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Edicion 212
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Escrito por Héctor Chavarría
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Martes, 16 de Junio de 2009 20:53 |
SS
(Saber Salvarse)
HÉCTOR CHAVARRÍA
(Exclusivo para Voces del periodista)
COMO CONSECUENCIA DE causas aún no aclaradas, 44 bebés de la guardería ABC en Hermosillo, Sonora, resultaron muertos a causa de un incendio, ahora, como es usual, se buscan culpables y tapar el pozo luego de ahogado el niño…
En estos días que corren hay una palabra mágica: Supervivencia.
Una palabra que resume el arte y la habilidad de sobrevivir en las más variadas situaciones, una muy particular técnica que suele asociarse con lo militar y los supuestos héroes cinematográficos al estilo del poco grato John Rambo, a quien ya se puso fin con una cuarta película, especie de reivindicación al personaje hecho pedazos por Sylvester Stallone en su época reaganiana.
Curiosamente -información para los que sólo ven cine-, el ya citado John Rambo no es una creación de Stallone, sino el protagonista de una novela de protesta llamada Primera sangre la cual es una crítica a cómo los valores personales pueden ser cambiados a causa de las guerras, en este caso las de Corea y Vietnam; narra el enfrentamiento de dos veteranos de esos conflictos en una lucha a muerte por causas baladíes en las montañas de los Estados Unidos..., en el curso de la trama, se menciona que el ex boina verde John Rambo -quien para el capítulo dos ya mató e hirió a varios-, es un experto en supervivencia. Stallone cambió el final de la novela, en la cual el antiguo entrenador de Rambo (Trautman) lo mata para evitar que caiga en manos del enemigo; la justicia de su país.
Pero, aunque la supervivencia es una de las técnicas en las que se entrena a los militares, su conocimiento debería estar extendido, en estos días y en grandes ciudades, a todas las personas, porque sin estar en una guerra a todos nos acechan múltiples peligros por todas partes.
 Conocimiento ante todo
¿Ya tiene diseñada su ruta de escape para el próximo terremoto que tarde o temprano vendrá? Este año ya llevamos dos, sin que nos haya visitado Carlos. Se cumple otro aniversario de aquel 85, y quienes estuvimos ahí, rescatando gente, seguimos preguntándonos: ¿Por qué las personas no cargan siempre algo tan sencillo como un silbato?, si lo hubieran tenido, habríamos podido salvar a muchos más...
Y, aunque difícilmente tendremos un tsunami como en Indonesia aquí en el altiplano -tendría que ser una ola de más de 5,300 metros para llegarnos, y si se diera ese caso el evento sería de aniquilación total-, es bien cierto que vivimos en una zona sísmica. Amén del Popocatépetl que cualquier día podría hacernos una travesura... y, bandera amarilla o no, si es una explosión del volcán, de que nos llega, nos llega.
Pero son los incendios el constante azote de las grandes y pequeñas urbes y aunque no tienen tantas víctimas como las de los terremotos, son asesinos constantes, lo peor es que esta amenaza está presente en nuestros propios hogares, en los sitios donde pensamos estar más seguros. En todas partes está presente este peligro y la única manera de evitarlo es conociendo sus causas, efectos, escenarios y las técnicas para prevenirlo, también las técnicas para sobrevivir a ellos.
La inseguridad no es sólo a causa de la delincuencia organizada. Inseguridad es también y por muchas razones, la falta de organización. En este caso de los propios ciudadanos y pobladores en general. Pero también tiene que ver y mucho, con la falta de información y con los abusos que se cometen en torno a los temas de seguridad.
Falta de organización porque se carece de una “cultura del desastre” a pesar de los tan cacareados comités de protección civil, los cuales en la mayor parte de los casos son inexistentes o sólo tienen el nombre. Estupidez criminal que lleva a tener herramientas y extintores bajo llave, puertas y ventanas de emergencia cerradas, falta de entrenamiento del personal en sitios públicos.
Vacunas “mágicas”
Por otra parte, a las personas en general no parece interesarles obtener información acerca de cuestiones de seguridad y prevención, como si saber de estos asuntos les asustara; no quieren saber lo que puede pasarles, como una especie de vacuna mágica, como si tuvieran miedo de saber y la bendita ignorancia fuera una suerte de protección, es como cerrar los ojos ante el peligro: si no lo veo, estoy a salvo.
Como si eso, no ver, y la ignorancia sirvieran para algo.
Y, al mismo tiempo, a pesar de que vivimos rodeados por amenazas, por los escenarios de riesgo que tenemos alrededor y en los cuales nos movemos sin darnos siquiera cuenta, es muy poca la información al respecto y bastante escasa la provisión de elementos y herramientas para combatir una situación de emergencia. El fuego, en este caso.
Pongamos un ejemplo: A quien esto escribe le llevó varios días de estar batallando, conseguir un sitio donde le pusieran extinguidor a sus extintores. El cúmulo de cosas que ocurrieron es una especie de síntesis de los problemas y elevados costos que uno enfrenta cuando busca tener aunque sea un mínimo de seguridad. Antes que alguien piense que metí la pata o caí en un pleonasmo aclaremos: Extintor es el aparato para apagar el fuego, extinguidor es el producto que va adentro del aparato de marras y que con un poco de suerte y aplicación oportuna apagará el fuego. Hay varios tipos de extinguidores pero el más común es el polvo químico para fuegos de tipo ABC -nada que ver con la funesta guardería de Hermosillo, Sonora-; eléctricos, de líquidos inflamables y de combustibles sólidos, esto que se oye tan especializado no es más que bicarbonato de sodio (el mismo que sirve para las agruras) y el gas propelente es nitrógeno... Recargar un extintor no parecería complicado, sin embargo, aparte de lo difícil de hallar donde lo hagan, los dueños de los sitios de recarga simplemente se quieren pasar de listos; algunos van desde querer cobrar $400.00 pesos o más por la recarga hasta vender uno “nuevo” tomando el que uno lleva por una bicoca -pretextando que es desechable-, de manera que se pueda seguir haciendo negocio vendiendo el “desechable” después.
