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Edición 255
Escrito por JAMES PETRAS   
Martes, 29 de Marzo de 2011 15:37

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Raíces de las revueltas árabes

y celebraciones prematuras

JAMES PETRAS

 

La mayoría de las notas sobre las revueltas árabes de Egipto, Túnez, Libia, Marruecos, Yemen, Jordania, Bahrein, Irak y otras, se han enfocado en las causas más inmediatas: dictaduras políticas, desempleo, represión, la agresión y asesinato de manifestantes. Le han dado mayor atención a la clase media, a los jóvenes, a los activistas educados, a su comunicación vía Internet, (Los Ángeles Times, 16 de febrero de 2011) y, en el caso de Israel y sus teóricos sionistas de la conspiración, a “la mano oculta” de los extremistas islámicos (Daily Alert, febrero 25 de 2011.)

 

PETRAS

Lo que está haciendo falta es algún intento para proveer de un marco para la revuelta, el cual tome en cuenta la gran escala, las estructuras socioeconómicas de largo y mediano término así como los “detonadores” inmediatos de la acción política. El alcance y profundidad de los levantamientos populares, así como las diversas fuerzas políticas y sociales, las cuales han entrado en conflicto, hacen imposible alguna explicación de lo que parece una dimensión de las luchas.

 

La mejor aproximación incluye marco de embudo en el cual, la parte ancha (las estructuras de largo plazo, de gran escala) sostienen la naturaleza de lo económico, el sistema y la clase política; el mediano plazo está definido por la dinámica acumulativa de los efectos de estas estructuras sobre los cambios en las relaciones políticas, económicas y sociales; las causas del corto plazo, las cuales precipitan las respuestas sociopolíticas y psicológicas, o la conciencia social, llevan a la acción política.

 

La naturaleza de las economías árabes

 

Con excepción de Jordania, la mayoría de las economías árabes en donde están teniendo lugar las revueltas, están basadas en “rentas” 2PETRASobtenidas del petróleo, gas, minerales y turismo, lo cual provee la mayor parte de las ganancias por exportación e ingresos del estado (Financial Times, 22 de febrero de 2011, pág. 14). Estos sectores económicos son, en efecto, enclaves de exportación que emplean una pequeñísima parte de la fuerza laboral y definen una economía altamente especializada (reporte Anual 2009 del Banco Mundial). Esos sectores exportadores no tienen lazos con una economía productiva diversificada: el petróleo es exportado, y los bienes manufacturados, así como los servicios financieros y la alta tecnología, todos son importados y controlados por multinacionales extranjeras y extranjeros ligados a la clase gobernante (Economic and Political Weekly, 12 de febrero de 2011, pág. 11). El turismo refuerza el ingreso por “rentas”; como sector, provee de “divisas extranjeras” e ingresos impositivos al clan de clase del estado. Al final se encuentran el capital foráneo subsidiado por el estado y los desarrolladores inmobiliarios locales políticamente conectados para la inversión e importación de trabajadores extranjeros de la construcción.

 

El ingreso basado en rentas puede generar gran riqueza, especialmente en el alza de los precios de la energía, pero los fondos incrementan una clase de “rentistas” quienes no tienen vocación o inclinación para profundizar y extender el proceso de desarrollo económico e innovación. Los rentistas se “especializan” en la especulación financiera, inversiones ultramarinas vía firmas privadas de equidad, el consumo extravagante de lujosos bienes de alta calidad y cuentas privadas secretas de billones de dólares y euros en bancos extranjeros.

 

La economía rentista crea pocos empleos en la moderna actividad productiva; la alta calidad está controlada por miembros de extensos clanes familiares y corporaciones financieras extranjeras vía expertos extranjeros; el empleo técnico y de baja calidad son aceptados por contratos de trabajo foráneo, los niveles de ingreso y condiciones de trabajo están por debajo de la fuerza de trabajo local capacitada y es voluntario aceptarlos.

 

El enclave de la economía rentista resulta en una clase gobernante basada en el clan, la cual “confunde” la propiedad pública y privada: por lo que el “estado” es realmente una monarquía absolutista y sus extensas familias están en la cima, y su cliente el líder tribal, el entorno político y los tecnócratas en medio.

 

Estas son “clases gobernantes cerradas”. El acceso está confinado a seleccionar miembros del clan del clan o las dinastías familiares y un pequeño número de individuos “emprendedores” quienes pueden acumular riqueza sirviendo a la clase gobernante. El “círculo interno” vive del ingreso de rentas, pago de seguros de sociedades en bienes inmuebles en donde ellos no proveen de técnicas, sino sólo permisos oficiales, garantías de tierra, licencias de importación e impuestos vacacionales.

