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Ediciòn 292
Escrito por Héctor Tenorio   
Viernes, 19 de Octubre de 2012 12:46

Democracias entrecruzadas

HÉCTOR TENORIO


VENEZUELA Y MEXICO mostraron dos caras de la misma moneda democrática: el sistema político venezolano logró una participación masiva del 80,9 por ciento en un régimen donde no es obligatorio votar, dando una lección de democracia y civilidad al continente.


Los farsantes del IFE.
Los farsantes del IFE

Los vencidos reconocieron su derrota al tiempo que los vencedores abrieron el camino del diálogo partiendo de la premisa que la legitimación no es ni puede ser simplemente formal, sino que ha de pasar a través de la aceptación de la opinión pública.

En contraste, el sistema electoral mexicano da muestras de estancamiento; así, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), interpuso un recurso de apelación ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TPJF), contra la determinación del Instituto Federal Electoral (IFE), de proceder a la destrucción de las actas, a fin de que se dé acceso a dichos documentos a quienes así lo soliciten, antes de que sean devastadas.

En este contexto, podemos comprender las escenas vividas en los dos países: En la ciudad de Caracas el pueblo se desbordó para vitorear al reelecto presidente Hugo Chávez, quien obtuvo 7 millones 444 mil 82 votos (54.52  por ciento), a pesar de lo cual quedó lejos de su meta de obtener 10 millones de sufragios. Su oponente, Henrique Capriles Radonski, quien obtuvo 6 millones 151 mil 544 (44.97 por ciento) intenta revertir la tristeza, la pesadumbre, el desconsuelo y la angustia que invade a sus seguidores, recordándoles que tendrán otra oportunidad a mediados de diciembre, cuando se renueven 23 gubernaturas, el distrito capital y más de 200 escaños de legisladores locales, más dos alcaldes metropolitanos. No obstante, el abstencionismo en las elecciones intermedias ha alcanzado hasta el 70 por cierto como en el 2000.

En cambio en México, la noche del 1 julio -noche para la democracia-, no hubo celebración, nadie salió a festejar a las plazas públicas, pues hay una desconfianza de los votantes y los partidos políticos perdedores en los procesos electorales, derivada de una para nada presumible y vieja tradición de fraude electoral. Sin duda el sistema político mexicano, basado en el presidencialismo autoritario viene de  regreso.

Recordemos que  el Partido Revolucionario Institucional (PRI), nació con un nacionalismo populista marcado,  pero perdió desde 1982 todo ropaje ideológico, quedando al desnudo su maquinaria sofisticada de compra e incubación de votos. A la opinión pública, tan desconfiada y escéptica, le costará años aceptar el último resultado -el anterior todavía no se olvida- donde imperaron compra y coacción masiva del voto para favorecer al priismo sin que el IFE investigara las acusaciones.

Los mexicanos están  lejos de ser testigos de que los contendientes presidenciables se estrechen la mano. Por lo que no resulta extraño que el Consejo General del IFE haya aprobado la destrucción de la paquetería electoral de los procesos 2006 y 2012, así como un análisis previo de los documentos de 2012, como se hizo para la elección en 2003 y 2009. Con la quema de boletas del proceso de hace seis años, el Consejo General pretende no respetar el término para que se puedan presentar las apelaciones ante el Tribunal Electoral, y no toma en cuenta un recurso para acceder a los documentos electorales, que son , recordémoslo, históricos y además pagados por los contribuyentes.

La principal diferencia entre las dos naciones latinoamericanas es que el IFE, órgano de “validez” electoral de la “democracia” mexicana, ha perdido la credibilidad que se había ganado desde el 2000, cuando sus integrantes eran en su mayoría ciudadanos sin pertenencia partidaria.

Mientras que en tierras venezolanas, el Consejo Nacional Electoral, órgano vigilante del ejercicio del voto, lejos de sufrir el descrédito sus actuaciones lo fortalecen, convirtiéndose así en uno de los pilares de la democracia chavista. Por otro lado, los medios de comunicación venezolanos están divididos en dos bloques: de un lado el oficial y del otro controlado por la -golpista- iniciativa privada, ambos igual de intolerantes.

En este sentido, el monopolio en tierras aztecas obstaculizó el ejercicio de una cobertura plural de las campañas presidenciales, lo que impactó en la equidad del proceso electoral de julio pasado. A  esto hay que agregar la mala cara que fue evidente de los locutores de las cadenas televisoras que controlan el espectro nacional, al dar el triunfo de Chávez.

En este ambiente, Enrique Peña Nieto tomará el poder el primero de diciembre y el presidente Chávez llegara a Miraflores a asumir su siguiente mandato el 13 de enero de 2013. Ambos enfrentan la gran dificultad de capacitar a sus respectivos gobiernos para satisfacer las demandas de sus gobernados, para luego establecer autocontroles y contrapesos que controlen sus propios gobiernos.

Son dos procesos históricos que chocan debido a su misma naturaleza.



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