El trampolín y la alberca
CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
La crisis en las relaciones Estados Unidos-México por el asesinato de funcionarios menores del consulado en Ciudad Juárez revela, ante todo, la apatía de la Casa Blanca respecto a México. Pero el narcotráfico le abrió a Obama otro frente de batalla perdido.
El problema radica en el hecho de que esos asesinatos fueron el resultado de una incoherente y desarticulada política de seguridadnacional de los EU. Hasta ahora, Washington sólo ha llegado a su frontera sur pero no ha querido armar una mejor estrategia articulada con México. Los asesinatos de mostraron la arrogancia de las bandas del narcotráfico y la peor realidad para los EU: las ciudades mexicanas fronterizas son el puente de control de las mafias mexicanas que ya se instalaron en los EU.
Un reporte de inteligencia del Departamento de Justicia exhibe tres dramáticas realidades para los EU:
1.- Las bandas mexicanas de narcos son las más violentas y controlan la mayoría de las ciudades. Las autoridades han detectado la hegemonía de los capos mexicanos en cuando menos 250 ciudades de todo el territorio de los EU.
2.- Los cárteles de Sinaloa, el Golfo, Juárez y Tijuana operan con impunidad en los EU, controlan el mercado de droga y manejan cuando menos una veintena de pandillas, además de dominar el tráfico de drogas en las principales prisiones.
3.- La principal carga de droga penetra a los EU por las ciudades de la frontera México-EU, de California a Texas. Para ello, las mafias mexicanas han logrado aprovechar el tratado de comercio libre en el cruce de camiones y también han corrompido a las policías fronterizas.
Ante esta realidad, el gobierno de Obama aparece distraído, concentrado cien por ciento a su reforma de salud y sin preocuparse por el narcotráfico en México como un problema de seguridad nacional de los EU. La responsable de la seguridad interior, Janet Napolitano, se ha dedicado más a la lucha burocrática por los presupuestos que a desarrollar políticas de defensa de la frontera. Lo paradójico es que Napolitano fue gobernadora de Arizona y ahí se volvió a abrir un gran boquete por el que penetran los tres jinetes del Apocalipsis fronterizo: el tráfico de drogas, el tráfico de armas y el tráfico de personas.
México ya ha hecho su parte. Los EU han eludido su corresponsabilidad. Mientras exista la demanda -35 millones de estadunidenses consumen drogas-, los países de la oferta estarán debilitados. Se lo dijo a mediados de los sesenta el presidente Díaz Ordaz a los EU: México es el trampolín de la droga porque lamentablemente los EU son la alberca del consumo.
Por eso Obama no puede cometer el error político de declararse indignado por los asesinatos de estadunidenses en Ciudad Juárez porque no es un observador lejano del problema sino un coprotagonista. El día en que disminuya la demanda de droga por el consumo en los EU, las mafias tendrán a desaparecer. Por ello también el presidente Calderón debiera ser más exigente con la Casa B lanca, porque no bastan unos cuantos dólares del Plan Mérida para un problema que está determinado por la oferta.
Los asesinatos de funcionarios consulares en Ciudad Juárez fueron un amargo despertar para un Obama ajeno a la realidad.
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