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Edición 407
Escrito por Salvador González Briceño   
Domingo, 02 de Agosto de 2020 10:19

 40714

Para analizar la seguridad en México (apuntes)

Salvador González Briceño

*Salvo Andrés Manuel López Obrador, “la ilegitimidad o la torpeza de los últimos presidentes mexicanos es que adoptan una actitud de entreguismo y tolerancia a todo. Como ceder en materia de seguridad nacional, a merced de los intereses foráneos.”

“La mirada está puesta en Felipe Calderón (presidente de México 2006-2012), porque el juicio de la historia para él apenas comienza.” (Calderón, a juicio).

“Es cuando se descubre, por la fragilidad interna, que buena parte de los sucesos trágicos tienen hilos negros tendidos desde afuera. Así se explican muchas cosas. El origen de tanta inoperancia al interior de los gobiernos y sus políticas, porque están sometidos a fuertes presiones e intereses foráneos. So riesgo de la seguridad nacional.”

De las formas, del enfoque

De las formas primero; del enfoque también. O para asentar algunos principios de procedimiento. Estudiar para luego comprender cualquier aspecto de la sociedad, como la seguridad. En un país y a un periodo de tiempo determinado. Para una solución a presente, a futuro. Desde la coyuntura hasta la prospectiva.

No hay problema comprensible fuera de su contexto económico, político, social, histórico y cultural en general. Como ahora México, inmerso en una globalización impulsada por los países desarrollados: los Estados Unidos, Gran Bretaña y algunos de la Unión Europea, ahora en franco retroceso.

Por tanto, para países como México el contexto es de indefinición. Por seguir lineamientos globales que le han generado un ambiente de descomposición; es decir, proyectos neoliberales que están desbaratando al país.

Sucede porque no existe un proyecto de nación; tampoco hay identidad desde las elites políticas, cuando se apoderan del Estado. De ahí las puertas, de par en par, a la injerencia extranjera —no sólo a la inversión—. Como el vecino de México, Estados Unidos, que se entromete en casi todo. Por la ilegitimidad o la torpeza de los últimos presidentes mexicanos es que adoptan una actitud de entreguismo y tolerancia a todo. Como ceder en materia de seguridad nacional, a merced de los intereses foráneos.

La adopción en México de políticas como la “guerra contra las drogas” decretada desde 1971 por Richard Nixon por intereses geopolíticos, con iniciativas como “la guerra contra el narcotráfico” de Felipe Calderón en 2006, atizó la violencia. Como darle de escobazos al avispero. Con ello vino el trastrocamiento a la vida y los derechos ciudadanos. De la mano de la impunidad, los miles de asesinatos no tienen a un culpable en la cárcel. Más los desplazados, los desaparecidos, los secuestrados, etcétera, todos, víctimas.

Desde el punto de vista económico, cuando la globalización derribó fronteras contra las “barreras proteccionistas”, los saldos son destructivos. Se profundizaron la desigualdad, la pobreza y la violación de los derechos humanos en general.

Y sin proyecto de país no hay mayor opción. Porque tampoco hay miras de mediano y largo plazo. La impunidad, la ilegitimidad y la globalización minan lo poco que exista de democracia. Ocurre cuando el poder se ejerce sin atender a la sociedad. Sólo a fines específicos, los de la élite económica y los extranjeros. Peor si a eso se suma la violencia.

Dicho sea, entonces, que para mayor claridad hablar de las formas es referirse también al fondo. El contenido y el contexto de los problemas van da la mano. Así es con la seguridad.

Como objeto de estudio

Luego entonces, se trata del análisis de un asunto tanto en términos coyunturales como en el contexto global. Reflexión indispensable. ¿Cómo convertir la seguridad en objeto de estudio? A primera vista puede decirse que como cualquier otro problema, como la alimentación, la salud, el empleo, etcétera. Por cierto el comienzo representa un dilema permanente para las ciencias sociales. Ahora no es tiempo de polémicas.

Claro que un primer acercamiento al objeto de estudio nos lo brindan las herramientas periodísticas. Por ejemplo: 1) leer para enterarse del problema vía los diarios, con extracción de apuntes sobre el tema; 2) realizar las entrevistas con aquellos personajes especializados; 3) emprender recorridos o visitas de campo para conocer a los involucrados; 4) cruzar la información a partir del principal objetivo, aprovechar el material que se tiene de primera mano; 5) precisar el tema para un periodo temporal determinado; 6) desarrollar el estudio en un espacio, una región o país en particular, y de ser necesario dirigirlo a una determinada comunidad, localidad, familias o personajes. Los dos últimos puntos son para acotar el objeto de estudio.

