En la década de los 80 y 90, México jugó un papel predominante en la pacificación de Centro América.
¿Hacia dónde va nuestra política exterior en Centro América?
Héctor Tenorio
En 1980 junto con Venezuela impulsó el acuerdo de San José para proporcionar petróleo a los países centroamericanos y del Caribe.
EN ENERO DE 1983, fundó con otras naciones el Grupo Contadora que buscó el diálogo en la región. Otro logro fue la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno del Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la cual se realizó en el Castillo de Chapultepec, el 16 de febrero de 1992, dando por finalizada una guerra civil de 12 años que dejó más de 70 mil muertos y ocho mil desaparecidos.
La no intervención
La política exterior mexicana se basó en la no intervención y otorgó al país un prestigio internacional, al mismo tiempo sirvió de contra peso frente a los Estados Unidos que combatió este planteamiento hasta convertirlo en algo arcaico e implementó en su lugar el concepto de injerencia humanitaria para justificar la democracia entendida desde el neoliberalismo.
En este contexto, resulta comprensible que la Secretaría de Relaciones Exteriores de los EE.UU., se convirtiera en una especie de apéndice de la Secretaria de Economía, y sus posicionamientos quedaran supeditados a la aprobación de Washington.
Con la llegada del nuevo gobierno el 1 de diciembre, han surgido dudas: ¿Hacia dónde se dirigirá la política exterior mexicana? ¿Qué diferencias habrá en este rublo con respecto a las anteriores administraciones?
En este sentido, se avizoran en el horizonte varias encrucijadas.
Una bomba de tiempo
CENTRO AMÉRICA es un hervidero que amenaza con estallar en el rostro de México. En el 2019 con la llegada de miles de salvadoreños deportados de los Estados Unidos, la guerra entre las maras y el gobierno del Salvador aumentará.
En caso de extenderse el conflicto, llegará a territorio nacional y con ello los enfrentamientos entre las bandas criminales locales y las salvadoreñas.
Comprometiendo la gobernabilidad del sureste mexicano.
Mientras, en Honduras las pláticas entre la oposición y el gobierno, están estancadas a pesar de la presencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los opositores insisten en que hubo fraude en las elecciones presidenciales realizadas en noviembre pasado.
Como si esto no fuera suficiente, la ingobernabilidad que sufre Nicaragua desde abril y que ha dejado un saldo de más de 300 personas muertas, podría resurgir. Los inconformes quieren encontrarse con Andrés Manuel López Obrador. Por lo pronto, la economía se tambaleó y se ha dado un éxodo de esa nación a Costa Rica, no se puede descartar que este fenómeno pudiera afectarnos.
Presiones y posibilidades
TALES COMBINACIONES complicarían la relación de México y el vecino del norte que presiona para que nuestra política migratoria sea más dura. La derecha mexicana pretende influir en el ánimo del próximo canciller Marcelo Ebrard, quieren la continuidad de una política exterior vinculada al comercio internacional.
Los primeros pasos del presidente electo se han dado en este sentido. Ha tenido un arranque espectacular en su relación con el presidente estadounidense, Donald Trump. Ambos plantearon sus diferencias en el tema migratorio y saben que no llegarán a ningún acuerdo. México carece de capacidad económica para retener a las hordas de centroamericanos que transitan por nuestro país en su camino al sueño americano.
Por lo mismo la mejor carta que tiene López Obrador ante la próxima contingencia humanitaria es el padre Alejandro Solalinde y su trabajo de años con los migrantes. Hace un par de semanas declaró que contará con recursos del Gobierno Federal. Su tarea estará más allá de la aprobación de la cancillería.
Sin embargo, es insuficiente, se necesitará implementar una estrategia integral que permita a México recomponer su liderazgo regional. Será una prueba de fuego para Marcelo Ebrard. ¿Podrá con el reto?
More articles by this author
Baligan Town
La vida en Apatzingán Michoacán sigue como siempre ha sido...
|