México, último lugar en transición democrática
Los votos de 2012 se
cruzarán con sangre
ABRAHAM GARCÍA IBARRA
* El sufragio mexicano, el segundo más caro del mundo
Si el señor Calderón quiere honrar la
investidura presidencial, tenía que haberse
mordido un huevo y no señalar a López
Obrador como peligro para México. Está
para unir y nunca desde el poder insultar
a un ciudadano…
Diputado federal por el PAN
Manuel Clouthier Carrillo
Cuando al presidente designado Felipe Calderón Hinojosa -si la veleidosa Providencia no dicta otra cosa-, le restan sólo 24 meses del sexenio oficial, se antoja especular sobre si el PAN-Drácula es la fase superior del Chupacabras, puesto de moda durante el salinato, o, en el mismo orden de ideas, la intensa temporada de degüellos humanos que priman la guerra narca, es la fase superior de El mochaorejas, que alcanzó celebridad durante el mandato de Ernesto Zedillo Ponce de León. A ese grado llega el terror de los mexicanos, que no hallan refugio seguro para salvar sus vidas y las de sus familias bajo el gobierno neoliberal de un partido que, en su momento fundacional, prometió a la nación el humanismo político como imperativo de una convivencia civilizada, y lo que desde el poder presidencial está dando en los hechos es una orgía de sangre que tiene enlutada y postrada a la sociedad.
El paisaje mexicano de todos los días.
“La noche en que
los ángeles lloraron”
Con ese poético título circuló en 1946 una elegía político-electoral dedicada a los llamados mártires de la represión gubernamental en León, Guanajuato. El 2 de enero de aquel año se convirtió en el estigma de la presidencia católica del general Manuel Ávila Camacho. Esa fecha fue culminante de la protesta pública contra el fraude electoral en la pugna por la Presidencia Municipal de León. Según los datos manejados por la oposición, el ataque, atribuido al Ejército, dejó 26 muertos y 37 heridos graves.
La resistencia electoral fue organizada por la Unión Cívica Leonesa, pero sobraron testimonios que consignaron la participación del Partido Acción Nacional (PAN) y de la Unión Nacional Sinarquista (UNS); ésta, de raíces cristeras, cuya vocación condensó bien el sociólogo Fernando González en su libro Matar y morir por Cristo Rey. Esas formaciones políticas eludieron cobardemente su responsabilidad con la coartada de que, como organización, no tenían control del movimiento cívico, pero que dejaban a sus militantes actuar libremente en la lucha electoral, ahí o en cualquier parte de la República. Tanto el PAN como la UNS, sin embargo, registran en sus biografías aquel terrible episodio a la hora de acreditarse méritos en el combate por la democracia. Dicho sea de paso, un antecedente inmediato de la UNS en Guanajuato (1936) fue el Centro Anticomunista, impulsado por el alemán nazi Oscar Hellmut Shreiter.
(Hoy, por cierto, los viejos parientes están en zafarrancho cainita: La pugna por gobernación de Guanajuato entre la directiva estatal formal del PAN y la facción de El Yunque derivó en el cese del secretario general de Gobierno, Gerardo Mosqueda Martínez, aspirante yunqueto a la candidatura azul.)
Lo que nos mueve al repaso histórico, es que un conspicuo abogado guanajuatense de derechas (Alfonso Trueba Olivares, si no nos equivocamos; confiamos todavía en nuestra memoria), se refirió entonces a la masacre, palabras más, palabras menos, en estos términos: “¿Y qué importa? Esa gente se muere por cualquier cosa, por una copa de tequila; muchos de esos hombres que murieron eran de los que llegan borrachos a sus casas y matan a sus mujeres por nada. Ahora siquiera han muerto por algo que vale la pena; que sirvan e algo a la patria”. “Humanismo político”, una falacia. De Guanajuato, José Alfredo Jiménez cantaría: La vida no vale nada: Ahí se apuesta la vida/ y se respeta al que gana… El que gana es el que jala primero el gatillo.
La mística
de la sangre
Historiadores mexicanos y extranjeros que han aplicado su investigación al estudio de la ultraderecha mexicana -sobre todo a La Cristiada-, coinciden en que los movimientos contrarrevolucionarios (hay apologistas que los codifican como revolución popular), que se dieron en México en el siglo XX, se inspiraron en la mística de la sangre, entendida ésta como sacrificio propio, obligado frente al poder que consideran despótico y es necesario destruir. Como rasgo sicológico, enraizado en la creencia religiosa, hay autores que han visto en esos “soldados” en combate -unos 500 mil, reclutados generalmente entre los miserables-, a las milicias del espíritu. Está en su naturaleza la búsqueda de un lugar de honor en el martirologio.