Así, desde esta perspectiva y una vez recabada la información necesaria o disponible, se procede a elaborar o redactar el respectivo informe, como si dijéramos periodísticamente hablando el reportaje. En ambos casos se incluye el punto de vista del observador y analista. El involucrado quien tarde o temprano forma parte de los acontecimientos, como sucede con los “reporteros de guerra”.

De este modo se consigue un primer acercamiento al problema de la seguridad. Al entrar a su contraparte, la inseguridad, cambia la perspectiva porque es otra variable del mismo estudio. Pero más allá.

Ahondar el análisis

Para salir de la perspectiva inicial, y cuestionarse sobre qué origina la carencia de seguridad, se modifica el panorama. Se tiene que ahondar en el análisis. Crecen las necesidades y exigencias de comprensión del fenómeno. Como si se revisan los orígenes de la pobreza para entender la alimentación; de las enfermedades para entender la salud; del desempleo para conocer el empleo, etcétera. La exigencia es un estudio más profundo.

Como se podrá ver, también crecen las complicaciones. Se entra en dilemas que tienen que ser resueltos ya por las ciencias sociales. Aquí las reglas y procedimientos son más rigurosos. Participan ahora sí los principios metodológicos, sobre el cómo hacer una investigación mayormente exhaustiva; desarrollar hipótesis; el análisis de las variables; la revisión los datos; las conclusiones, etcétera.

Todo para alcanzar el mayor rigor posible, hasta una comprensión “científica” de la cuestión. Seguimos con la seguridad, pero ahora revisada con el cedazo de la inseguridad.

Aquí, profundizar la investigación implica el escenario de la historia, por aquello de los antecedentes. También se requiere precisar las hipótesis y los procedimientos. Se amplían los parámetros espaciotemporales, al igual que los actores, los involucrados, las metas. Y las propuestas para los mejores cambios. Cómo minar a la inseguridad para alcanzar una mayor seguridad.

Aquí se revisa el problema desde una comunidad hasta un país o grupo de países completos. El objeto y el estudio se complican, pero a la vez son más interesantes; de mayores alcances. Así como crecen los retos las conclusiones nos brindan una mayor utilidad.

Porque un clima de tranquilidad contribuye a brindar un mejor desempeño de todas las actividades estatales, sociales, familiares, personales. Para, en otras palabras, saber qué hacer como individuos y qué como gobierno y como Estado, para garantizar seguridad. Con mayores elementos y una mejor comprensión del problema, hay opciones de elaborar una planeación futura. Con una visión de prospectiva.

¿Cuestión de metodología?

De la mano del inciso anterior entra lo siguiente, que se puede identificar con un fenómeno de confusión. No desdeñable resulta todo lo contrario.

Ya con la metodología adecuada, todavía se puede caer en interpretaciones sesgadas, parciales o limitadas. Quedarse cortos en el entendimiento, o caer en confusiones; digamos que bajo un cierto grado de objetividad “cuestionada”. ¿Por qué? Hasta en historia hay disquisiciones, malentendidos o interpretaciones, según los autores.

Y no hay por qué extrañarse por eso. Sucede con demasiada frecuencia; incluso entre los estudiosos, los especialistas de las ciencias sociales. Porque a estas alturas de la investigación llegan con frecuencia los debates sobre la “objetividad” y la “subjetividad”; hasta se cuestiona la “cientificidad”. Entran a escena los puntos de vista divergentes; las polémicas. Incluso se ponen en duda los resultados obtenidos.

Entran a discusión —diálogo de sordos— asuntos tan diversos como las variables, las estadísticas, las hipótesis, la amplitud y alcance de los estudios, etcétera. Se cuestionan los procedimientos, el “método” y su utilidad “científica” para comprender la realidad.

De igual manera, que si se trata de una interpretación u otra. Este o aquél enfoque. Que si se pertenece a una corriente de pensamiento u otra. De las corrientes a las etiquetas. Que si se entendió bien el precepto de equis autor o no. Los bemoles todos.

Este es el terreno fangoso de la investigación social, donde cualquiera se extravía cuando no cae en complicaciones. Es el momento donde fácilmente se puede inducir que hay tantos métodos como investigadores; tantos puntos de vista como analistas; tantas conclusiones como intereses.

Elementos todos para generar confusión. Que la hay, pero sobre todo donde impera el interés privado. Son los toques de parcialidad, de subjetividad, de un análisis tendencioso y hasta de especialidad, para beneficio de unos pocos. Todo esto, y más, forma parte de los dilemas a que se enfrentan las ciencias sociales al analizar.

