Crisis económica: ¿ahora por dónde?
CARLOS RAMÍREZ HERÁNDEZ
GRECIA Y ESPAÑA ILUSTRAN la peor crisis de paradigmas del pensamiento económico y de las expectativas políticas: gobiernos de izquierda provocaron la peor debacle financiera y permitieron el ascenso al poder de la derecha, pero ahora protestan por las políticas fondomonetaristas iniciadas por ellos mismos.
Pero el problema real no es el prorrateo de las culpas y de las responsabilidades sino las evidencias de que el mundo ha perdido las expectativas. Los parlamentarios de izquierda utilizan su derecho al pataleo en contra de los programas de ajuste neoliberal pero al final de cuentas han tenido que aprobar la aplicación de las recetas del Fondo Monetario Internacional.
La gravedad del problema radica en la dramática realidad de que el mundo se quedó sin pensamiento de izquierda; aunque, en realidad, los gobiernos de izquierda no aplicaron el pensamiento económico marxista --que no leninista-- sino que se agotaron en medidas vulgares de tipo populista: aumentar el gasto sin una sana política de ingresos, lo que provocó enormes déficit presupuestales, éstos se cubrieron con deuda y los gobiernos se declararon en una moratoria informal por falta de fondos.
La verdadera política económica de izquierda es la que modifica las estructuras de distribución de la riqueza; pero para no incomodar a las clases altas, los gobiernos de izquierda se conformaron con atender sólo a los marginados con programas asistencialistas incapaces de multiplicar la riqueza. La forma de salir de la crisis es, obviamente, de derecha: bajar el crecimiento económico, disminuir el gasto social, controlar los salarios, frenar la inflación por el lado de la demanda y obligar a las economías oficiales a generar excedentes suficientes para pagar primero a los bancos que atender las demandas de los pobres.
La crisis del pensamiento de izquierda --o quizá sólo progresista- no debe acreditarse a la derecha sino a los propios economistas de izquierda. Economistas como Paul Krugman siguen defendiendo el aumento del gasto público como detonador de una reactivación económica, pero resulta que el nuevo gasto no se destinado a reanimar la demanda sino a salvar a las corporaciones financieras que fueron responsables del colapso.
El capitalismo entró en otra fase de crisis general, pero ahora la izquierda no sólo carece de resultados como gobierno sino que aparece como responsable de la crisis y sus propuestas son causantes de los tropiezos. El problema radica en que la izquierda económica tiene miedo de regresar a Marx, pero sin entender que el Marx economista encontró el motor de la economía y las crisis y reveló las razones por las cuales el capitalismo siempre estará condenado a crisis que a su vez generan más pobreza. El marxismo económico nada tiene que ver con la URSS socialista, ni con Cuba, ni con Corea del Norte, ni con China, ni con Venezuela.
El pensamiento económico de la izquierda se agota en el neopopulismo asistencialista que necesita de presupuestos sin límite y que inevitablemente desemboca en colapsos financieros que facilitan el regreso de la derecha al poder. España y Grecia son ahora mismo laboratorios del fracaso de la izquierda en el poder, aunque hay que aclarar que se trata de la izquierda neopopulista, una especie de izquierda echeverrista o lopezobradorista.
Las crisis del capitalismo son oportunidades para revalidar a la izquierda económica, pero por su neopopulismo esa izquierda no es la solución sino el problema. Así de grave es la crisis de expectativas y paradigmas.
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