Aquí no se hablará de futbol
CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
Para cumplir con la norma periodística de que siempre hay que llevar la contraria, aquí no se hablará de futbol, ni de las quinielas sobre la selección mexicana, ni menos aún del técnico Javier Aguirre. Para qué: con la crisis tenemos para dar y repartir. No, aquí no se hablará de futbol. Pero tampoco de los problemas cotidianos. Para qué amargarles la fiesta a los mexicanos que van a tener un mes de respiro. Para qué recordarles su situación de pérdida de bienestar, de empleo escaso y mal remunerado, del bienestar sacrificado en los dos años anteriores por culpa de la crisis por la incompetencia de George W. Bush y la incapacidad de Barack Obama.
No, aquí no hablaremos de futbol. Pero tampoco de la crisis de seguridad, de la pérdida del sentido de la realidad frente al agobio de las informaciones de los medios que llevan una contabilidad de muertos y arrestados como si fuera la final entre el Barza y el Real Madrid. No, para qué hablar de datos que sólo introducirán angustia a la hora de hacer los cálculos sobre los posibles resultados de los partidos de la selección mexicana. Debe ser horrible estar mirando con atención el calendario de juegos y analizar los adversario y de pronto que en la portada de cualquier sección de deportes aparezca un descabezado.
No, aquí no hablaremos de futbol. Menos del hecho de que las autoridades, que también comenzaron a respirar tranquilos la víspera del inicio de las competencias, gobiernen como entrenadores técnicos de algún equipo de barriada. Para qué angustiarlos con quejas válidas contra los diputados que gastaron horas-curul-pompas para debatir , analizar y evaluar el peligrosísimo tema de la… obesidad en niños, cuando el principal peligro no está, con el perdón del secretario de Educación, Alonso Lujambio, una deliciosas quesadillas fritas frente a la opción existencial de unas quesadillas… al comal, sino el consumo creciente de drogas entre los menores de edad.
No, aquí no hablaremos de futbol. Aunque haya datos suficientes para señalar que el consumo de drogas en adolescentes y estudiantes le haya meti do una goliza a las autoridades. Y para qué distraer a los padres sugiriéndoles que por qué no exigen una campaña en medios con la frase sencilla a los menores: “¡Aléjate de las drogas!” O por qué no pedirle a la Secretaria de Salud que invente algo similar a lo que quieren hacer con las envolturas de cigarrillos al incluir fotografías de los órganos humanos destruidos por el tabaco. Pero parece que, distraídos con la repetición de los goles, las autoridades y los padres de familia tienen más miedo a las llantitas que a la adicción a las drogas.
Por eso no, aquí no hablaremos de futbol. Para qué amargarles a ciudadanos y funcionarios la fiesta del hombre con la cotidianidad que existía la mañana del pasado viernes 11 de junio, minutos antes de la inauguración del campeonato de futbol en Sudáfrica. Total, va a ser la misma -y acrecentada- que se encontrarán la mañana del próximo lunes 12 de julio, después de la final entre quién sabe qué equipos. Al final de cuentas, con la certeza de que la selección mexicana no llegará a la final, lo que importará será la fiesta, las cervezas del domingo 11 para preparar el reingreso a la realidad el lunes 12.
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