Madero: Herido en campaña, ejecutado Presidente
El más aguerrido jefe nacional de la UNS, Salvador Abascal Infante, lo expresó así: “Lo lamentable hermanos, lo triste sería que no perdiéramos ninguna vida. En el sinarquismo se habla, se discute, pero, sobre, todo ¡se muere!
Ahora bien: La Cristiada, por ejemplo, es tipificada como la última derrota en el campo de batalla, en la cíclica pero larga lucha armada que la derecha mexicana inició contra el Estado nacional en la Guerra de Reforma. A partir de la fundación de la Unión Nacional Sinarquista y del Partido Acción Nacional en el último tramo del sexenio de Lázaro Cárdenas, esa beligerante corriente se camuflajeó, la primera vertiente (UNS), en el frente “cívico”, no siempre pacifista, aunque desembocó finalmente en la formación del Partido Demócrata Mexicano, con registro legal ahora perdido, después de que en los cuarenta el registro al partido Fuerza Popular le fue negado; y, en el frente expresamente electoral, la segunda vertiente (PAN); hoy en el poder presidencial. No más el fratricidio, se pensó.
De nuevo el rifle como
argumento electoral
El discurso opositor, con acentos bélicos, sin embargo, se recalentó en los años ochenta en las voces de los candidatos del PAN a las gobernaciones de Sinaloa y Chihuahua, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón y Francisco Barrio Terrazas, respectivamente, que invocaron el uso las armas, vinculándolo a la violencia electoral y a la amenaza de derrocamiento del régimen. (ver Los bárbaros del Norte/ La Contra mexicana, 1988, de este autor). Hasta ahí, el exabrupto -dejémoslo de ese tamaño- parecía políticamente legítimo en la lucha de los contrarios, como irritada respuesta a la cerrazón del sistema electoral. Aún así, en el planteamiento de la resistencia política se apeló a la figura táctica y estratégica de la desobediencia civil y pacífica, que finalmente derivó en la toma de Los Pinos por la vía electoral, aunque ésta no haya rechinado de limpia.
Pero de aquella baladronada de los bárbaros, otros tomaron y activaron el verbo y el gatillo: Con Calderón Hinojosa matan a candidatos a gobernadores, a candidatos a alcaldes o presidentes municipales electos o en activo, sin compadecerse de siglas partidistas. “La mística de la sangre”.
Lo que pretendemos establecer, es que, aun con la presión mediática de algunos partidarios del golpe de Estado encima, que le proponían en 2005-2006 la toma armada la Ciudad de México, por lo menos, Vicente Fox (quien al lanzarse a la campaña presidencial en 1999 proclamó una nueva revolución cristera) se resistió a sacar al Ejército a las calles. En ese sentido, Fox acometió la guerra electoral por otras vías. No dio pie, no durante el periodo de su gestión, al desencadenamiento de la barbarie.
Mística de la sangre, destino de los miserables
Es otro el pecado del PAN-Gobierno: Desde que era gobernador de Guanajuato, Fox dio pruebas de su escasa sensibilidad social. Estando en viaje en el extranjero, el municipio de Salvatierra sufrió un embate meteorológico que dejó un saldo de muertos y miles de damnificados. Al regresar a la entidad, acusó colérico a la prensa de armar el gran mitote exagerando el drama. Ya a finales de su presidencia, estados del sur, particularmente Quintana Roo y Chiapas, fueron golpeados severamente por una racha de huracanes que provocaron tremenda devastación: Solícito, dio prioridad a los empresarios turísticos de Cancún, con los que fue pródigo en apoyos económicos, hasta costear arena para reponer las playas, pero a cientos de miles de chiapanecos los dejó en el luto y en la indefensión, que desintegraron a las familias, no obstante haber ofrecido inmediata reconstrucción de las regiones arrasadas. También en esos meses postreros se registró el homicidio industrial de Pasta de Conchos, Santa Sabina, Coahuila, donde perecieron 65 mineros. Crimen por lo menos culposo, Fox no se apiadó de viudas ni huérfanos. Solapó la negligencia y la impunidad de los propietarios del Grupo México, encabezado por la familia Larrea Mota-Velasco, y de sus propios funcionarios responsables de la vigilancia y observancia de las normas de seguridad industrial a los que, como al ex secretario del Trabajo, Francisco Xavier Salazar Sáenz, hasta se les premia con fuero diputadil para no exponerlos a la acción de la justicia, pues no se llama Julio César Godoy Toscano, quien, además de michoacano, es perredista.
