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Edición 300
Escrito por Älvaro Aragón Ayala   
Sábado, 02 de Marzo de 2013 21:15

EXÁMEN MÉXICO
ÁLVARO ARAGÓN AYALA

ESPÍAS INCÓMODOS POR LA REINGENIERÍA
DE LAS FUERZAS ARMADAS

DEA, CIA y el músculo militar

 

MÉXICO VIVE UNA ETAPA de presiones externas e internas que movieron  al presidente Enrique Peña Nieto a proyectar una reingeniería militar para bloquear las incómodas y riesgosas filtraciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA-USA) y reagrupar al Ejército, Marina-Armada y Fuerza Aérea en un músculo castrense unificado, con mando inteligente, a contrapelo del arribo de John Owen Brennan a la dirección de la CIA, que describe que el presidente de Estados Unidos Barack Hussein Obama II no pretende soltar el control de las agencias de espionaje mexicanas.


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Peña Nieto capotea también las prisas de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA) que intenta "darle la bola y el bat" e indicarle la cancha del combate al narcotráfico y otros “delitos incómodos” para los Estados Unidos

Febrero fue, pues, de tensiones para las fuerzas armadas: Por consigna de sus patrones del Pentágono y la CIA, el New York Time activó una de las “explosiones” que sacudieron al país: la falsa versión atribuida a la Casa Blanca sobre el bloqueo del general Moisés García Ochoa para impedir su designación como secretario de la Defensa, misiva que decodificada reveló la intención del gobierno estadounidense por seguir promoviendo la división entre el Ejército y la Armada, y la pretensión de “acalambrar” y generar inestabilidad y choques en los altos mandos militares mexicanos.

Nada es casual: La ofensiva ocurrió casi simultáneamente a la designación del antiterrorista John Owen Brennan como nuevo titular de la CIA, quien ha ocupado los reflectores mundiales por su proclividad a la tortura descarada. Brenner es miembro del círculo diabólico al que pertenecen también siete ex directores de la CIA que en 2009 exigieron al presidente Obama y al Departamento de Justicia la no investigación de los actos de tortura de la administración de George W. Bush, con el argumento de que pudiera haber sido contraproducente para la lucha antiterrorista.

Los ex directores de la CIA -tres de ellos bajo el mandato del propio Bush- sostuvieron que las investigaciones podrían desanimar a los agentes en el empleo de tácticas agresivas en la obtención de información en la lucha contra el terrorismo.

El grupo de "espías encumbrados" exigentes lo integran Michael Hayden, Porter Goos y George Tenet, que ocuparon el cargo con George W. Bush; John Deutch y James Woolsey, que trabajaron para Bill Clinton; William Webster, que desempeñó el cargo con George H.W. Bush; y James R. Schelesinger, que lo hizo con Richard Nixon.

Reingeniería de las fuerzas armadas

La  encriptada “noticia periodística” del New York Time obligó a la comunidad castrense a retomar el tema de la necesidad de una reingeniería militar, a orientar un novedoso “blindaje” de los mandos castrenses y de sus órganos de espionaje -CIAN, Sección II, etcétera.-, seguros que en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa se colocó al Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea en rieles distantes como competidores autónomos.

Los mandos militares decodificaron la misiva informativa interpretando que al igual que como ocurrió en el sexenio calderonista corrían y corren el riesgo de que la Secretaría de Gobernación, el CISEN y la Procuraduría General de la República, pudieran ser colocados por encima de las fuerzas armadas, percibiendo que en el nuevo complot pudieran estar involucrados cuatro enemigos declarados del ejército: Alejandro Poiré, ex titular de la Segob; Genaro García Luna, ex titular de la desaparecida Secretaría de Seguridad Pública; Marisela La Colorina Morales Sánchez, ex procuradora general de la República y Jaime Domingo López Buitrón, ex director del CISEN, y hasta el propio ex presidente Felipe Calderón, todos alfiles de la CIA.

Incluso, se analizó la virtual resistencia de los Estados Unidos "a salirse" de los órganos de inteligencia mexicana, cuyo control les cedió el gobierno calderonista.

