Narco:
falla la sociedad,
no la estrategia
CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
Los análisis parecen haberse quedado sin argumentos frente a la escalada de violencia del crimen organizado. La cantaleta del fracaso de la “estrategia” gubernamental contra la delincuencia se ahogó en el monólogo de los diálogos nacionales sobre seguridad convocados por el presidente de la República. Y no por falta de voluntad del gobierno sino por la ausencia de la sociedad y por la mezquindad de la clase política.
Todos hablan de cambiar la estrategia pero nadie aporta propuestas concretas. Y el punto origen del problema de la inseguridad y el dominio del crimen organizado sobre espacios territoriales sólo puede ser explicado con un argumento: la sociedad mexicana ha fallado. Los delincuentes se metieron en el tejido social aprovechando el desconcierto de la sociedad, pero también la apatía y el miedo. En zonas rurales la sociedad ha intentado linchar a delincuentes, pero en zonas urbanas la sociedad miró hacia otro lado cuando llegaron las bandas criminales.
Los debates han caído en la esquizofrenia: una campaña orquestada se ha lanzado contra el ejército mexicano por algunos civiles muertos, cuando todas las indagatorias hablan de errores y no de una intención criminal. Pero la crítica al poder quiere hacer parecer que los militares han salido a la calle para asesinar civiles, cuando han sido los militares los únicos que se enfrentan a balazos contra las bandas del crimen organizado.
El problema no son los militares sino los delincuentes. La escandalera ha sido mayor en los casos de los niños muertos en enfrentamiento en Ciudad Mier o los estudiantes fallecidos en fuego cruzado en el Tecnológico de Monterrey. En cambio, la sociedad ha mirado hacia otro lado en el pavoroso caso de los 72 migrantes asesinados por delincuentes en Tamaulipas, sin las protestas que se enderezan contra policías y militares. ¿Será que los migrantes eran latinoamericanos pobres y los jóvenes del Tec de una clase social superior? Los jóvenes del Tec murieron en una refriega a balazos, en tan to que los migrantes fueron ajusticiados por la irracionalidad conciente -valga la contradicción-- de bandas criminales. El problema es grave. La gran polémica alrededor de la violencia criminal no tiene que ver con las razones, la corrupción y las complicidades, sino con la legalización de la droga, mientras en las colonias populares de todo el país el drama familia tiene que ver con el daño provocado por las adicciones., ¿Deveras se cree que la violencia baja con la legalización o la tolerancia? Basta revisar las noticias en los Estados Unidos para enterarse de la creciente criminalidad en las zonas de tolerancia contra las drogas. La sociedad mexicana desperdició los diálogos sobre seguridad convocados por el presidente Calderón. No hubo propuestas alternativas ni rumbos para cambiar la estrategia. Eso sí, hubo lucimiento. Peor aún: no se dio una verdadera crítica a la estrategia sino tan sólo cuestionamientos superficiales. La sociedad mexicana apenas apareció en algunas agrupaciones que acudieron a señalar los daños sociales de la criminalidad, pero sin proponer nuevas formas de lucha contra las mafias.
Lo grave de todo radica en la arrogancia de la criminalidad y la escalada de violencia en la que ha metido al país, mientras la sociedad se calla como en Tamaulipas o Nuevo León o exige el retiro de militares para cederle las plazas a las bandas criminales. De ahí que no sea la estrategia la fallida, sino que estamos arribando a un nuevo concepto sociológico: la sociedad fallida.
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