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Edición 233 | |||||
Escrito por MOURIS SALLOUM GEORGE | |||||
Viernes, 30 de Abril de 2010 17:49 | |||||
Fuera caretas: Plan México ya
Aunque los portavoces del gobierno federal se creen ahora con aptitudes profesionales para emitir diagnósticos científicos y confeccionar retratos sicológicos de los jefes de los cárteles de la droga, a los que pintan desesperados por las derrotas que les inflingen las fuerzas federales, parece obvio que, por su parte, están cayendo en un proceso de mimetización en las formas y estilos de la subcultura del narco, según se observa en el lenguaje asumido, por ejemplo, por el secretario de Gobernación y coordinador del gabinete de Seguridad Nacional, Fernando Gómez Mont, a quien en una de sus más recientes conferencias de prensa se le escuchó blasonando de su valentía en la más acabada jerga de los autores de corridos dedicados a los bandoleros.
El que se conserve permanentemente escoltado y protegido por el aparato de seguridad del Estado, pagado por los contribuyentes (prestación extendida a su familia), lo que lo hace sentirse a salvo de riesgos, no autoriza a Gómez Mont a menospreciar y ofender a aquellos -la casi totalidad de los mexicanos- que carecen de la custodia policiaco-militar, a quienes se refirió en este tono: “Esconderse, huir, temer, es estar siempre en peligro: El cobarde muere mil veces; el valiente sólo una vez”. Con falsa disposición al martirologio, rubricó: “Estoy dispuesto a sacrificarme por lo que quiero…”.
Esa actitud, rayana en la baladronada y que, en última lectura, refleja un subconsciente acalambrado, se está volviendo un lugar común entre aquellos que, sin embargo, no dan paso sin el intimidante cerco armado que acompaña todos sus desplazamientos fuera de sus bunkers. Por lo demás, aunque esos personeros del gobierno pregonen que los inventarios de personas y sicarios a disposición del crimen organizado “se han ido reduciendo”, las acciones de los transgresores se vuelven más constantes y audaces, y a la vez más contundentes y sanguinarias.
Mucho valor, el de los comandantes a buen amparo, pero ya lo reveló la secretaria de Seguridad Interna de los Estados Unidos, Janet Napolitano: Están abiertos a la intervención militar de Washington en la forma de presencia de soldados americanos en territorio mexicano. La indiscreción creó naturaleza en la medida en que no fue desmentida por ninguna autoridad nacional competente.
Acaso ese silencio de nuestras autoridades frente a la grave afirmación de la funcionaria estadunidense, fue sopesado cuidadosamente ante el riesgo de la confirmación, que de otro lado se produjo triangulada. El esposo de la jefa del Departamento de Estado Hillary Clinton, Bill, en México tres semanas después de que estuvo aquí su mujer, y en coloquio con estudiantes de
Es de recordarse que fue en la gestión del ex presidente estadunidense cuando se elaboró y se echó a andar el Plan Colombia, de cuyos “exitosos” resultados -bloqueo de rutas marítimas y aéreas del tráfico de drogas desde aquel país, entre otras acciones-, es consecuencia la actual guerra antinarco que libra el gobierno mexicano, pues, a decir del patrocinador de aquella estrategia, los cárteles colombianos tuvieron que optar por las rutas terrestres que cruzan muestro territorio.
Hay dos acotaciones en la exposición de Clinton que conviene subrayar: 1) al aconsejar que el eventual Plan México se blinde contra la suspicacia de intervencionismo, Clinton recordó las ocasiones en que los Estados Unidos invadieron México (las consecuencias “nos permitieron tener mucho más territorio”), lo que genera entre los mexicanos un feroz sentido de independencia, y 2) “El plan”, no puede concentrar su posibilidad de éxito sólo en la confrontación militar. (Dicho a la mexicana, “no echar los huevos en una sola canasta”.)
El resultado de esa ecuación, se puede plantear en estos términos: La sensibilidad histórica sobre el patriotismo mexicano parece estar más de lado de algunos “asesores” civiles USA, que de nuestros comandantes. La crisis narca no se resolverá solamente a balazos. De lo que deriva una segunda cuestión: ¿Y dónde quedó la inteligencia política? Sobre tales deducciones, revolotea el espectro de un Plan México. ¿Por qué no quitarse ya las caretas?
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