Pero la presión estadounidense no causó el efecto deseado: A estas alturas, mantener una política de humillación y de golpeteo contra la milicia sería altamente riesgoso para la estabilidad de la nación. La respuesta vino entonces del presidente Peña Nieto: instruyó al Ejército “a elaborar y proponer una política de defensa nacional” y a “revisar y actualizar el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto”. El general secretario Salvador Cienfuegos Zepeda ya trabaja en la reingeniería integral de dos grandes enlaces: La doctrina y el sistema educativo, y en la modernización del ejército “acorde a la importancia de nuestra nación, teniendo a la vista un claro rumbo de proyección y desarrollo nacionales”.

“Revive” Human Rights Watch a los desaparecidos

El proyecto de “blindaje” de las fuerzas armadas es también una especie de contenedor ante nuevas presiones con falso olor a “movimientos internos espontáneos”, en la figura de la organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW), quien presentó un informe que contabiliza en miles las desapariciones, pero documentó únicamente 249 casos, de los cuales en 149 halló "evidencias contundentes" de la "participación directa" de fuerzas militares y de las policías municipales, estatales y federales.

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etraeus el enamorado.

Cómodo en el sexenio calderonista, el director para las Américas de HRW, el abogado de origen chileno, José Miguel Vivanco, dijo que si bien el gobierno actual "no tiene responsabilidad directa", es el encargado de hacer que las fuerzas de seguridad implicadas "respondan por los crímenes cometidos, por las arbitrariedades, por los abusos y las desapariciones forzadas". Y ahora sí, con todo el peso de la HRW sostuvo que gobierno de Calderón, "promovió a sangre y fuego su guerra contra el narcotráfico, sin reglas, sin controles, les dio carta blanca a policías y militares (...) para aniquilar a aquellos que consideraban sospechosos de actividades de narcotráfico". No mencionó otros nombres, pero obvio que el cartucho de dinamita, no de gas, fue colocado en los sótanos del edificio da la Secretaria de la Defensa Nacional, si se infiere que Calderón y sus cómplices panistas están a buen recaudo gozando del fruto de sus latrocinios.

El informe de HRW consideró que lo sucedido en México desde diciembre de 2006 constituye "la crisis más profunda en materia de desapariciones forzadas en América Latina en las últimas décadas".

Sin embargo, la puntería de la denuncia, la hace escalar al grado de sospecha: HRW ofrece una selección de asuntos que se priorizan en los EE.UU. La coordinación de los intereses a los que sirve HRW la ilustra su presidente James F. Hoge, Jr., editor y periodista, redactor jefe del Foreign Affairs, de 1992 a 2009, y miembro prominente del patrocinador de la publicación, el Council on Foreign Relations (CFR), ubicado en Nueva York, y considerado como el más influyente think tank de la política exterior de los EE.UU., ya que incluye gran parte de la élite empresarial usamericana, así como líderes pasados y presentes de los dos grandes partidos de la talla de los ex secretarios de Estado Henry Kissinger y Condoleezza Rice, y el ex secretario de Defensa Robert Gates.

El consejo directivo de HRW es dominado por la élite corporativa de EE.UU., como la banca y los grandes medios de comunicación, y algunos académicos, aunque no por funcionarios del gobierno.

José Miguel Vivanco ha formado parte de paneles con Caleb McCarry, designado por el gobierno de Bush como “administrador de la transición hacia una Cuba libre”, sin decir una sola palabra acerca del terrible abuso de los derechos humanos implícito en el hecho de que un país pretenda organizar la “transición política” de otro.

Vivanco también ha hablado en foros en los que condescendido con ex agentes de la CIA como Frank Calzón y Carlos Montaner, que han organizado personalmente ataques terroristas contra Cuba.

La estrategia en México de la Human Rights Watch es clara: buscar etiquetar a las fuerzas armadas como violadoras de los derechos humanos, para seguir procesando su desgaste.

