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Los amarradores

Los gobiernos mexicanos de la historia reciente (con el riesgo de las delimitaciones necesarias: de manera acentuada después de Cárdenas y a la fecha) han carecido, con algunas diferencias de matiz, de lo fundamental apreciado en una democracia (la nuestra, más figurada que otra cosa): real compromiso con el interés general de la nación. Eso vale, sin sombra de duda, para la generalidad de “los tres niveles de gobierno”.

 

El ejercicio político en México, tiempo ha, se alejó sin remedio a la vista de su sentido original; la “cosa pública”, cuya atención corresponsable y prioritaria es razón sine qua non del pacto social necesario, se prostituyó literalmente.

 

Así, los gobiernos son espacio del negocio privado, de la ventaja mal habida; del latrocinio feroz que se da por sentado en el estrambótico contexto de una sociedad (cuyo deterioro es producto de un proceso maquinado) dispuesta a transitar mansamente las rutas disímbolas de la anormalidad cotidiana.

 

En la promesa de una modernidad inacabada, trunca y carente de bases de sustentación (porque el atraso es parte del negocio) se diseñaron instrumentos y se crearon leyes y reglamentos al por mayor.

En el plano electoral surgieron los ifes, trifes, consejos locales, de participación “ciudadana” y leyes bien vestidas. Pero la correspondencia entre el artefacto y el efecto, la derivación de la promesa, terminó en paradoja.

El acceso cancelado

Políticos ocurrentes, pero sobre todo perversamente pragmáticos y utilitarios, conocedores de los alcances reales de una inexistente (por sus efectos evaluables) opinión pública crítica, presentaron como invento de patente propia leyes “de acceso” a la información y aparatos en consecuencia que, de manera natural y perfectamente entendible, sólo han servido para engordar burocracias.

 

Con esas leyes de festinado rumbo a la “transparencia” los gobiernos han logrado “legalizar” su opacidad, su negativa a rendir cuentas y hacen gala de su desprecio a la función crítica, social y responsable, que la hay, de los medios informativos, por pocos que sean, que luchan porque su quehacer sea digno y respetable.

 

Y no es que antes acceso pleno hubiera, pero sí menos trampas y más claridad de parte, así fuera para negar la información.

¿Dónde andas, Lampeduza?

En realidad no es caso que corresponda al nivel del asunto, pues está muy por debajo de la línea reflexiva que podríamos esperar de gobernantes, pero viene a cuento (porque ilustra toda una visión gubernamental) lo que, el 18 de marzo pasado, dijo en oficial discurso el secretario de Obras Públicas del gobierno que encabeza Mario López en Sinaloa, el del “cambiazo”, pues.

 

“Amarrar navajas se ha convertido en un excelente método de vender de los medios de comunicación”, expresó el evidente defensor de una figuración que, además, ignora situación, mecanismos y realidades de los medios informativos en nuestro país.

 

José Luis Sevilla, encargado del discurso oficial con motivo del 73 Aniversario de la Expropiación Petrolera, se adornó: "No podemos esperar un cambio estando sentados de espectadores o únicamente de críticos a ultranza, no podemos esperar que las cosas cambien si todos seguimos haciendo lo mismo".

 

 

Mario López Valdez, a la derecha.

 

Y más de lo mismo

Y sí, en efecto (culpas de la lógica que atrapa lo impensado) pensaron que habían logrado convertir al estado todo en porras desde gradas aplaudidoras, las que parecen actuantes sin rebasar los vítores al de casa.

 

La segunda parte del dicho es un bumerán para el gobierno del “cambiazo”: sin duda, es improbable que algo de veras cambie por la sencilla razón de que siguen haciendo, con singular atingencia, lo mismo.

 

La tanda de triquiñuelas que han revelado algunos medios; la secuela de despropósitos: que no habría “cuotas” ni “cuates” en la integración del “nuevo” gobierno, la tenencia parcelada, los desfiguros de otros secretarios; la integración de equipos (como en la Secretaría de Agricultura) que son una declaración de impunidad y de importamadrismo en la atención a denuncias ciudadanas, todo ello debería ser callado.

 

Recurrió Sevilla a algunas referencias, distorsionando su sentido. Ciertamente, Lázaro Cárdenas fue objeto de presiones internacionales cuando expropió las compañías petroleras y la unidad nacional fue básica para enfrentarlas.

Comparación impropia

Pero hay que tener sentido de la proporción, la unidad de los mexicanos siempre se ha dado en esos trances. Aquí estamos hablando de otra cosa, radicalmente distinta, que hace obligatoria la crítica.

 

En realidad, el objetivo del secretario era trasmitir el mensaje que seguramente le fue avalado, o indicado, por el gobernador López: "Sólo hay que ver alguna prensa escrita o medios electrónicos, amarrar navajas se ha convertido en un excelente método de vender".

 

Novatez y limitación que le impiden al secretario saber que no hay medio en Sinaloa, ni en México, que sobreviva vendiendo (como no sea publicidad, y esa la maneja en su mayor proporción el gobierno, cual si fueran los recursos de su exclusiva propiedad).

 

Poco ayudaría que asegurara el funcionario que el gobierno de Mario López Valdez es “diferente, abierto a la ciudadanía y deseoso de la participación” (ciudadana). Los hechos no avalan tal aseveración de parte.

De mal en peor

Evidentemente controversial, el mensaje fue cuestionado por los mismos medios acusados de “amarradores de navajas” y el gobernador López explicó (para quien se lo quiera creer) que en su administración no se revisa el contenido de discursos.

 

Y si es cierto, peor, porque revela un descuido inaceptable: los discursos oficiales son para fijar la postura de la oficialidad. De Perogrullo, la cuestión.

 

En consecuencia, no es argumento válido lo dicho por López Valdez: "Yo simpatizo con la libertad y aquí cada uno de los oradores tienen la libertad de expresar lo que quieran..."

 

De acuerdo, pero por su cuenta, bajo su exclusiva responsabilidad, no a nombre del Estado.

De los transparentes

A otros temas, ni tan lejos: violentados los plazos de ley para la entrega de información pública, la “unidad de transparencia y rendición de cuentas” del “gobierno del cambio” respondió a una solicitud de información, sin responder.

 

La solicitud fue presentada el 4 de marzo y la “respuesta” se hizo llegar, vía correo electrónico, el 28 del mismo mes.

 

Se solicitaron las declaraciones patrimoniales de los actuales funcionarios en el gobierno, desde Mario López hasta directores de área. Ello, con base en la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos.

 

Las declaraciones a que están obligados, simplemente no se han hecho, incumpliendo promesas de campaña y, lo más grave, violando la ley.

 

La tónica en curso.

Tamborazos

-Cuando se tiene el poder, la forma es fondo; no se sólo de meras declaraciones desafortunadas y expresiones al vuelo, irreflexivas. El problema es que las acciones de un gobernador acarrean consecuencias. Por eso, no debe haber lugar para la veleidad y el desplante simplón.

 

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