A TRAVÉS DE MIS CRISTALES HÉCTOR CHAVARRÍA
El día más largo del siglo
(Seis de Junio de 1944. playas de Normandía)
“Será el día más largo” Mariscal Erwin Rommel
TODO ESTABA EN CALMA en el frente occidental: All Quiet on the Western Front… Como recordando a Erich Maria Remarque en su celebre novela: Sin novedad en el frente... O por lo menos así lo parecía en 1944.
Normandía
Los estamos esperando...
Sin embargo, los alemanes sabían que la invasión vendría, lo que ignoraban era cuándo y también por dónde, aunque creían saberlo.
Habían preparado todo para una defensa modelo en Caláis. Y a lo largo de toda la costa francesa se había erigido el Muro del Atlántico.
Adolf Hitler mismo había dicho enfáticamente el 1 de enero de 1944: “Que el mundo plutócrata efectúe su anunciado desembarco en el Oeste, donde él quiera; fracasará.”
Y, el seis de junio era un día típico de la costa francesa en el verano, con un poco de mal tiempo.
Francia llevaba entonces cuatro años bajo la bota alemana desde el ya lejano día (en 1940), en el cual su ejército se derrumbó y los teutones se tomaron la revancha por lo ocurrido al final y luego de la Gran Guerra.
Los británicos habían tenido que organizar una retirada apresurada, aunque gloriosa, desde Dunquerke con acompañamiento de gaitas y civiles heroicos levantando desde sus lanchas a los soldados ingleses (porque dejaron a la mayoría de los franceses y a todos los belgas), para el cruce del Canal de la Mancha...
Pero para entonces a cuatro años de distancia, muchas muertes y batallas, todo aquello parecía muy lejano. Sin embargo, las ansias de libertad de los franceses estaban más vivas que nunca. Y los ingleses, por su parte, ardían en deseos de revancha.
Así pues, era el 6 de junio de 1944, por la mañana.
La batalla había comenzado horas antes, con el lanzamiento sobre Francia de tropas aerotransportadas pero muchos de los protagonistas principales aún no lo sabían, mucho menos podían imaginar que estaban en un gozne de la historia.
Nada sería igual luego del Día D. Había sonado la Hora H.
Era el momento de abrir el segundo frente en Europa.
La flota más grande
La invasión más grande en la historia de la humanidad había comenzado...
Hacia las costas donde se hallaban los alemanes, atrincherados en su célebre “Muro del Atlántico”, navegaba ya la mayor flota concebida hasta entonces y al presente: más de 4,000 buques de guerra, transporte, logísticos, de mando; transportando a la enorme fuerza de desembarco, soldados mareados, asustados, pero decididos.
Rommel inspeccionando fortificaciones de playa
Ningún portaviones, esos estaban en el Pacífico y en todo caso los aliados tenían el portaviones más grande del mundo a su disposición: Las islas británicas. La neblina cubría las costas y ocultaba la flota... aunque parte de aquella “neblina” no era natural sino una cortina de humo tendida por los pequeños buques y lanchas de los aliados diseñados ex profeso que realizaban a diario su tarea.
En apariencia era una plácida mañana nublada, todo quieto, demasiado tranquilo. Las tropas alemanas descansaban sin aparente preocupación, en todo caso se esperaba que cuando llegara la invasión sería por otro sitio. La mayor parte de los integrantes del ejército alemán destacados ahí, con una sola excepción, eran tropas de clase B, no de combate ni fogueadas. Y, entonces...
La historia no ha registrado con exactitud quien en la flota disparó primero (por una diferencia de fracciones de segundo), pero lo que siguió rasgó la tranquilidad, disipó la neblina y cambió el curso de la historia. Ante los alemanes estupefactos apareció la FLOTA y hasta los menos sagaces supieron en ese instante, que habían perdido la guerra.
