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La guerra contra
el PRI
HÉCTOR TENORIO
La guerra contra el narcotráfico, en algunos casos, ha desbordado la frontera mexicana. Se ha convertido en una preocupación en los Estados Unidos. También rompe los diques de contención del Revolucionario Institucional (PRI).
Actualmente nuestros vecinos aplican una ambiciosa estrategia antinarcóticos para desmantelar y romper las posibles alianzas entre los cárteles de la droga mexicanos y organizaciones criminales y terroristas. Intentan frenar el tráfico ilegal de armas hacia México, el Departamento de Justicia anunció normas para casi ocho mil 500 armerías, con la intención de regular la venta de rifles de asalto a compradores frecuentes en los estados fronterizos de Texas, California, Arizona y Nuevo México. La estrategia es acompañada por esfuerzos de coordinar un acercamiento de salud pública sin precedente para reducir el uso de drogas.
Se trata de una respuesta a la creciente disponibilidad de la metanfetamina debido a la producción de drogas a gran escala en México. A esto se suma que cada día cuatro mil personas entre los 12 y los 17 años se adentran por primera vez en el mundo de las drogas, mientras entre los adultos de 18 a 25 años el consumo de estupefacientes alcanza 20 por ciento. El consumo de la mariguana se ha disparado a niveles sin precedentes en los últimos ocho años, en medio de un intenso debate a favor de su legalización que ha sido rechazado.
En este enmarañado contexto, se dará la sucesión presidencial en México. El todavía subsecretario de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela, rechazó que en Estados Unidos haya temor ante un eventual retorno del tricolor a Los Pinos y avaló su supuesta renovación. De tal suerte, que la posibilidad de que Enrique Peña Nieto gane la presidencia, ha provocado que el gobierno federal por medio de la guerra nulifique a los gobiernos estatales emanados del PRI impidiéndoles que puedan ser un activo en la campaña presidencial del 2012. Tamaulipas fue el primero y ahora son los gobiernos de Nuevo León y Coahuila, todos gobernados por el tricolor.
Cada calle de Monterey, así como su zona metropolitana la pelean “Los Zetas” y “el cártel del Golfo”. Es una batalla campal iniciada desde hace poco más de tres semanas. Tradicionalmente Monterrey era controlado por Los zetas, pero ahora el cártel del Golfo disputa el territorio. La situación va de mal en peor desde el momento que el cártel de Sinaloa participa en los combates contra Los zetas.
El gobernador Rodrigo Medina, se enfrenta a la peor masacre de la que se tenga memoria en Nuevo León, luego del ataque el 8 de julio al bar “Sabino Gordo”, donde un grupo de hombres armados ingresó al bar y ejecutó a 20 personas. Meses antes, el 22 de octubre de 2010, agentes federales realizaron un operativo en el Bar de Max donde detuvieron a unos extorsionadores, quienes presuntamente también vendían droga. Un caso similar sucedió en “El Flamingo’s”, escenario de una triple ejecución, donde además resultaron lesionadas seis personas, el 25 de abril de 2010. Estas historias son comunes en los bares de Monterrey. El crimen organizado opera a sus anchas con los amparos que brindan generosamente los jueces.
La violencia se extiende en el norte del país. En Saltillo, Coahuila, se cometió un atentado con una granada que fue lanzada desde un vehículo en movimiento, contra el edificio del Comité Directivo Estatal del PRI. Una persona resultó lesionada, varios vehículos dañados principalmente con vidrios rotos y un carro Volvo de reciente modelo se quedó sin puertas. Gane quien gane en el 2012, México y Estados Unidos, no tendrán mucho margen para cambios en la relación bilateral. El PRI tiene medio pie en Los Pinos y el otro en el abismo.
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