Pero a Fox lo
supera Calderón
Con la misma helada e inhumana insensibilidad, Felipe Calderón Hinojosa ha actuado respecto de aquella tragedia (que no incluye las muertes “hormiga” que en otras minas han sucedido después de febrero de 2006), a la que se le agregaría luego otra mayor: la pavorosa inundación de Tabasco. Oportunidad para el video y el discurso hueco, se repite en el verano-otoño de 2010 en por lo menos la mitad del territorio nacional, sin que ni siquiera se cense seriamente el cataclismo en términos de vidas humanas perdidas -de hecho y en sus consecuencias-; en términos ecosociales y económicas, ni mucho menos se sancione a funcionarios responsables, al menos por ineptitud, imprevisión o indolencia.
Ahí están, como monumentos al desapego y a la impunidad, el infanticidio en la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora, el reciente genocidio de San Fernando, Tamaulipas y las matanzas de indígenas. ¿Casos focalizados? Demasiados para el tamaño de la indiferencia gubernamental. Y está ahí, la gran montaña de cadáveres regados incesantemente por todo el país desde diciembre de 2006. No sólo los de las ejecuciones en la guerra narca, que suman más de 30 mil: Está, además, la monstruosa estadística de homicidios “ordinarios”, culposos o dolosos, que consigna la otra nota roja un día sí y otro también. ¿Y cuántos son, realmente, los emigrantes muertos en las encrucijadas fronterizas, cuyo exterminio sólo se conoce porque, sencillamente, las familias perdieron todo contacto con los transterrados o cuando accidentalmente se localizan las pilas de fiambre? Y están los suicidios por motivos económicos o de salud, relacionados con la drogadicción. Mística de la sangre, pues, pero en los cuerpos del prójimo. Humanismo político, ¿cuánta sangre, cuánta orfandad, cuánta viudez, cuánto luto más, se requiere para hacerlo reaccionar?
Legado abominable del neoliberalismo supersticioso e infrahumano, ese es el indeseable horizonte en el que se atisba la sucesión presidencial de 2012. Ni en la que anunció en su libro Francisco I. Madero hace un siglo, el cuadro es más dantesco. Madero, el dictador infortunado, lo catalogó uno de sus más rabiosos detractores, Salvador Abascal Infante, padre de una piadosa generación sinarquista-panista que ha participado en los gobiernos de la alternancia. Madero, al que en estos días se le rendirá memoria, quién sabe si paseando obscenamente sus restos por la Ciudad de México. Madero, cuyo nombre fue izado por el PAN como bandera en un plan electoral en los años ochenta, cuando abortaría la Triple Alianza en torno al partido: Empresarios, iglesia católica y embajada de los Estados Unidos en México (John Gavin.)
Acumulación
de frustraciones
Tétrico escenario sucesorio: Acumulación de frustraciones. La frase concluyente la usan la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en reciente reporte sobre Latinoamérica: El principal déficit de los sistemas políticos de la región, dice el documento, es la falta de democracia en el debate de las políticas económicas que se manejan discrecionalmente con fines electorales e inciden en la profundización de la pobreza. Existe, agrega otra conclusión del estudio, crisis de representación política por el desprestigio de los partidos. Pedrada directa al tejado del Congreso de la Unión, que ahora negocia los ingresos federales y su reparto para 2011, el reporte destaca, entre otras cosas, que México registra una evasión fiscal de 38 por ciento respecto de su Producto Interno Bruto. Obviamente, acotamos nosotros, por la protección de la casta dorada a la que privilegia el gobierno, y que organiza insultantes celebraciones matrimoniales que ya las hubiera querido un faraón. De ahí la acumulación de frustraciones en la enorme mayoría de los no favorecidos.