Cuando la flota de los aliados abrió fuego contra las defensas costeras, se había iniciado la batalla formal del “día más largo”.
La Operación overlord
La invasión de Europa llevaba más de un año de cuidadosa planeación, cuando el comandante supremo de los aliados, el general Dwith Einsenhower, con un comprensible nerviosismo dijo la sencilla palabra que cambió todo: ¡Vamos!
Mientras los barcos navegaban aquella fría mañana, Einsenhower tenía en un bolsillo un pequeño discurso sobre el fracaso, en el cual pedía se le culpara a él y sólo a él, por lo que había ocurrido.
Es fácil imaginar el estado de ánimo de “Ike” en aquellos momentos.
Su antagonista directo en la batalla que iba a librarse, el mariscal de campo Erwin Rommel, estaba muy tranquilo en Alemania, pasando unos días con su familia... Las condiciones meteorológicas eran tan malas que “el zorro del desierto” había considerado que podía tomarse un pequeño permiso. Eso lo dejaría al margen de la lucha, por lo menos durante las primeras horas...
Aquellas que él mismo había definido como cruciales: “la batalla se decidirá en las primeras horas, en las playas, el día del desembarco... Será el día más largo”. Ahora estaba comenzando ese día.
Patton
La invasión fue bautizada por los aliados como “Operación Overlord” y a poco más tres años de cumplir los sesenta y ocho de haberse realizado, sigue siendo la operación de desembarco más grande que se ha realizado, por supuesto llevó años planearla y fue tan complicada que hasta la fecha se desconocen algunos de sus detalles. Nunca se había intentado algo de tal magnitud y es muy dudoso que vuelva a intentarse, las cifras iban por miles: 176,475 hombres, 20,111 vehículos, 1,500 tanques, 12,000 aviones, todo eso sólo para el primer asalto, en los primeros días de junio se calcula que había en Inglaterra cerca de tres millones de hombres entre ejército, marina y fuerza aérea... Y los pertrechos para aquello se contaban por millones de toneladas diariamente.
Durante aquel año previo los norteamericanos habían “invadido” Inglaterra en preparación para ir a Francia. Habían convivido con las inglesas mucho más de lo que agradaba a los ingleses, bebido cervezas tibias en los pubs (solicitando airadamente que se las dieran -las cervezas- heladas), mascado chicle y fumado Luckies en las ciudades, renegado del pudding y los riñones en el desayuno, así como del clima inglés..., y en ese tiempo habían acumulado tal cantidad de pertrechos militares que un humorista inglés dijo que parecía que pretendieran hundir la isla, la cual sólo parecía estar a flote gracias a los globos de barrera antiaérea.
Con todo aquello era evidente que lo más difícil de todo era mantener la supersecreta operación en secreto. Y obvio, era un secreto a voces que se estaba preparando la invasión al continente. Así, se tejieron alrededor de aquella operación las más descabelladas hipótesis para confundir a los espías de los nazis respecto del lugar de la invasión y del momento. Se crearon señuelos de tanques, aviones y hasta cuarteles (inflados o de madera, en una época en que aún no se usaba la tecnología de infrarrojos para descubrir esos engaños), el mismísimo general George Patton fue usado como parte de la trama y conformó un ejercito “de un solo hombre” para hacer creer a los nazis que la invasión sería por Caláis.
Einsenhower
Patton refunfuñó, se encolerizó, mentó madres como era su costumbre, pero también dio charlas, acudió a los tés de las cinco, se mostró en público e hizo todo lo necesario para hacer creer que estaba al mando de un ejército. Los alemanes se tragaron el anzuelo con todo y caña.
Pero no fue el único truco, desde espías dobles hasta el uso de transmisiones, una operación gigantesca de ocultación fue llevada a cabo para cumplir con el requisito de dar, como dijo Churchill: Un guardaespaldas de mentiras a la verdad. Aunque los alemanes tuvieron varias oportunidades de ver por dónde venía la jugada, en general ignoraron las advertencias, entre otras cosas porque el mismo Hitler era un convencido de que los aliados llegarían por la parte más estrecha del canal, por Caláis.