En realidad la recarga no debe costar, y eso con un considerable margen de ganancia para el prestador del servicio, más de $100.00 pesos -si se cuidó el extintor, su polvo estará intacto y sólo será necesario reponer el propelente-, pero estos individuos se aprovechan de los usuarios y su desconocimiento.
Y siendo así ¿cómo van las personas a tener extintores en sus casas? Recuerde que todos debieran tener por lo menos uno en condiciones de uso por si se presenta la necesidad, y el más adecuado para los hogares y oficinas es el ABC para uso múltiple.
Existen, por supuesto, extintores especializados, cargados con extinguidores específicos; líquidos y gaseosos para combatir incendios de materiales determinados. Son los usados por la industria y no tienen cabida en los hogares y oficinas. Sin embargo, vale la pena comentar que si usa un extintor ABC en equipos electrónicos, seguramente apagará el fuego pero arruinará los aparatos, ni modo. Vaya haciendo cuentas de costos por la seguridad, sólo recuerde: La vida no tiene precio.
Anatomía del enemigo
La gente tiene la ingenua idea de que el fuego es brillante... Tal cosa sólo vale como metáfora, como giro literario, en cine o cuando se está a la luz y calor de una fogata en un campamento. Esto de la brillantez, como muchas cosas en la vida real no es más que un mito, cuando hay un incendio en interiores desde afuera quizá se vea brillante; las llamas creciendo y todo eso. Pero desde adentro es más oscuro que la noche más negra.
El humo cubre todo, sólo se puede salir arrastrándose.
Además se propaga muy rápido. No necesariamente mata con sus llamas y su calor... Tiene maneras más solapadas. Muchas veces ni siquiera se le ve.
Por lo general mata por asfixia; el humo mata antes que las llamas y lo hace de una manera muy efectiva, muy rápida y muy inexorable. El dolor y las mutilaciones de las quemaduras quedan para los sobrevivientes. Lo sentimos, esto no es una película al estilo Hollywood, esta es la realidad.
De ahí la importancia de conocer la anatomía del fuego, como es, como se produce, como se propaga, como se combate, como se previene y, en el último de los casos: Como se salva uno de él si ya está en la olla.
La base para entender el fuego es el Triángulo ígneo: Calor, Oxígeno Combustible: COC. Lo pusimos de esta manera para la memoria, pero el orden no es tan importante, pues no altera el resultado.
Junte estos tres en cualquier sitio y tiene el inicio de una conflagración, elimine uno de los tres y ésta será imposible, eso hacen los bomberos, Pero esa combinación COC puede evitarse con previsión, la herramienta básica de la supervivencia.
Evite combinar los tres en un mismo lugar… Como no vivimos en el vacío el oxígeno está en todas partes, así que debe aislar o separar los otros dos. En la tragedia de Hermosillo -amén de las ideas de conspiración que ya circulan por Internet-, el sitio donde se inició el siniestro tenía los dos elementos restantes en abundancia; combustible en el almacén y calor de un equipo de refrigeración que falló por exceso de uso y, soltó la proverbial chispa, en esas condiciones sólo era cuestión de tiempo para que el sitio se incendiara. Lo demás ocurrió por la falta de previsión en la identificación de un escenario de riesgo y la negligencia en cuanto a las medidas de seguridad y evacuación. Ahora taparán el pozo, dicen… ¿Dónde he oído eso antes?
Nunca ponga combustibles cerca de fuentes de calor, mande al diablo los arbolitos de navidad… además de matar fuentes de oxígeno son inútiles y costosos. Revise sus aparatos eléctricos, cubra los enchufes que no usa con placas de seguridad, no ponga cortinas sobre enchufes o fuentes de calor, desconecte todo lo que no use, no deje luces encendidas a lo buey, cierre los pilotos de la estufa, enciéndala con un encendedor ad hoc, nunca la deje encendida sin vigilancia… Tenga extintores cargados de acceso fácil en casa y ataque al fuego en su inicio -todos los incendios comienzan igual; con una llamita fácil de extinguir, apunte el extintor ABC a la base de la llama-, coloque detectores de humo y calor, diseñe rutas de evacuación, si el fuego se extiende; ¡corra! Desde que un incendio inicia su propagación usted tiene 30 segundos para salir del sitio. Si no lo hace en ese lapso, hacia algún lugar sin humo y donde pueda respirar libremente: Pasará a ser parte de la estadística.
El conocimiento da seguridad no miedo, la aptitud para la defensa es fuerza, ambas cosas llevan a una vida más plena, pero: Sin la previsión de un escenario de riesgo y las medidas para conjurarlo, sin las herramientas para combatirlo y careciendo de los conocimientos sobre su anatomía: Usted, joven, anciano o niño, está en peligro inminente, por el fuego y otras muchas cosas…
Aprenda a defenderse, tómese un tiempo para la supervivencia.
¡Sálvese... si sabe!
¡Sálvese... si sabe!
¡Sálvese... si sabe!
¡Sálvese... si sabe!
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