Empero, existe la ventaja que también a estas alturas entra la valoración de los alcances del estudio en cuestión. Es cuando las confrontaciones, con otras investigaciones sobre el mismo tema, igualmente ponen a cada uno en su lugar. Hasta cierto punto se ha logrado el objetivo, a juzgar por la utilidad alcanzada. El caso es que la investigación está avanzada. Y la comprensión por la profunda temática también.

Inseguridad desbordada

Ocurre con la seguridad que nos ocupa ahora. Ni qué decir del caso específico de México, donde las personas padecen en carne propia los problemas de una inseguridad desbordada. Como decíamos, no se puede hablar de cómo alcanzar la primera sin hablar de la segunda y las circunstancias que la generan. O contribuyen a su deterioro.

Ni qué decir, que durante la primera década del siglo XXI, con los gobernantes de la derecha perteneciente al Partido Acción Nacional (PAN), el problema se complicó. Pero en la línea del tiempo, los antecedentes se remontan a la década de los 20 del siglo XX, donde se rastrea participación tanto de los gobiernos de México como de EU.

Dicho lo anterior, entonces, por lo pronto diremos que nosotros resolvemos el dilema de procedimiento para comprender el problema, siguiendo un método que comprenda el contexto histórico, el político, el económico y sobre todo el social.

De este modo, se procede a jalar los hilos del pasado. Todos los antecedentes posibles. A estas alturas se sobreentiende el uso práctico de técnicas de investigación como las siguientes: 1) consultar en los archivos propios; 2) hacer el rastreo bibliotecario, de información, en todas la fuentes posibles, archivos, diarios, revistas, anuarios; 3) platicar con todas aquellas personas, como los viejos de la comunidad, que cuenten con las evidencias indispensables; 4) entrevistar a todo actor involucrado o implicado, siempre que sea posible hacerlo porque se complica cuando se trata de los cabecillas del narcotráfico, o de autoridades involucradas; 5) el punto de vista de los especialistas resulta imprescindible.

Con todo el material disponible se puede resolver el asunto de la redacción del estudio. Es decir, acorde con el fin planteado de inicio y la respectiva corroboración de las hipótesis; trazar el contexto que se requiera para la debida comprensión. En otras palabras, desarrollar en la exposición el tema con el debido soporte. Incorporando elementos de la economía, la política y la vertiente “social”, etcétera. Ni qué decir el contexto internacional, porque la inseguridad se desarrolla y crece como parte de esta etapa ignominiosa del capitalismo global.

No obstante, todavía bajo este proceder se tiene el déficit, que de entrada posee el hecho de abordar un solo aspecto de la realidad, como sucede en este caso, hablando solo de seguridad. Incluso a pesar que tal revisión incluya muchas variables.

Por eso, aún a estas alturas del estudio (exposición y desarrollo) podemos estar repitiendo los bemoles referidos en el inciso 3. Y contar con un trabajo en cierto sentido limitado. Pero eso forma parte de los riesgos de las ciencias sociales. Con todo y el conocimiento último ni objetivo existen. Sólo el conocimiento relativo. Aquí entra también la polémica señalada.

Además, como si hiciera falta complicar las cosas, recordemos que se trata de los varios tipos de seguridad, individual o colectiva. Es decir: personal, pública, interna, nacional, hasta los peligros de la seguridad internacional y la moderna ciberseguridad, que exigen, desde luego, ampliar los enfoques y el método. Todas, por supuesto, con sus respectivas indagatorias y sus categorías propias.

Como quiera, no nos extrañemos. Porque con todo, a estas alturas ciertamente nos hemos acercado a una buena comprensión del problema. Incluso es ahora cuando se puede proceder a elaborar líneas de acción; orientaciones para las políticas públicas, para el gobierno y el Estado, a fin de resolver el problema en cuestión. Aún con todas las limitantes posibles.

Para cierre, por ahora

El caso es que el uso de las herramientas que proporcionan las ciencias sociales se hace indispensable.

Todavía más: debe quedar claro que en tanto más amplio, complejo y abstracto sea nuestro objeto de estudio y su respectivo marco de investigación, cuanto más grande es el margen que alcanzamos de su comprensión.

Igual que si nos fijamos como objeto de estudio el modelo de país, porque entran todas las variables posibles; nada qué ver con un solo aspecto tan específico, como el señalado de la seguridad o cualquier otro.

Con todo y por ahora, está en pie el procedimiento de lo general a lo particular. El que seguimos con estos temas. [Hay que decir que no se trata “de lo abstracto a lo concreto”, el eslogan se refiere a la herencia metodológica marxista que implica otros elementos para el análisis. Una referencia claramente incomprendida, cuando es traída a colación]. (10/10/14).



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