Los alemanes usaron el tiempo de preparación de los aliados para equiparse a su vez. Construyeron gigantescas fortificaciones en la costa y dispusieron sus formidables divisiones Panzer SS para un contraataque fulminante, desgraciadamente para ellos, Hitler se reservó el derecho de ser él quien manejara estos elementos en vez de dejarlos en manos de Rommel o algún otro igualmente preparado. Pero de cualquier manera las defensas eran tremendas: Había millones de minas, obstáculos contra el desembarco en las playas, o para impedir el aterrizaje de planeadores.
Y Rommel solicitaba más y más, él deseaba colocar muchos más millones de minas, convertir las costas en algo impenetrable, más acostumbrado al ataque, el mariscal se sentía molesto en una posición defensiva. Pero Hitler, obsesionado con Caláis no le daba al mariscal más famoso y popular de Alemania los elementos solicitados, por lo menos no se los dio con bastante rapidez...
Para colmo las escuadrillas principales de la Luftwaffe fueron trasladadas y la sección de Normandía quedó casi desprotegida. Como si Hitler estuviera trabajando para los aliados.
La Fuerza Expedicionaria Aliada desembarcaría en cinco playas de Normandía: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword... En las horas previas habían sido lanzados los pathfinders; paracaidistas de las tropas de infiltración, ellos deberían facilitar las cosas a los demás, en realidad y en bastantes casos, los lanzamientos se hicieron de manera incorrecta y eso tuvo un elevado costo en vidas, sin embargo, los alemanes seguían sin darse cuenta de que era la invasión, sólo lo entendieron cuando comenzaron los desembarcos y aún así muchos creyeron que se trataba de maniobras de diversión y que la verdadera llegaría por... Caláis.
Las divisiones Panzer no fueron movidas hasta muchas horas después, para entonces su efectividad se vio muy reducida. Las playas destinadas a los británicos, canadienses y franceses resultaron en verdad fáciles, en algunos casos casi un paseo, aunque también hubo su cuota de sangre... Pero para los norteamericanos fue otra historia, en especial en la playa Omaha. Ahí se encontraba destacado un batallón alemán veterano y duro, y para colmo, los teutones estaban realizando un simulacro de defensa anti invasión cuando esta se produjo. Así pues pasaron de la práctica a la realidad e hicieron a los americanos vérselas negras.
Las primeras oleadas de atacantes en Omaha se estrellaron en aquellos sectores contra las sólidas defensas alemanas y la playa se convirtió en un matadero atroz...
Los soldados comunes...
Porque, aquel día hace ya tantos años, fueron los soldados comunes quienes escribieron la historia en Normandía. Rommel tuvo razón: Las primeras 24 horas fueron decisivas, en ese tiempo y sin un contraataque eficaz, los aliados consolidaron sus cabezas de playa y avanzaron tierra adentro. Lo demás ya era sólo cuestión de tiempo y los generales alemanes sabían que habían perdido la guerra, el único que seguía creyendo en el triunfo era Adolf Hitler.
Einsenhower pudo anunciar al mundo que los aliados habían desembarcado eficazmente, Rommel maldijo en silencio, Hitler vociferó y buscó culpables, Patton exigió que le dieran un ejército de verdad (se lo dieron, el 3er. Ejército) para patear a los nazis en el trasero. Después de eso la guerra duró menos de un año en Europa y culminó con la caída de Berlín. En el Pacífico continuó hasta agosto de 1945, pero esa es otra historia...
La historia, nuestra historia, fue escrita en Normandía y fueron los soldados rasos, los que llegaron a las playas, quienes hicieron el trabajo, hombres comunes que aún se reúnen cada aniversario, cada vez menos por la edad, pero que entonces eran jóvenes osados, aquella mañana lejana de 1944, en Normandía, en el día más largo de la historia...
