Marimachismo mexicano
Rami Schwartz
Si los mexicanos somos machos, las mexicanas son cada día más marimachas. Las mujeres mexicanas se han vuelto peladas, groseras, soeces y vulgares. Hoy día es tanto o más común ver a una mujer diciendo groserías y malas palabras que a un varón. La famosa liberación femenina, al menos en el lenguaje, se ha vuelto libertinaje femenino y millones< /a> de mujeres han optado por dejar a un lado su femineidad en aras de sentirse liberadas. Quizá por ello hoy les cuesta tanto trabajo a muchas mujeres conseguir pareja, casarse y formar familia, se acabaron las palabras dulces y las voces angelicales, hoy el vocablo más usado por las mujeres es el que comienza con chi y acaba con ada.
El día de ayer, las mujeres del partido Convergencia, retiraron su apoyo a la candidata del PAN al gobierno de Tlaxcala, Adriana Dávila Fernández, pues se dijeron ofendidas por el lenguaje vulgar que, a su decir, tiene la candidata de la alianza que encabeza el PAN. El pasado fin de semana, Dávila Fernández manifestó ante la opinión pública que en la contienda por la Gubernatura de Tlaxcala derrotará a González Zarur porque es ella "la de los huevos".
Lo que dijo la panista literalmente fue esto: "Nosotros iniciamos la campaña cinco puntos arriba, y por más que digan y digan que un gallo va a remontar, no será así. Yo le digo a ese gallo que a quí está la gallina, y que los huevos los traigo yo”. Pero esta no es la única panista malhablada, grosera y majadera y marimacha, en el estado vecino, Hidalgo, hay otra que hasta gargajos ha de escupir en la calle y se llama Xochitl Gálvez, una mujer que confunde sinceridad con palabras altisonantes y que no puede abrir la boca sin decir peladeces.
De Xochitl abundan los ejemplos, desde que era funcionaria del gabinete de Vicente Fox y ahora que es candidata del PAN a la gubernatura de Hidalgo: Esta mujer es tan pe langocha y malhablada que Déborah Arriaga, su secretaria particular cuando Fox la puso al frente del Instituto para los pueblos indígenas llegó a reconocer que “sólo tuvo una tarea incumplible en sus distintas encomiendas y metas autoimpuestas como secretaria particular de Xóchitl Gálvez: evitar que su jefa dijera groserías en público”.
A continuación, unos botoncitos de muestra de la delicadeza, la finura, la ternura y la femineidad de Xochitl. Al referirse al reto que implica “ser mujer y ser indígena” el vato Gálvez se expresa así: "Nada te acerca más a esa realidad que escucharle a alguien decirte 'pinche india'”. Dice que nunca se toma las cosas demasiado en serio “… tengo un gran sentido del humor (modestia aparte). No me la paso mal. Y Xóchitl no se la va a pasar mal nunca. Va a mandar a la chingada lo que tenga que mandar a la chingada, pero no se la va a pasar mal". Un lenguaje deliciosamente soez.
Lo curioso es que ambas abanderan al Partido de los Golpes de Pecho, el del puritanismo, el de las ínfulas de superioridad, el PAN. Tal parece que el “haiga sido como haiga sido”, que se ha converti do en el pilar filosófico del PAN, la razón misma de su existencia, ya se vale de todo con tal de conservar y acrecentar su poder, incluso postular al coyote cojo, a la mujer barbada (el PRI tiene varias en esta condición) o a marimachas irreverentes como Xóchitl o Adriana Dávila.
¿Que sigue? ¿Qué se dejen crecer pelo en las axilas y no usar desodorante 5 días seguidos para oler como Shaquille O’Neal después de un partido de basquetbol?, ¿escupir como futbolistas o beisbolistas durante sus partidos?. ¿o hacer de sus respectivas gestiones un concurso de escupitajos, albures, vulgaridades y groserías?. Y estas dos mujeres pertenecen a las elites, son candidatas a gobernadoras, tienen acceso a los medios y los micrófonos, podrían ser ejemplo para niñas y jóvenes de sutileza femenina pero no lo son, más bien son ejemplo para los choferes de camiones materialistas o los artistas de teatros de carpa. El Caballo era un pony comparado con mujeres como Xóchitl y Adriana Dávila. De hecho Xóchitl debiera cambiar su nombre a Nochingtl, de tantas veces que utiliza el vocablo más utilizado por ella, ese que mnpieza en Chi y acaba en ada.
Hay razgos de la liberación femenina que, para los varones, son difíciles de aceptar y este es uno de ellos, que sean cada día más marimachas, majaderas, groseras, malhabladas, comenzando por las lideresas que deberían poner el ejemplo de sutileza y femineidad.
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