 

3PETRAS

Más allá del pillaje del tesoro público, el clan de la clase gobernante promueve “comercio libre”, léase la importación de productos acabados baratos, de esta manera minan cualquier iniciativa doméstica aborigen en la manufactura “productiva” de los sectores agrícola o técnico.

 

Como resultado, no hay empresariado capitalista nacional o “clase media”. La que pasa por una clase media son los empleados del sector público (maestros, profesionales de la salud, funcionarios, bomberos, oficiales policiacos y militares), quienes dependen de sus salarios, los cuales, a su vez, dependen de su sumisión a un poder absolutista. Ellos no tienen oportunidad de avanzar a escalones más altos o de abrirse oportunidades económicas para su educada descendencia.

 

La concentración del poder económico, social y político en un sistema controlado por una cerrada clase-clan conduce a una enorme concentración de la riqueza. Dada la distancia social entre gobernantes y gobernados, la riqueza generada por los altos precios de los artículos de consumo produce una imagen altamente distorsionada de la “riqueza” per-capital; agregar billonarios y millonarios por encima de una masa de jóvenes con bajos ingresos y desempleo, provee un decepcionante alto promedio de ingreso. (Washington Blog. 24/2/11.)

 

Regla rentista: Por las armas y dádivas

Para compensar estas grandes disparidades en la sociedad y proteger la posición de la parasitaria clase rentista gobernante, éstos procuran alianzas con corporaciones de armas multimillonarias en dólares y la protección militar del poder imperial dominante (EU). Los gobernantes se empeñan en la “neocolonización por invitación”, ofreciendo terrenos para bases militares y aeródromos, puerto para operaciones navales, colusión en el financiamiento para la procuración de mercenarios contra los adversarios anti-imperialistas y sumisión a la hegemonía sionista en la región (a pesar de los inconsecuentes criticismos ocasionales.)

 

A mediano plazo, gobernar por la fuerza es complementado por dádivas paternalistas a los clanes tribales rurales y pobres; subsidios alimentarios para la pobreza urbana; un callejón sin con empleos de otros para los desempleados con educación (Financial Times, 25 de febrero de 2011, pág. 1). Tanto las costosas compras de armas y los subsidios paternalistas reflejan la falta de capacidad para las inversiones productivas. Billones son gastados en armamento en lugar de diversificar la economía. Cientos de millones son gastados en un intento único de dádivas paternalistas, en lugar de inversiones a largo plazo generadoras de empleo productivo.

 

El “adhesivo” que une este sistema es la combinación del moderno pillaje de la riqueza pública, de los recursos energéticos naturales y la utilización de contratistas mercenarios y reclutas del clan tradicional y neocolonial, para el control y represión de la población. Los modernos armamentos de E.U., están al servicio de dictaduras y monarquías absolutistas anacrónicas, fundamentadas en los principios del gobierno dinástico del siglo XVIII.

 

4PETRAS

La introducción y extensión de los más actualizados sistemas de comunicación y los grandes centros comerciales de arquitectura ultramoderna, sólo atienden a un estrato de elite de consumidores de lujo y presenta un crudo contraste con la vasta mayoría de juventud educada y desempleada, excluyéndolos de la cima y presionándolos desde abajo con contratos de trabajo para trabajadores extranjeros de baja paga.

 

Desestabilización neoliberal

 

Los clanes de la clase rentista están presionados por las instituciones financieras internacionales y los banqueros locales para “reformar” sus economías: “abrir” el mercado doméstico y las empresas públicas a los inversionistas extranjeros y reducir los déficit resultantes de la crisis global por introducir reformas neoliberales (Economic and Political Weekly, 12 de febrero de 2011.)

 

Como resultado de las “reformas económicas”, los subsidios para alimento de los pobres han sido reducidos o eliminados, y el empleo por parte del estado ha sido reducido, cerrando con ello una de las pocas oportunidades para la juventud preparada. Los impuestos a los consumidores y los sueldos de los trabajadores asalariados son incrementados en tanto los desarrolladores inmobiliarios, los especuladores financieros y los importadores reciban exenciones de impuestos. La desregulación ha exacerbado la corrupción masiva, no sólo entre la clase rentista del clan gobernante, sino también en todo su entorno inmediato.

 

Los “lazos” paternalistas que atan a las clases baja y media a la clase gobernante han sido corroídos por las inducidas “reformas” neoliberales, las cuales combinan “moderna” explotación extranjera con las formas existentes “tradicionales” de pillaje doméstico privado. Los regímenes de clase-clan no pueden fiarse mucho de las lealtades de clan, tribales, clericales y clientelares para aislar los movimientos de sindicatos urbanos, estudiantes, pequeños negocios y de la burocracia de bajos sueldos.

