DESLINDES
ARMANDO SEPÚLVEDA IBARRA
* Hereda el PRI el atraso que endosó al PAN
* Enraízan corrupción, pobreza e ignorancia
* Aún no hay indicios de cambio estructural
EN SU RETORNO AL PODER PRESIDENCIAL después de la fallida transición democrática, el PRI encuentra al país sin novedad ni asombro, como si ayer se hubiera ido de Los Pinos, porque, a decir verdad, todo continúa igual o peor aún que como en 2000 se lo endosó al PAN y a sus frívolos y desastrosos sexenios de Fox y Calderón.
AL PASO DE LOS DOCE AÑOS del panismo vuelto gobierno, los mexicanos estuvieron viendo, con estupor y desilusión, la misma película: Cómo se consolidaba la abyecta herencia priísta simbolizada por la corrupción, la pobreza, la injusticia, el abuso de autoridad, la triste ignorancia y el reprobado sistema educativo, la violación de los Derechos Humanos, y el acoso físico y mediático a los disidentes y críticos de la forma de gobernar de un PAN encarnado en el papel de un clon tricolor torpe e inexperto. Pequeño de talento, quizá más que Fox, Calderón empeoró todo el panorama con un baño de sangre de cien mil asesinatos al jugar a la guerra a la delincuencia organizada sin una estrategia.
Ahora mismo, el autobautizado nuevo PRI, liderado como antaño en todas las esferas del poder por los viejos dinosaurios con disfraces de ovejas que escoltan a Peña Nieto con alharacas y triunfalismos y poses de sabiondos e infalibles y salvadores de la patria, debería saber que su estrenada luna de miel tiene que fecundar ideas y proyectos que ofrezcan a la brevedad salidas reales a la grave crisis política, económica y social, donde los regímenes priístas y panistas han postrado a México a través de la injusta ruta del neoliberalismo, junto con los dislates propios de pilón.
Los políticos de todos los partidos y, por supuesto, Peña Nieto, con un poco de sensibilidad, bien pudieron enterarse en la campaña por la Presidencia que la sociedad mexicana, sobre todo la más vulnerable y lesionada con el cruel castigo de la pobreza y la ignorancia involuntaria a falta de la oportunidad de estudiar, reclama un cambio efectivo más allá de los discursos y las infaltables promesas útiles para cazar votos: Un cambio que se observe en el empleo, los alimentos y la educación de los mexicanos.
A reserva de si los nuevos empoderados en el desaseado y hasta cínico proceso electoral de 2012 pertenecen al nuevo o al viejo PRI, la cruda realidad del país debería ser una especie de alarma tanto para sus consciencias como para las de los prohombres del panismo y del perredismo quienes, desde sus partidos y las cámaras, y otras ubres, se han arraigado en la comodidad y los lujos de vivir del presupuesto sin ningún sacrificio o esfuerzo, con la mística de velar por los intereses propios, a cambio de posponer el bienestar de las mayorías.
Para lograr el anhelado golpe de timón al país, por el cual clama la sufrida población, es insuficiente volver a tener el control de la educación que desde el priato, incluido el tenebroso salinato, se concesionó de manera cómplice e ilegal a los corruptos líderes del dócil rebaño magisterial, como tampoco traerá todos los cambios esenciales la decisión -también aplaudible, por cierto- de minar el poder manipulador de consciencias frágiles de los monopolios televisivos con la inminente apertura de dos cadenas nacionales que podrían servir, si el gobierno pone las condiciones éticas, como contrapeso regulador de los contenidos chatarra de Televisa y Tv Azteca.
Y menos conseguiremos esos cambios con un gobierno peñista que en un arranque de escasa imaginación, copia el presupuesto de 2012 del “Presidente del empleo, la guerra y el trago”, para ejercerlo como suyo en 2013 con un férreo control del gasto, como lo imponen los mandamases del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Si Peña Nieto y su equipo de nuevos y viejos priístas deciden ir en serio por el cambio que ofertaron en la campaña, estaríamos por ver entonces una auténtica cruzada contra la corrupción que corroe las entrañas del país en todos los niveles de gobierno, desde el municipal hasta el estatal y federal, desde los puestos burocráticos más modestos hasta las alturas del desprestigiado poder judicial, ni qué decir del legislativo.
Y si recogemos la palabrería de los políticos de todas las corrientes que a voz en grito, como si fuera su verdad, promueven el cambio, lo mejor sería que quienes controlan al PRI, al PAN y al PRD pusieran sus barbas a remojar y ensayaran su modernización, dejarán atrás la política chicharronera y sirvieran con empeño y honestidad al país, en vez de dedicarse a saciar sus intereses con una forma de hacer política propia de los sistemas más atrasados del mundo.
O con la visión y voluntad de todos los actores políticos, podríamos asistir al rescate del sindicalismo que por décadas ha quedado en manos corruptas y antidemocráticas que sojuzgan a los trabajadores, o los manipulan, como lo vemos en los maestros y los trabajadores petroleros, o en otros gremios con dictadorcillos al estilo de los telefonistas, los universitarios, los burócratas, los ferrocarrileros y otros etcéteras.
Mucha gente curiosa se pregunta ¿cómo va el PRI a transformar un sistema electoral que le ha servido con fraudes para conservar o recuperar espacios con la aplicación de todos sus vicios atávicos, con la ayuda de consejeros impuestos y fieles a las mañas tricolores y de guacamayas adueñadas de la pantalla chica, de micrófonos y de plumas que distorsionan la misión de informar en beneficio de sus patrones?
Allí quedan ahora esas inquietudes en espera de que el nuevo o el viejo PRI, como quieran llamarse, con Peña Nieto a la cabeza, aterricen todas las promesas y comiencen a sacar al país de su atraso de al menos cincuenta años, para desmentir las voces inconformes de que el tricolor regresa al poder con la intención de “cambiar para que todo siga igual”.
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