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Edición 227 | ||||
Escrito por Mouris Salloum George | ||||
Martes, 09 de Febrero de 2010 23:29 | ||||
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Haití:
Con no más de 28 mil kilómetros cuadrados de territorio, habitado por población mayoritariamente negra transterrada en condición de esclava, Haití parece aún anclada en 1626 en que los piratas franceses tomaron por asalto Historia incesantemente caótica la de Haití, sometido permanentemente al asedio extranjero, la fatalidad continental lo hizo presa del “Destino manifiesto”: En 1915, casualmente cuando Esa es la verdadera clave del drama haitiano, siempre bajo el acoso del apetito colonial: Una vez Francia, otra vez España, siempre los Estados Unidos. Hasta antes de presentarse el terremoto de enero, Haití compartía con México, en la región, el peor desempeño de su economía en los dos últimos dos años: El hambre es su santo y seña. Lo que hizo el sismo, no fue más que avivar las llagas que nunca han podido cicatrizar. ¿Cómo esperar una reacción diferente de la población damnificada, que la que se ha venido observando en los últimos días? Tope en la hondura de la tragedia, Haití se convirtió, súbitamente, en un rentable producto de uso mercadotécnico para los grandes medios: No hay mercancías más codiciadas para competir por el rating que el horror y el terror; mercancías desechables en cuanto cumplen su objetivo. En México sabemos mucho de eso: En el último medio siglo hemos sabido de las inclementes devastaciones provocadas por los huracanes, los terremotos de Oaxaca, la erupción del volcán El Chichonal, en Chiapas, los sismos en
No por casualidad, el mayor costo de esos embates de la naturaleza lo pagan, en vidas y patrimonio, los parias, y es del dominio público que los daños se potencian por la falta de estructura urbanística o por su construcción burlando las especificaciones técnicas contratadas entre agentes corrompidos; la falta de una cultura de protección civil, etcétera. Peor aún: siempre se hará uso de los fondos públicos de desastre, incluso los provenientes, en calidad de préstamos, de agencias multinacionales, y sólo eventualmente alguien filtrará subrepticiamente pruebas de fraude con esos recursos que se quedan sin castigo. Ayer México, hoy Haití: el sino irrevocable se expresa contra los eternos condenados de la tierra.
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