¿Cuánto más necesita el presidente designado para pagar facturas de campaña a sus insaciable benefactores? ¿No han sido suficientes los regímenes fiscales especiales (500 mil millones de pesos anuales), los leoninos contratos con cargo al sector energético: Petróleos Mexicanos, Comisión Federal de Electricidad y la extinción de Luz y Fuerza del Centro; obsequio de compañías aéreas y todo lo que cínicamente da el secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Francisco Molinar Horcasitas, etcétera? Pero algo ha de faltar: El amasiato ahora se “legitima” con la nueva Ley de Asociaciones Públicas-Privadas avalada por el Senado, donde al menos dos apoyadores buscan la candidatura presidencial.
Diputado Manuel Clouthier Carrillo
Recaudación ensañada con los causantes cautivos para permitir que otros cuantos evadan el equivalente al 38 por ciento del PIB, no es casual que sólo entre 2008 y 2009, según Transparencia Internacional, la percepción de la corrupción se haya disparado vertiginosamente y haya bajado a México de la posición 72 a la 89 en el combate a esa peste. En una escala de diez puntos, la calificación que México obtiene cayó de 3.6 a 3.3 puntos. Se parece a Ruanda, que ya es decir.
Un buen resto para la
burocracia electoral
Y el que reparte y comparte, se queda con una buena parte: Los datos más a la mano indican que, entre 2000 y 2008, sólo en subsidios federales, 15 partidos políticos (la mitad se fue con el santo y la limosna) se embuchacaron más de 25 mil millones de pesos. ¿Cuántos miles de millones más se saquearon a las arcas de los estados para elecciones locales en ese periodo? En 2009, año de elecciones federales intermedias, el Instituto Federal Electoral (IFE) se alzó con 12 mil 880 millones de pesos. Para 2011, en que no hay comicios federales, pidió al Congreso de la Unión 10 mil 499 millones de pesos. Si el IFE celebra jubilosamente -y como no- sus primeros 20 años, ¿cuánto ha costado su acerdada existencia a los contribuyentes mexicanos? El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación pidió al Congreso casi dos mil millones de pesos para 2011. Si ya no es precisamente un adolescente, ¿cuánto ha costado a los causante cautivos? Pero están también los institutos o consejos y los tribunales electorales en cada una de las 32 entidades federativas. La sumadora revienta.
Las milicias del espíritu.
A más gasto público,
más huida de las urnas
Si eso sirviera, de veras, al desarrollo democrático. Pero resulta que, en 2009, hubo 77 millones 815 mil empadronados: casi 44 millones no acudieron a las urnas en los comicios federales. Ya en 2006, cada voto mexicano costó 35 dólares (a tipo de cambio de 13 pesos en promedio). Según estudios comparativos, el voto mexicano es el segundo más caro del mundo y todavía México aparece en último lugar en materia de transición democrática.
No es gratuito que, al convocar la Cámara de Diputados a los aspirantes a consejeros electorales del IFE para el relevo de los que están en remojo, aparezcan legiones de rapaces interesados. ¿Apartidistas, como se pretendía al crearse esa figura? ¿“Apartidistas” los panistas embozados, ahora con carnet: Juan Francisco Molinar Horcasitas, ex sub secretario de Gobernación, ex director impune del IMSS, hoy secretario de Comunicaciones y Transportes; Santiago Creel Miranda, ex secretario de Gobernación, precandidato presidencial y hoy senador y Alonso Lujambio Irazábal, es comisionado presidente del IFAI y hoy secretario de Educación Pública? Falacia pura. Como diría el difunto cacique Rubén Figueroa: La carga pesa, pero el flete recompensa. Veinte años del IFE, ahora convertido en Torquemada electorero con la inquisición contra Andrés Manuel López Obrador ¡Qué felicidad para los validos del panismo!
Leonardo Valdes: Todos quieren ser consejeros
Han transcurrido 22 años desde el primer golpe de Estado técnico en elección presidencial. Entre etapas, ha habido dos sexenios de usurpación. No es accidental que, en reciente foro OEA-IFE, el invitado de honor haya sido Carlos Salinas de Gortari. Es un maldito presagio para 2012. Pero eso sí: Nuestra democracia crece. Se nota en la rozagancia de consejeros y magistrados electorales. Se nota en la histérica pugna entre la partidocracia por el control de los partidos y sus bolsas millonarias. Como decía la abuela, en arca abierta, hasta el justo peca. Con la ventaja de que nuestro stablishment tiene proscrita la penitencia.
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