Edición 268 |
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Los enemigos de la
libertad de expresión
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Héctor Tenorio
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Los tres niveles de gobierno federal imponen la ley mordaza, acosan a los comunicadores por razones polÃticas e ideológicas, porque buscan proteger intereses personales y ocultar la verdad en el quehacer periodÃstico. Existen presiones y amenazas para que los medios oculten o modifiquen sus contenidos. Sin embargo, ahora el poder se encuentra sujeto al escrutinio que antes no existÃa. Por lo mismo, la libertad de expresión está amenazada, no sólo por la clase polÃtica, sino también por los dueños de los medios de comunicación y los criminales del narcotráfico. Cada cual protege sus intereses.
El choque entre la expresión del libre albedrÃo y las fuerzas que pretenden someterla es una constante. AsÃ, la pluralidad de pensamiento no puede ser reducida por una gran concentración corporativa de recursos en el campo privado. Está situación no sólo es un atentado para el individuo como lector, sino también es una limitante para el individuo como ciudadano.
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Aquellos propietarios que se empeñan en extenderla sobre sus periodistas, reducen progresivamente la comunicación misma. La prensa, en esos casos, ha hecho ajena su propia finalidad. Su motor es la ganancia y si se puede buscan suprimir la competencia.
En estas circunstancias, los individuos y la mayorÃa de la población carecen de acceso a los medios de comunicación para expresar su punto de vista en un periódico; no hay retroalimentación. Ni la libertad de expresión y ni la libertad de información otorgan garantÃas a favor de la defensa del interés público. No ha sido posible lograr una modificación legal que reste privilegios sobre el control que tienen los empresarios del sector.
En este sentido, vale la pena rescatar los planteamientos del catedrático John B. Thompson, que considera importante fijar una distancia entre los medios, por un lado, y las principales instituciones del Estado. Al mantener esta distancia se logra que los medios comenten crÃticamente el ejercicio del poder polÃtico institucional. Es verdad que existen otras formas de control, como son los patrocinadores quienes cierran el financiamiento si no están de acuerdo con el contenido. La mayorÃa de periodistas prefieren no meterse en problemas y seguir adelante.
Por su parte, el intelectual Gustavo Esteva sostiene que los medios son dominados por el mercado. Su objetivo son las ganancias particulares por eso entran en contradicción con el interés general que no puede identificarse con la ganancia de un particular. Para él incluso los que reivindican un fin social para las ganancias privadas admiten que éste se realiza sólo cuando se invierten de manera productiva y contribuyen al desarrollo general. Aunque la empresa puede platearse lateralmente fines adicionales, sólo puede perseguirlos en la medida que no contradiga su móvil fundamental, pues en caso contrario dejarÃa de existir como empresa.
Podemos afirmar que lo más grave de esta situación es que la libertad de expresión es una propiedad privada reservada solamente a unos cuantos empresarios que se empeñan en tener un control informativo, que pueden ejercerla porque se han apropiado de los medios sociales.
Los medios han estado al servicio del poder, ¿cambiará esto? Dependerá de la sociedad. El problema es que los monopolios manejan los medios de todos los paÃses y no dejan espacio a la disidencia. La Internet es una opción porque sirve para reorganizar y reconstruir la interacción social, modifica las viejas formas de relacionarnos.
Es preciso plantearnos el problema en términos de la relación entre el interés particular y el interés general, que en una verdadera democracia debieran coincidir. Cuando esto suceda, no habrá dicotomÃa entre el Estado y el pueblo.
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