Un zopilote no hace carroña RAMI SCHWARTZ
DICE EL DICHO que una golondrina no hace verano, aunque
en México hace tiempo que ya no se ven golondrinas, puros zopilotes. Aun así,
ver un zopilote volar no significa que haya un animal muerto, pero cuando se
ven varios dando vueltas, entonces sí significa que hay algo pudriéndose, listo
para ser devorado por estos carroñeros. Un zopilote no hace carroña pero si
hace simulación.
ESTO VIENE A COLACIÓN porque con la captura de Elba
Esther Gordillo, el presidente Peña Nieto creó muchas expectativas entre una
sociedad sedienta de justicia, que durante generaciones ha sido testigo de la
impunidad, de la corrupción, del enriquecimiento a su costa. Testigo de un
sistema que castiga la honestidad y premia la corrupción, que sanciona la
eficiencia y remunera la ineficiencia, que le da respetabilidad al deshonesto y
al honesto lo tilda de pendejo.
Cuando cayó una de las mayores exponentes de esa cultura
-uno de los íconos de ese sistema grosero, asesino y vulgar- la gente aplaudió
pero al mismo tiempo lo percibió sólo como el inicio y obviamente espera mucho
más. La ciudadanía quiere ver rodar más cabezas, quiere verlas pagar, quiere
que aquellos que sólo se han beneficiado con décadas de crisis recurrentes
comiencen a pagar su parte, mientras que aquellos que sólo hemos pagado con
dinero, inseguridad, falta de oportunidades, pérdida de nivel de vida y demás
comencemos a ver frutos.
Se comenzaron a barajar los nombres de posibles
candidatos a acompañar a la maestra en la cárcel, corruptos de nueva y vieja
alcurnia que gracias a sus fortunas amasadas gozan de respetabilidad e incluso
ostentan su dinero mal habido sea en México como en el extranjero.
No vale la pena nombrar aspirantes; no bastaría una
enciclopedia británica para nombrarlos: Los hay desde ex presidentes para
abajo; familias que ya disfrutan el usufructo de lo que robaron sus antepasados
por generaciones y generaciones.
Si se trata de transformar, como lo dijo el Presidente,
hay que comenzar por lo que más hiere, por lo que sondeo tras sondeo los mexicanos
consideramos en la cruz que cargamos en nuestras espaldas, la cochina
corrupción, la maldita corrupción, la inhumana corrupción por la que México es
famoso en el mundo entero. Y para eso tienen que caer muchos otros zopilotes
como Elba Esther Gordillo, que acumuló poder y fortuna, para ella y su familia,
más allá de lo humanamente imaginable.
Tampoco se vale que sólo ella pague por sus fechorías y
que aquellos que se beneficiaron de las mismas sigan gozando de los frutos. Ahí
está toda su familia, hija, yerno, nietos, amigos, compadres; vamos, hasta su
mamacita que aún muerta seguía conservando riquezas, terrenos y propiedades que
ella ya no iba a disfrutar.
Toda esta parvada de zopilotes, que se alimentaron de
carroña de millones de mexicanos, en este caso generaciones y generaciones de
profesores cuyas cuotas nunca llegaron a beneficiarlos porque se destinaron a
hacer de la familia Gordillo Morales una de las más ricas y prestigiadas, a
comprar cuadros de Diego Rivera y joyas de Cartier, autos de lujo y propiedades
por doquier.
Por ello es que el Presidente Peña debe seguir cortando
cabezas. Ya echó a andar el Coliseo y una sola presa a los leones no va a ser
suficiente ni a satisfacer la sed de venganza y justicia de su pueblo.
Los Césares romanos organizaban grandes torneos que
duraban días donde el pueblo se entretenía viendo todo tipo de espectáculos.
Desde gladiadores luchando entre sí hasta humanos contra bestias, gladiadores
contra bestias y bestias entre sí. No en todos los shows eran los pretorianos
los protagonistas. Hay que poner también a corruptos contra otros corruptos, ex
gobernadores contra sus sucesores, comprar conciencias, otorgar inmunidad a
cómplices para que delaten a otros peores que ellos, la cosa es limpiar el
sistema de tanta corrupción y podredumbre.
Una golondrina no hace verano y que haya caído Elba
Esther Gordillo no hace lucha frontal contra la corrupción. Hace falta mucho
más que eso, y el Presidente lo sabe. Esperemos que pronto atrape a más de
estas aves carroñeras que no han dejado de alimentarse de la carne en
descomposición de la sociedad mexicana. Un zopilote no hace carroña, pero si
hace simulación.
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