(*) The Longest Day in History. By Paul Anka. Del tema de la película The Longest Day.
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REALIDAD Y FICCIÓN
El cine…
TUVO QUE ESPERAR hasta el final del siglo pasado para mostrar la crudeza de Omaha en la cinta Salvando al soldado Ryan, con unas escenas de tremenda crudeza que mostraban la carnicería del desembarco, las escenas que hicieron a algunas personas de estómago débil abandonar la sala, apenas fueron una muestra de lo que ahí ocurrió.
Salvando al soldado Ryan.
Años antes, en los sesenta se había realizado la película El día más largo del siglo, que es hasta ahora una de las mejores muestras del cine sobre la Segunda Guerra Mundial.
Filmada en 1962 a un costo impresionante para la época, agrupó a un buen número de actores de todos los países beligerantes, estuvo basada en el libro homónimo de Cornelius Ryan y tuvo cuatro directores... Pero eran los años 60 y las escenas más crudas no se mostraron y cuando hubo algo de eso (como la escena donde unos norteamericanos matan a los alemanes que se están rindiendo) hubo fuertes críticas. Sin embargo la cinta sigue siendo la mejor acerca del desembarco en Normandía. Algo similar puede decirse de la cinta ¡Tora, Tora, Tora!, de los años 70, en este caso sobre el ataque japonés a Pearl Harbor, la cinta carece de los impresionantes efectos especiales de la más reciente, Pearl Harbor, pero tratándose de contar la historia de lo ahí ocurrido, los que gustamos del cine más apegado a la realidad seguimos quedándonos con las películas viejitas, aunque las nuevas con sus efectos de computadora sean excelentes.
Y ya que hablamos de cine y mencionamos antes al bravucón de Patton, vale la pena ver la cinta Patton, para darse una idea, quienes no lo conozcan, de la clase de hombre que fue este general, amado y odiado por sus soldados, amén de las excelente actuación de George C. Scott a quien todos relacionaron de ahí en adelante con el verdadero George S. Patton Jr.
Sobre el desembarco en Normandía se ha escrito mucho y la operación se ha mencionado demasiadas veces en el cine para citarlas todas, desde la ficción hasta hechos reales... Pero hasta la fecha el libro de Cornelius Ryan El día más largo sigue siendo la consulta obligada si se quiere saber acerca de lo ocurrido...
Aunque Ryan -el escritor, no el soldado-, también se ha llevado sus críticas.
Libro del mismo autor y también una inolvidable película de guerra fue Un puente lejano, posiblemente la última cinta que agrupó a un buen número de actores de primera línea (ahora eso es prohibitivo por los costos), y nos mostró a Sean Connery como general (en El día más largo, Connery había sido soldado raso lo cual para la otra cinta era un ascenso impresionante, pero todo es posible en el cine). Un puente lejano narra la historia de la desastrosa operación Market Garden en Holanda con la que se buscaba terminar la guerra “antes de navidad”, lo cual en labios de cualquier general es muy peligroso...
En especial para los soldados.
La delgada línea roja es un filme que muestra el infierno de la guerra, pero en esta el escenario es el Pacífico y los enemigos los japoneses, aunque como en la mayoría de los filmes de guerra, quienes cuentan la historia son los soldados comunes. Y a estas excelentes cintas sobre los soldados en la guerra en el Pacífico –norteamericanos y japoneses—hay que agregar dos de muy buena factura dirigidas por Clint Eastwood: La conquista del honor y Cartas desde Iwo Jima, Además de un par de excelentes series para la TV, Banda de Hermanos y Pacífico las cuales amén de hacer un merecido homenaje a estos veteranos en vías de desaparecer, ofrecen una visión casi de “última palabra” sobre el conflicto más sangriento del siglo XX.
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