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Edición 277

ITINERARIO 2012
ABRAHAM GARCÍA IBARRA

Al diablo con las instituciones

 

En mayo de 2001, en una monstruosa maniobra de evasión fiscal, el Citigroup de Nueva York -en cuyo directorio aparecen Javier Arrigunaga, relacionado con el putrefacto Fobaproa, y Manuel Medina-Mora, hermano del ex procurador general de la República, Eduardo del mismo apellido- se alzó con la propiedad del Banco Nacional de México (Banamex). Colocado el grupo en situación de crisis, en febrero de 2009 la Casa Blanca dispuso su intervención, apoderándose de 36 por ciento de sus acciones, operación  que de inmediato planteó el alerta con base en la legislación mexicana que prohíbe la participación extranjera en bancos nacionales (para el caso, Banamex). El 23 de febrero pasado, Felipe Calderón compareció ante 800 consejeros de dicha filial de aquel corporativo extranjero, ofreciéndoles seguridades de que la candidata del PAN a la presidencia de México, Josefina Vázquez Mota, potencialmente puede derrotar al priista Enrique Peña Nieto. “Rendir banderas”, se denomina a ese tipo de genuflexiones. El 24 de febrero, Día de la Bandera mexicana, Calderón humilló nuestro lábaro patrio, violentando solemne ceremonia cívico-militar con una nueva transgresión a la norma electoral.

 

EL PASADO 27 DE FEBRERO, don Luis Calderón Vega habría cumplido 101 años. El 1 de marzo, después de una abnegada entrega de cuatro azarosas décadas a las causas de su partido -el de Acción Nacional (PAN)-, dimitió a esta formación política, de la que fue el más apasionado y detallado biógrafo. En su carta de separación escribió:

Porque la ´dirección’ del partido ha venido sosteniendo una interpretación conservadora y obsoleta de los Principios de Doctrina, contra el espíritu e intención que dieron vida a Acción Nacional;

porque, alejándose de las altas normas morales que inspiraron su fundación, sostiene y practica un pragmatismo ético que, en el último Consejo y la XXIX Convención Nacional quedó ‘consagrado’ con tan señalado vigor intelectual;

porque, en estridente contraste con otro fallo de quien dañó gravísimamente al Partido, lo cual se calificó de ‘grave imprudencia política” solamente, la ‘dirección’ refrendó ayer, en forma increíble ‘su’ doctrina y ‘su moral’ con el injusto fallo condenatorio y con la expulsión del partido de un distinguido miembro, consejero y diputado federal (David Alarcón Zaragoza, de Jalisco) mediante procedimiento irregular, arbitrario y dictatorial del Consejo, desde este día 1 de marzo de 1981 renuncio a ser miembro del Partido Acción Nacional. Para quienes lo ignoran, don Luis fue padre del actual presidente designado Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa.

Más panistas fuera que dentro del PAN

Para entonces, el PAN ya respiraba los tufos del neopanismo y unos pocos  años después sería tomado por los bárbaros del norte. En la línea crítica de Calderón Vega, al tiempo, un grupo de brillantes, y todavía leales militantes, formó el Foro Doctrinario y Democrático con la ilusa confianza en que al PAN se le podría reencauzar “desde adentro”.

Desencantados finalmente, esos panistas -entre los que estuvieron dos excandidatos presidenciales, José González Torres y Pablo Emilio Madero- optaron por la retirada “por los arreglos de la directiva con Carlos Salinas y el giro de pensamiento panista hacia el neoliberalismo”,  según sostiene don Bernardo Bátiz Vázquez en el prólogo al libro La mancha azul/ Del PAN al neoPAN y al PRI-PAN, construido con escritos de Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, quien participó en el citado Foro y, como el resto de esos correligionarios, renunció al partido.

¿Hijo desobediente?  Más bien un  vándalo

Existen evidencias de que la relación de Felipe Calderón con su padre, a quien Carlos Castillo Peraza trataba coloquialmente como el joven abuelo, no fueron un dechado de cordialidad, Pudiera indicarlo, por ejemplo, el hecho de que el hijo no siguió a su progenitor en su ruptura con el PAN. Para subrayar esta percepción, podría mencionarse como contraposición la actitud de Manuel Clouthier Carrillo -acaba de declararse diputado federal independiente en respuesta a su hostigamiento en el interior del PAN-, quien cultiva una generosa fidelidad a la memoria de su padre, Manuel El Maquío Clouthier del Rincón.

resaca
¿Meditación o resaca?

