APUNTE JORGE GUILLERMO CANO (Exclusivo para Voces del Periodista)
La mula no era arisca
EL RUIDO TRASPASA LAS FRONTERAS y el tema aparece como casi obligado incluso donde hace apenas unos años no hubiera tenido la menor atención. Será que cada vez se parece más a los “reality shows” que, como casi todo, se mal copian en México hasta llegar a extremos de la vulgaridad y el ridículo.
Que es, la mexicana, una democracia imperfecta, se ha dicho y reiterado, pero yo diría que más bien, sin descargo de las imperfecciones, es una democracia formal, que no factual. Es decir, diseñada para la forma, no para el fondo. Cualesquiera sean los desenlaces, donde sea, centro o periferia, la democracia formal está limitada de origen, sus alcances no ponen en riesgo el mantenimiento del estatus en el cual opera. No hay peligro, pues, para quienes detentan el poder real.
Lo saben, o debieran saberlo, quienes participan en el rejuego democrático en un contexto cuyos referentes centrales no son alterados ni siquiera en el discurso.
El cambio indefinido
La lógica del capital permea las propuestas y los “cambios” no pasan del matiz. Acaso la coyuntura que permite una relativa radicalización (siempre en el marco prefijado) le dan apariencia de gesta a la pugna electoral por los puestos del poder relativo.
Y no se trata de hacer el caldo gordo a quienes adolecen de los “prejuicios antipolíticos que ven en los políticos un bloque indiferenciado y perverso” a los que hace alusión José Woldenberg en reciente artículo (El futuro de la izquierda, 19 de julio 2012.)
Se puede conceder, sin mucho trabajo, que hay políticos diferentes entre sí, algunos menos malos y acaso hasta buenos (con el riesgo de abusar de la concesión) así como que no todos han de ser perversos (aunque la duda razonable es bastante fuerte).
Ese no es, en todo caso, el punto, sino la virtual inutilidad de una política encajonada en un sistema cuyos participantes no pretenden erradicar, ni siquiera modificar de manera sustantiva, lo que se haría atendiendo el fondo y no la forma.
Un proceso un tanto etéreo
Que los cambios se dan poco a poco, dicen adherentes al cambio que otros cuestionan por su escaso peso; que no se trata de milagros, sino de procesos que requieren de bases, las que se van consolidando en el mediano y largo plazo.
Será, pero en eso de las promesas de cambio, las grandes expectativas en campaña, la mula no era arisca, la hicieron con décadas de engaños y fracasos de todos colores, viejos y recientes.
La pasión, así las cosas, quiérase o no, tiene otros referentes y es, en muchos casos, desproporcionada y digna de mejores causas.
Por la credibilidad perdida
En estricto, si una investigación en serio esculcara al extremo las prácticas en que incurrieron los partidos, todos, en la reciente contienda, sin sombra de duda que ninguno saldría bien librado.
Decirlo, en atención a la lógica, implica el riesgo de ser satanizado y acusado de estar defendiendo a alguna de las partes en pugna, aunque para ello no se esgrima razón ni evidencia que finque tal intención.
Desde luego, como toda opinión, esta es también cuestionable y, por lo mismo, no alega la verdad absoluta. Se expresa desde el convencimiento personal, con base en el sentido común y la realidad evaluable.
En cuanto a los reclamos políticos en el rejuego de la kakistocracia, correcto es que se diriman en apego a la ley (y la verdad); que se imponga la relativa justicia y se pueda obtener, o recuperar en algo, alguna cuota de credibilidad en nuestra deteriorada democracia, cuyas limitaciones ya hemos abordado.
Lo que no está en la agenda
A otros temas: Por donde sea, el costo de los productos de la canasta básica se rige por la especulación y en la escalada que registra el precio de los alimentos (sólo negada por funcionarios ignorantes o cómplices de los especuladores) los únicos beneficiarios son grandes industriales y “coyotes” (intermediarios) con la complicidad del gobierno.
Los campesinos, los productores en general, también son víctimas de los especuladores y no se benefician por los altos precios del frijol, sorgo, maíz o garbanzo. Peor les va a los consumidores.
De la cosecha del ciclo agrícola primavera-verano, los productores de Sinaloa vendieron a 5 mil pesos la tonelada de maíz, es decir, a 5 pesos cada kilo. De un kilo de maíz se producen entre 2 y 2 kilos y medio de tortillas, que en el mercado se venden a 14 pesos cada kilo.
Ese mismo kilo de maíz que se compró a 5 pesos, ya puesto en el mercado, convertido en tortillas, cuesta a los consumidores 28 pesos.
Los 23 pesos de diferencia, descontando gastos en el proceso de comercialización, que resultan menores, se los quedan intermediarios, especuladores, “coyotes” y los grandes industriales de la masa y la tortilla, como Maseca y Minsa.
Productores y consumidores: víctimas
Es un hecho que los campesinos no se benefician con la carestía de la leche, ni de la carne, ni de los huevos, ni de ningún otro producto. Al igual que la mayoría, los productores del campo son víctimas de la especulación y de los altos precios de los productos de la canasta básica.
En el caso del frijol del ciclo agrícola pasado, los productores del campo vendieron entre 8 y 12 mil pesos la tonelada, mientras que actualmente se vende a 24 pesos el kilo, en promedio, en mercados y tiendas de autoservicio.
El garbanzo, durante el ciclo pasado, se vendió a 10 mil pesos la tonelada, es decir a 10 pesos el kilo, mientras en el mercado local se cotiza actualmente a 36 pesos por kilogramo.
Y Profeco habemus
Cuando se presentan las quejas, la Procuraduría Federal de Defensa del Consumidor (Profeco) suele declararse “sin facultades” para frenar el alza desmesurada de precios en los productos de la canasta básica.
Que con la firma del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, se estableció la liberación de precios, aducen
Pero dirigentes campesinos reviran que si bien es cierto que con el TLC México ingresó a un esquema de libre mercado y de precios determinados por la oferta y la demanda, también lo es que el gobierno está obligado a proteger el interés de los consumidores, asegurando la accesibilidad de la canasta básica para todos los mexicanos.
Un problema nacional
Como se sabe, los productores avícolas incrementaron el precio del huevo hace más de un mes y lo “justificaron” con el aumento del precio de sus insumos.
En los mercados del noroeste de México se vende la cartera de 30 huevos a 42 y 45 pesos. En los “supermercados” la misma cartera cuesta entre 60 y 61 pesos.
En estricto, la especulación es un problema nacional, los consumidores sufren los aumentos al precio de los básicos prácticamente durante todo el año. Comienzan en los meses de julio, otros más en septiembre-octubre, luego en noviembre, le siguen en diciembre cuando además comienzan las amenazas de productores y comerciantes con repercutir, en enero, los aumentos que se apliquen en los salarios mínimos, amenazas que siempre cumplen, aun cuando tres o cuatro meses antes ya hayan aumentado varias veces los precios.
Cabe preguntar de qué sirve a los consumidores los miles de millones de pesos que el gobierno canaliza en subsidios a la agricultura, si los precios de los productos de la canasta básica están al arbitrio de la especulación.
Tamborazos
-Sin solución a la vista (todos se hacen de la vista gorda) continúa la violación a la Constitución por parte del gobierno en los llamados “retenes”, mismos que propician la criminalidad en lugar de combatirla efectivamente.
-Abusos, humillaciones a la ciudadanía, transgresión sistemática de los derechos humanos, es la constante. En Sinaloa, una “comisión de derechos humanos” con vocación de ornamento. A ver hasta cuándo. Si hubiera diputados
(
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