 

La calle contra el Palacio

 

Las “causas inmediatas” de las revueltas árabes están centradas en las enormes contradicciones entre demografía-clase de la economía rentista de la clase-clan gobernante. La oligarquía en el poder, gobierna sobre una masa de jóvenes trabajadores desempleados y subempleados: éstos representan entre el 50% y el 65% de la población menor de 25 años de edad (Washington Blog. 24 de febrero de 2011). La dinámica de la “moderna” economía rentista no incorpora a la juventud recientemente educada dentro del empleo moderno; esta la relega a la escasa paga y sin protección de la “economía informal” de  la calle, como vendedores, transportistas, trabajadores bajo contrato y a los servicios personales. Los ultramodernos sectores del petróleo, gas, inmobiliario, turismo y centros comerciales son dependientes del apoyo político y militar con el respaldo de los líderes del clero tradicional, tribales y de clan, quienes están subsidiados pero nunca “incorporados” dentro de la esfera de la producción moderna. La moderna clase trabajadora industrial urbana, con pequeñas uniones sindicales independientes, están prohibidas. Las asociaciones cívicas de clase media también están bajo el control del estado o son confinadas a petición del estado absolutista.

 

El “subdesarrollo” de las organizaciones sociales, ligado a las clases sociales inmersas en la actividad productiva moderna, piensan que el pivote de la acción política y social es la calle. Jóvenes desempleados y subempleados comparten el tiempo metidos en el sector informal y se encuentran en las plazas, los kioscos, cafés, en la sociedad de la esquina de la calle y los mercados, moviéndose de un lado a otro y a las afueras de los centros administrativos del poder absolutista. La masa urbana no ocupa posiciones estratégicas en el sistema económico; pero está dispuesto para las movilizaciones de masas capaces de paralizar las calles y plazas a través de las cuales son transportados los bienes y servicios y se realizan los negocios. Igualmente importante, los movimientos de masas realizados por jóvenes desempleados, ofrecen una oportunidad para los profesionistas oprimidos, los empleados del sector público (léase burócratas), pequeños comerciantes y a los auto empleados para inmiscuirse en protestas sin ser sujetos de represalias en su lugar de trabajo, disipando el “factor miedo” de perder su empleo.

 

La confrontación política y social se revuelve alrededor de los polos opuestos: las oligarquías clientelares y las masas callejeras. La primera depende directamente del estado (el aparato policiaco-militar) y la segunda de amorfas organizaciones locales e informales, improvisadas cara a cara. La excepción son la minoría de estudiantes universitarios que se mueven vía Internet. Los sindicatos industriales organizados ingresan a una lucha tardía y largamente enfocada sobre las demandas económicas sectoriales, especialmente en las empresas públicas, controladas por compinches o camarillas de los oligarcas, en donde los trabajadores demandan cambios en la administración.

 

Como resultado de las particularidades sociales de los estados rentistas, los levantamientos no toman la forma de lucha de clases entre salarios laborales y capitalistas industriales. Estas emergen como revueltas políticas de masas contra el estado oligárquico. Los movimientos sociales con base en las calles demuestran su capacidad para deslegitimar la autoridad del estado, paralizar la economía y pueden llevar a la caída de los autócratas gobernantes. Sin embargo es la naturaleza de los movimientos de masas en las calles, llenar manzanas con relativa facilidad, pero también para ser dispersados cuando los símbolos de la opresión son desbancados. Los movimientos callejeros carecen de la organización y el liderazgo para proyectar, para imponer por si mismos un nuevo orden político o social. Su poder está fundamentado en su habilidad para presionar a las élites e instituciones existentes, no para reemplazar al estado y la economía. Por lo tanto, la sorprendente facilidad con la cual E.U., los israelíes y la Unión Europea apoyaron a los militares egipcios para que fueran capaces de alcanzar el poder y proteger al estado rentista entero y la estructura económica, en tanto mantienen sus lazos con sus mentores imperiales.

 

5PETRAS

Condiciones convergentes y el “Efecto manifestación

 

La diseminación de las revueltas árabes a través del norte de África, el Medio Oriente y los estados del Golfo es, en primera instancia, un producto de condiciones históricas y sociales similares: estados rentistas gobernados por oligarcas de clanes familiares dependientes de las “rentas” del capital proveniente de las intensivas exportaciones de petróleo y energía, lo cual confina a la vasta mayoría de jóvenes a las actividades de la economía informal callejera.