Luis Alberto García Orosa fue un modesto pero incondicional servidor del PAN. De su permanencia en el partido y de su cercanía con don Luis le vino el compromiso de rescatar apologéticamente la memoria de éste en el ensayo Luis Calderón Vega/ Cronista de la política. Con el borrador en la mano y sin apoyo de las casas editoras comerciales, creyó pertinente solicitar respaldo para su proyecto de Felipe Calderón Hinojosa, en ascenso en la estructura del partido. Calderón Hinojosa. Éste no se tomó la molestia ni de recibirle el texto.

En la obra antes citada, que recoge la trayectoria de Ortiz Gallegos, aparece este breve relato:

En enero de 1991, una vez terminado los asuntos de la orden del día de la junta del Comité Ejecutivo Nacional del PAN en las oficinas de la calle de Ángel Urraza, Luis H. Álvarez presentó la propuesta, que hicimos varios miembros del comité, de hacer un homenaje a don Luis Calderón Vega, muerto dos años antes,

Felipe Calderón Hinojosa, que no tenía derecho de estar en el Comité Nacional, ya que como jefe de la juventud panista debió retirarse a los 26 años, golpeó la mesa inmediatamente para lanzarse contra las personas sugeridas para hablar en el homenaje: José González Torres, quien había sido presidente del partido y candidato a la presidencia de la República, y Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, que había sido por todos conocido como el gran amigo de Luis Calderón Vega.

Varios miembros del Comité insistieron a Felipe que el homenaje a su padre era necesario para rendir tributo al gran panista que fue, aunque hubiera renunciado al partido en 181. Felipe volvió a golpear la mesa cuando habló el diputado Fernando Canales Clariond tratando de convencerlo. Luis H. Álvarez dio por terminada la sesión.

Inmediatamente apareció doña María del Carmen Hinojosa viuda de Calderón, que había estado escuchando todo en la sala de espera del partido y me abrazó. Todos los miembros del Comité fueron dando, uno a uno, el pésame”.

Para granjearse el voto de sus paisanos, en su campaña de los 90s. como candidato a gobernador de Michoacán, el hoy presidente designado intentaba convencerlos de su filial respeto a don Luis, de quien, decía, había abrevado en su generosa entrega al partido y en sus lecciones de humildad, honestidad y valentía. Sus paisanos no le creyeron. Regresó derrotado a la Ciudad de México. Todavía hace unos meses, en su visita al campus de la Universidad de Stanford (California) se presentó como hijo aplicado de don Luis, contando aventuras electorales que supuestamente habría compartido con sus hermanos, para dar la imagen del chico que superó a su mentor paterno.

Cuando saboteó la reforma política

De la mano de Carlos Castillo Peraza, Calderón Hinojosa trepó la estructura directiva del PAN, hasta llegar a la jefatura nacional. Dueño absoluto de ésta, al estilo de Elba Esther Gordillo la transformó en un cacicazgo centralista. Viejos y ofendidos militantes de los estados recuerdan que, en tiempos electorales o no, “el jefe” se dio a la sistemática tarea de remover -violentando normas estatutarias y la voluntad de los panistas de base-   directivas estatales, para manejar el partido al través de sus delegados personales, designados desde la Ciudad de México, para quitar y poner candidatos a puestos de elección popular.

Cuando Ernesto Zedillo Ponce de León avaló el imperativo de una nueva Reforma Política, en la Secretaría de Gobernación se hiló fino para concertar con dirigentes de partidistas  y coordinadores parlamentarios, a fin de formular un proyecto que fuera más adelante y más arriba de lo que avanzaron el sistema de partidos y los procedimientos electorales con la reforma de 1977-1978. No sin tropiezos, pudo sacarse la revisión de la Constitución en esa materia, pero la iniciativa entró en crisis a la hora de sustanciarse los contenidos constitucionales en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe).

Es que se atravesaron las elecciones locales en Puebla. A la luz de los resultados adversos para el PAN en algunos municipios -cobró celebridad entonces el caso de Huejotzingo-, Calderón Hinojosa apeló al chantaje, saboteando los trabajos en el Congreso de la Unión. El Cofipe salió confeccionado con retacería.

No se sabe qué es más peligroso: Si un renacido al estilo de George W. Bush, o un reincidente consuitinerario y su intemperancia. El caso es que, para la democracia mexicana en construcción, Calderón Hinojosa encarna la versión mexicana de Atila. Con independencia de su origen electoral todavía controvertido, está su actuación como jefe de partido desde Los Pinos: Le importa un bledo que disponga el Instituto Federal Electoral y al IFE tampoco le importa meterlo en cintura. Ha sido indulgente con él en cuanta instancia han hecho los partidos para que lo sometan a la ley. Lo diría el clásico: Si a tu padre no respetas, qué me puedo yo esperar…

Jugar con plomo ya ha tenido el más alto y criminal costo para la sociedad. Jugar con fuego es incitar el incendio del país. ¿Faltan bomberos o una camisa de fuerza?

 



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