Apunte
JORGE GUILLERMO CANO
(Exclusivo para Voces del Periodista)
El cherife Arpaio
Los Ángeles, California. Joseph M. Arpaio nació (1932) en Springfield, Massachusetts. Es hijo de inmigrantes de Nápoles, Italia. Según datos que circulan por la Internet, su madre (de Arpaio) murió en el parto y su padre no se hizo cargo de Joe, cuya infancia transcurrió en diferentes hogares que le brindaron asilo.
Trabajó como policía en Washington y Las Vegas; fue agente especial de la DEA durante 32 años y estuvo comisionado en Turquía y México.
En 1992 fue electo Sheriff del condado de Maricopa (donde se enclava Phoenix, capital de Arizona) y ha sido reelecto en cuatro ocasiones (1996, 2000, 2004 y 2008.)
De un tiempo acá, se le conoce como “el sheriff más implacable de Estados Unidos” y no precisamente por sus logros policiacos, que son irrelevantes, sino por el maltrato a delincuentes menores y, de manera especial, a los inmigrantes indocumentados.
Por sus prácticas, reconocidas por él mismo en entrevistas a la prensa internacional y de su país, como violatorias de garantías y derechos, ha sido duramente criticado y denunciado por varias organizaciones, Amnistía Internacional entre ellas.
Y el caso es que Arpaio, hijo de inmigrantes y asilado en hogares benefactores, se ha convertido en persecutor implacable de los “indocumentados mexicanos”.
Violaciones impunes
En “La Opinión” de Los Ángeles (30/07/2010) una nota de Claudia Núñez ilustra lo que está pasando en Arizona no sólo a los “indocumentados”, sino a todos aquellos de rasgos étnicos mexicanos.
Líderes comunitarios que protestaban contra la ley SB 1070 fueron encarcelados en Maricopa. Liberados con “reservas de ley”, describieron su experiencia con las huestes de Arpaio como “humillante e inhumana”.
Varios días después continuaban activistas detenidos e incomunicados, todos ellos ciudadanos estadounidenses completamente legales pero de origen, y rasgos, mexicanos.
“La resistencia va a continuar. El boicot va a continuar, porque Arizona hoy no es mejor que ayer y el futuro de esta nación continuará siendo de inmigrantes”, apuntó Pablo Alvarado, líder de la Red Nacional de Jornaleros.
En tanto y hasta ahora, la policía continúa con sus redadas y Arpaio presume que nada lo detendrá.
Como perros
En otra nota, de Gardenia Mendoza Aguilar, se relata que un agente de la patrulla fronteriza preguntó a un mexicano indocumentado si tenía hambre. Este respondió que sí, “pues llevaba dos días sin comer desde que estaba a punto de ser deportado de Arizona”.
Enseguida, el oficial le arrojó una bolsa de frijol en polvo a la cara y le dijo: "ahí tienes… eso es comida para perros".
Gilda de Loureiro, una de las encargadas del albergue de San Juan Bosco en Nogales, Sonora, refiere el trato “muy ingrato" que reciben los indocumentados que son expulsados de Estados Unidos.
Hasta julio de este año, 23 mil 444 mexicanos solicitaron atención a la red consular de México en Arizona, donde se calcula que hay más de un millón 860 mil connacionales. De ellos, según la cancillería mexicana, entre 400 mil y 530 mil son indocumentados.
Me valen los derechos: Arpaio
Desafiante, el cherife Arpaio asegura que, “con ley o sin ella”, continuará arrestando a quien “parezca” indocumentado.
“No sé como luce un ilegal, pero nosotros vamos a perseguir parejo” dijo cínicamente, luego de presumir que la noche del 29 de julio había encarcelado “por lo menos una docena de personas en diversos barrios latinos de la ciudad”, según consigna la nota de Núñez en “La Opinión”.
Arpaio cuenta con el apoyo de organizaciones derechistas, de marcada tendencia fascista, como la “Stand with Arizona”, que exige controles migratorios más estrictos y realiza manifestaciones contra los inmigrantes.
Según republicanos, los policías deben tener el derecho “de actuar como agente de inmigración y cuestionar a todos aquellos que luzcan sospechosos de vivir indocumentados en el estado”. Es decir, de investigar el estatus migratorio a cualquiera por su apariencia.
El huevo de la serpiente
No es marginable que apoyadores de la SB 1070, entre los que destaca el senador estatal de Arizona, el republicano Rusell Pearce, hayan reunido a más de siete mil personas en la ciudad de Tempe, cercana a Phoenix.
Además, es un hecho que legisladores de 22 estados están promoviendo iniciativas similares a la discriminatoria ley de Arizona.
La agrupación “Estadounidenses por la Migración Legal” (ALIPAC, por sus siglas en inglés) ha estado muy activa y su presidente, William Gheen, asegura que tienen el apoyo de entre el 60 y 81 por ciento de la población.
En tanto, actos xenofóbicos se repiten en Nueva York contra mexicanos, así como en Lousiana y otros estados. En esos casos, la impresión general es que “la policía se hace de la vista gorda”.
Con ley o sin ley
Pero el boicot económico, aunque incipiente, está motivando una reconsideración, al menos de forma, y la gobernadora Janice Brewer ha declarado que “puede haber algunos cambios” en la controvertida ley SB 1070.
Como se sabe, una juez federal, Susan Bolton, dejó sin efecto (de manera provisional) varios puntos de la ley, entre ellos la facultad policiaca de inquirir el estatus migratorio por simple sospecha oficial.
Al cherife Arpaio eso le vale: abiertamente anuncia que seguirá con sus redadas, ilegales, literalmente. Lo mismo que ha hecho en los últimos años, dice ufano a quien le pregunte.
Con el petate del muerto
La polémica sigue y, a querer o no, la razón suele aparecer. Reciente encuesta de la Border Network for Human Rights (BNHR) revela que la llevada y traída “inseguridad extrema” de los estados fronterizos mexicanos es un mito.
Los republicanos que reclaman más tropas y muros en la frontera, como Jan Brewer, mienten a sabiendas cuando generalizan el “terror y el caos” que pone en peligro, dicen, su seguridad.
Aún más, de la misma encuesta, realizada en julio pasado, se desprende que las ciudades de Estados Unidos colindantes con México, son de las más seguras en aquel país.
Y así van las cosas, ante la evidente pasividad del gobierno mexicano.
Tamborazos
-Consumado el desenlace electoral en Sinaloa, no pocos expertos en la permanencia presupuestal han retornado a la crítica sexenal (y trienal) que motive miradas de los nuevos jefes.
-Son corresponsables de lo que critican, pero igual brincan sin rubor cuando antes se mantuvieron callados. En obvio, no son esos actores emergentes de la coyuntura los más calificados para plantear correctivos de lo que pretenden ignorar cuando conviene.
-Desde luego, eso no hace buenos a los criticados, lo que pasa es que no hay a quién irle (con todo y sus “alternancias” y “cambios” de la figuración).
-En la próxima entrega: el bicentenario del mito. (
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