 

El “poder del ejemplo” o la “demostración de afecto” sólo pueden ser entendidos al reconocer las mismas condiciones socio-políticas en cada país. El poder callejero -movimientos urbanos de masas- asume la calle como el sitio de los principales actores y la toma de plazas como el lugar para ejercer el poder político y el proyecto de demandas sociales. Son indudables los éxitos parciales en Egipto y Túnez que fueron el detonante de movimientos en otras partes. Pero han funcionado sólo en países con el mismo legado histórico, las mismas polaridades sociales entre rentistas-clanes gobernantes y trabajadores marginales callejeros, y especialmente en donde los gobernantes estaban profundamente integrados y subordinados a las redes imperiales económicas y militares.

 

Conclusión

 

Los gobernantes rentistas gobiernan vía sus lazos con las instituciones militares y financieras de E.U. y la Unión Europea. Ellos modernizan sus enclaves de afluencia y marginan a la juventud recién educada, la que es confinada a empleos de baja paga, especialmente en el inseguro sector informal, centrado en las calles de las capitales citadinas. Las privatizaciones neoliberales, las reducciones de subsidios públicos (para alimentos, subsidios por desempleo, petróleo doméstico para cocina, gas, transporte, alud y educación) hacen reventar los lazos paternalistas a través de los cuales los gobernantes contenían el descontento de los jóvenes y los pobres, así como a las élites de jefes clericales y tribales. La confluencia de clases y masas, modernas y tradicionales, fueron un resultado directo de un proceso de neoliberalización desde arriba y con exclusión desde abajo. La promesa de los “reformadores” neoliberales de que el “mercado” podrá sustituir los empleos bien remunerados y la pérdida de los subsidios del estado paternalista fueron falsas. Las políticas neoliberales reforzaron la concentración de la riqueza mientras debilitaba los controles del estado sobre las masas.

 

La crisis económica del mundo capitalista llevó a Europa y los E.U., a apretar sus controles de la inmigración, una de las válvulas de escape de los regímenes- la salida masiva de jóvenes educados sin empleo en busca de trabajo en el exterior. La emigración ya no fue más una opción; las opciones quedaron en luchar o sufrir. Varios estudios muestran que aquellos que emigran tienden a ser los más ambiciosos, los mejor educados (dentro de su clase) y quienes toman grandes riesgos. Ahora confinados a su patria-hogar, con pocas ilusiones de oportunidades en ultramar, son forzados a luchar por movilidad individual en casa, a través de la acción política y social colectiva.

 

Igualmente importante entre la juventud política, es el hecho de que E.U., como garante de los regímenes rentistas, está siendo visto como un poder imperial en declinación: retado económicamente en el mercado mundial por China; enfrentando la derrota como gobernante colonial de ocupación en Irak y Afganistán; y humillado como un servil y mendaz criado de un crecientemente desacreditado Israel vía sus agentes sionistas en el régimen de Obama y el Congreso. Todos esto elementos de la declinación y descrédito imperial de E.U., alientan a los movimientos pro-democracia a moverse en contra de los clientes de los Estados Unidos y reducen sus temores de que los militares norteamericanos pudieran intervenir y enfrentar un tercer frente militar. Los movimientos de masas ven a sus oligarquías como regímenes “tercer escalón”: los estados rentistas bajo la hegemonía de E.U., la cual, a su vez, está bajo el tutelaje sionista-israelí. Con 130 países en la Asamblea General de la ONU y todo el Consejo de Seguridad entero, menos los E.U., condenan la expansión colonial israelí; con Líbano, Egipto, Túnez y los emergentes nuevos regímenes en Yemen y Bahrein prometen políticas exteriores democráticas, los movimientos de masas se percatan de que todas las armas modernas de Israel y 680 mil soldados no son garantía de cara a su total aislamiento diplomático, esta pérdida de clientes rentistas regionales, el desastroso descrédito de sus rimbombantes gobernantes militaristas y sus agentes sionistas en el cuerpo diplomático norteamericano. (Financial Times, 24 de febrero de 2011, pág. 7.)

 

Las estructuras socio-económicas y las condiciones políticas, las cuales detonaron los movimientos de masas pro-democracia, el desempleo y el subempleo de los jóvenes organizados desde “la calle”, ahora representan el gran reto: ¿pueden las masas diversas y amorfas convertirse en una fuerza política y social organizada, la cual pueda tomar el poder del estado, democratizar al régimen y, al mismo tiempo, crear una nueva economía productiva para proveer empleo estable y bien remunerado, una vez faltando la economía rentista? A la fecha el resultado político es indeterminado: demócratas y socialistas compiten contra clérigos, monárquicos y las fuerzas neoliberales controladas por los E.U.

 

Es prematuro celebrar una reducción democrática popular…

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