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Edición 217 | ||||
Escrito por Pino Páez | ||||
Martes, 01 de Septiembre de 2009 21:10 | ||||
![]() Mensajería mortal en cuatro tiempos
EL PODER A GRAN ESCALA -imperialismo, periferia, trasnacionales, autóctonas oligarquías, alta sociedad y más alta suciedad- sin carteos ni chateadas se intercomunica, da posturas y ordenamientos implícitos, en ocasiones “concede” un pellejito cuando siente que le puede ser confiscada completita la zalea, con frecuencia envía notificaciones “subliminales” al tumulto a través de una estratégica selección a los cadalsos.
Sacrilegio y crimen a la vista de todos, en particular de los impestañeables ojazos de la historia, parangones y disimilitudes en época y lugar, aunque lo medular de la advertencia, el macabro estolespuedepasar se mantiene incólume, en verbigracia (que no es verbo ni menos gracia), lo acaecido en la capital salvadoreña y en Acteal: que los otros, que las multitudes, se reflejen en los espejos destrozados de la vida, tal el mensaje e intención de que la muchedumbre recule, obedezca y apechugue, lo que bajo sus íntimos designios aquel poder a gran escala contra la comunidad diseña. Lo de El Salvador y Chiapas, ilustra don Perogrullo, tratóse de política de Estado, allá les urgía silenciar una voz en la que todos los pobres cabían, crucificarlo a balazos atrás del propio cáliz... hasta que la feligresía viese en los testimonios de tanta herida en un solo cuerpo que los horarios de la muerte también suenan a incienso y sacrilegio. Acá, los verdaderos criminales con dedicación prepararon su jauría, no era asunto na’más de asesinar, había que aullar una pleonástica lección de alarido desde las sonoridades de la pólvora; sus sicarios de alquiler tenían que generar víctimas en racimo, mutilarlas, a las embarazadas -una con ocho meses de gestación- desventrarlas y al pequeño destazarlo a culatazos. No fue una acción de locos, era la táctica del poder y el correo de la muerte en entrega inmediata, que los zapatistas se vieran en ese espejo de intensa purpurez, que la masa que no se uniforma se reflejara en la masa informe, que el gentío oyera el recadito timbrado en genocidio...
Párrafo y perífrasis para reubicar al señor Zedillo en Acteal ¿no fue él por ventura, o mejor dicho por desventura, quien redujo a polvorón su mismísima palabra en los Acuerdos de San Andrés?, ¿acaso no quesque “despasamontañó” a Marcos y anunció una orden de arresto contra el subcomandante?, ¿alguien dudaría que en tales hechos entre líneas leíase la inminencia de una masacre?, ¿no escurren aún de Aguas Blancas los mensajes de don Ernesto, quien pretendía diluir responsabilidades plagiando a Zepillín y a Capulina? En efecto, las premiaciones por la matanza en Chenalhó, por cierto en otro sitial de oración que los sacrílegos interrumpieron, fueron múltiples: el señor Ponce de León, por desnacionalizar ferrocarriles, se agenció en descarrilada bendición trasnacional un cargo ejecutivo de harto pedigrí; el señor Murat fue recompensado con un virreinato y una curul, el señor Schiaffino hízose la luz con el lumínico calcio de la grilla, entre otros fémures, una legislatura capitalina; al general García le añadieron una estrellita a su aguilota ensangrentada; al señor Chuayffet, ex de Gobernación en aquellos temporales, lo han puesto a recalentar diputaciones al precio mismo de las almorranas; al señor Jorge Madrazo, ex de
Tiempo tercero: legible correspondencia en las heridas El poder, Su Majestá El Hueso, no sólo hereda calcio: también las astillas, don Jelipe es legatario, además de la grisura de don Ernesto, de una especie de entenado putativo, de nombre Ely Flores, dizque “pastor” de almas, aunque su oficio real es criador de zopilotes, fungió de consejero presidencial del señor Zedillo y está vinculado como “pater spiritualis” a los grupos paramilitares que asesinaron 45 personas en Acteal. Aparte de la de don Ernesto, el señor Flores asumió otra consejería: asesor de don Jelipe en la campaña del 2006, quien -siguiendo con el tema de la correspondencia- le correspondería con un suculento trocito del osario, la oficialía mayor, en La osificada retribución al ex consejero resultaba insuficiente, había que pagarle a don Ely, a lo que y a quienes representa, con algo más caro que el desangradero hacia el erario: la imposible amnesia por la matanza en Chenalhó, sellar Acteal de una sola silenciada, hacer de los muertos neblina en las lejanías del memorial.
Tiempo cuarto: sin recámara pero con disparador Esa es la estratagema, la lectura monjeloquiana del nadiesabenadiesupo, archivar el genocidio, que del grito aquél tan colectivo no quede ni una briznita de reverbero, pero la historia -más ésta tan empapada de reciente sacrificio- posee ojos y palabras que no se pueden borrar de un plumazo, manque don Jelipe, los de Los recaderos se ocultan en un cuarto sin recámara pero con disparador, garabatean con proyectiles el mensaje, creen que nadie se acordará de Acteal, de Aguas Blancas, de Tlatelolco, de Polo Uscanga, de Misael Núñez Acosta... pero la historia es memoria de los pueblos que no puede aniquilar el mensajero. More articles by this author
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