paradojas con los mismos instrumentos políticos y los mismos retintines de siempre.
La crisis que ha padecido México los últimos setenta años en los terrenos económico, político, social y cultural no ha tocado fondo. En el aspecto fiscal, salarial, financiero, de acumulación, del desarrollo industrial, agrícola, manufacturero y de servicios, acusa agudas contradicciones y desequilibrios profundos.
Problemas de años
No hay crecimiento ni equidad; no hay alquimia política, ni medicina alternativa que resuelva los problemas heredados en años. Por eso los mexicanos buscan un caudillo, tlatoani o mesías que haga un milagro o lo que es la continuidad de un gobierno paternalista.
El modelo, llámese como le gusten llamar, ya sea neoliberal, capitalismo de compadres, de sustitución de importaciones, de desarrollo estabilizador o de desarrollo con justicia no ha logrado más que perpetuar las variables ya sean dependedientes o independientes. Y las soluciones son cada vez más lejanas.
El capital físico y humano se desperdicia. El capital monetario y crediticio se concentra cada vez más en muy pocas manos, y la olla de presión puede estallar, a falta de pivotes de desfogue.
CIENTO TREINTA Y DOS MILLONES de mexicanos no se conforman con ver que sólo el uno por ciento de la población goza en la abundancia. La pirámide está al revés.
En lo social, López Obrador tiene una triste herencia, en realidad difícil de resolver; la delincuencia y el narcotráfico, desempleo, aumento del número de pobres (62 millones de mexicanos), la miseria, el hambre, las enfermedades, los damnificados del 19-S, la matanza de mujeres, las ejecuciones extrajudiciales (Tlatlaya), desapariciones forzadas como la de los 43 estudiantes normalistas de la escuela normal de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero que suman más de 10 mil casos, los 130 mil muertos que van hasta el momento en el presente sexenio entre otras muchas barbaridades.
El escenario final del proceso electoral del pasado primero de julio no descompuso a México. El porcentaje alto de los electores que votaron por Obrador conjugó la idea de confianza, por encima de la de riesgo financiero inmediato; que se hubiera producido en los supuestos de crisis poselectoral.
Algo muy fuera de lo común sucedió ya que los avatares de claros a oscuros no son tan simples, porque estamos seguros que bajo un pesado panorama los mexicanos, sin distinción de clase social, partido, religión o pragmáticos sociales podemos sacar adelante al país, esa es nuestra responsabilidad, no de un gobierno en turno.
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