Razones de la crisis y la inestabilidad
Carlos Ramírez Hernández
Si se revisan muchos medios, las explicaciones críticas de la crisis y la inestabilidad se acreditan a la incapacidad del gobierno para enfrentar los problemas. Sin embargo, el fondo real es otro: el país vive los sobresaltos de una crisis en la transición de la crisis. Es decir, que las élites políticas se han negado a enfrentar el agotamiento del viejo régimen y rechazan la urgente necesidad de crear nuevas instituciones, relaciones de poder y prácticas políticas. Las cinco crisis de la transición de la crisis están lejos de la concepción de Estado fallido. Las cinco crisis de la transición de la crisis responden a la falta de instrumentos políticos para enfrentar los problemas en u na nueva realidad social y política. De ahí que la salida de la crisis no se localiza en un sistema autoritario o en la restauración por sí mismo del viejo régimen priísta, sino en la urgente necesidad de que las fuerzas políticas y sociales se sienten a pactar la transición hacia un nuevo régimen de gobierno, un nuevo sistema político y un nuevo pacto constitucional.
Las cinco crisis tienen una dinámica propia: 1.- La inestabilidad refiere a conflictos hacia el interior del sistema político. 2.- La desestabilización trata de presiones desde fuera del sistema político. 3.- El vacío de poder se basa en la falta de espacios gubernamentales para la toma de decisiones por el bloqueo político y social. 4.- La lucha entre mafias y élites sin causes institucionales y sin reglas de combate. 5.- Y la ingobernabilidad como la oferta menor de reformas ante demandas crecientes de la sociedad y con presiones callejeras.
La violencia, los desacuerdos y los saldos negativos obedecen, por tanto, a una disputa por territorios de poder en el escenario de un sistema político sin instrumentos de solución de problemas y, para colmo, con las secuelas de una crisis económica con severos costos sociales. Es decir, que la responsabilidad de la crisis debiera ser compartida entre todos los sectores con instrumentos de decisión. El país entró de lleno a la alternancia partidista en la presidencia de la república en el 2000, pero es la hora en que padece la incapacidad para definir un proceso de transición hacia un nuevo sistema político y pa ra establecer nuevos acuerdos contractuales con los principales sectores.
Si no se toma el desafío de la transición, el país seguirá agitándose en la intranquilidad, la guerra violente entre mafias y élites y, sobre todo, la limitación del crecimiento a una tasa menor a 3% promedio anual de PIB, cuando la economía debe crecer 7.5% promedio anual sólo para darle empleo formal al 1.2 millones de mexicanos que cada año se suman por primera vez a la población económicamente activa. La iniciativa de reorganización general la tomó el presidente Calderón con su propuesta de re4forma política. Ahora falta que las demás fuerzas participen con otras aportaciones y todos se sienten a pactar la transición. Si no, el país se quedará estancado en el viejo régimen que causó la crisis, independientemente de que gobierne el PAN, el PRI o el PRD.
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