Drogas para armar la guerra

Salvador Capote, de la Agencia Latinoamericana de Información, en su magistral artículo Narcotráfico, instrumento de dominio imperial, reveló que es imposible creer que exista realmente una voluntad política para poner fin al flagelo universal de las drogas “cuando observamos el papel que ha desempeñado el narcotráfico en la contrainsurgencia, la expansión de las transnacionales y las ambiciones geopolíticas de Estados Unidos y otras potencias.

 

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Petraeus el enamorado.

“Debemos meditar sobre el hecho de que en todos los escenarios donde Estados Unidos ha intervenido militarmente, principalmente en aquellos donde ha ocupado a sangre y fuego el territorio, el narcotráfico, lejos de disminuir, como sería de esperar, se ha multiplicado y fortalecido”.

Según opina Bruce Bagley, experto en asuntos latinoamericanos de la Universidad de Miami, la mayor parte de la lucha contra las drogas es parte de una estrategia fallida; en lugar de disminuir el narcotráfico, este aumentó.

La CIA y la DEA y las reglas del juego

Dispuestos a seguir hirviendo el “caldo de cultivo” que generó la división de las fuerzas armadas del país, a meter en la olla de la rivalidad a los generales, la plaga de agentes de la CIA requiere de apoyo adicional -el New York Time no les alcanza-, para mantener su estatus quo alcanzado durante el gobierno calderonista en el que las agencias de espionaje gringas estaban por encima de los órganos de inteligencia nacional.

La CIA se quiere mover con soltura en Los Pinos, la Secretaría de Gobernación, el CISEN y la PGR. Sin embargo, hasta ahora no han podido encontrar los clones de Calderón, Poiré, Genaro García y Marisela Morales en el gabinete penañietista. En la Sedena hay cierre de filas ante la posibilidad de futuras calumnias y difamaciones y actos de espionaje.

En este nuevo escenario, se desenvolverá John Owen Brennan, director de la CIA, una leyenda en los círculos de inteligencia en los Estados Unidos, polémico por sus técnicas de "interrogatorios reforzados" -y por ser uno de los máximos impulsores de los ataques con aviones no tripulados, conocidos como drones.

Brennan escaló diversos puestos hasta convertirse en subdirector ejecutivo de la CIA en 2001. De 2004 a 2005 fue director del Centro Nacional de Antiterrorismo, puesto en marcha tras el 11-S en el interior de la CIA para coordinar información de diversas agencias nacionales. Después dejó el servicio y creó The Analysis Corporation, una consultora de seguridad. Asesoró directamente a Obama durante la campaña electoral en 2008. Con la llegada de Obama a la Casa Blanca, en 2009 pasó al Consejo Nacional de Seguridad, con responsabilidad de dirigir la política antiterrorista.

Aunque alineado durante la era Bush con las técnicas de "rendición" (traslados de presuntos terroristas a países en los que pudieran ser torturados) y de "interrogatorios reforzados", Brennan criticó en 2009 el uso entre éstas del llamado "ahogamiento simulado", la técnica de tortura más polémica.

La consigna de John Owen Brennan para sus agentes de la CIA habría de estar enfocada a alejar a las fuerzas armadas del país de la seguridad interior a fin de que sean mandos castrenses estadounidenses las que se hagan cargo de esas tareas, sumándoles otra orden bien delineada: que traten de mantener el dominio o sus contactos en el CISEN y otros órganos de inteligencia mexicanos.

No paran ahí los anhelos de los estadounidenses: El presidente Peña Nieto intenta “saltar” también la “línea mortal” que le fue trazada al gobierno de Felipe Calderón Hinojosa por la siniestra oficina gringa contra las drogas (DEA). A finales de octubre del 2006 en una reunión celebrada en Cuernavaca la agencia le fijó al ahora ex presidente las reglas del juego de la lucha contra el narcotráfico.

Inexperto en el tema, apátrida, Calderón entregó a la administradora general de la agencia americana, Karen Tandy, y al entonces director de esa misma oficina para América del Norte y Centroamérica, David Gaddis, el manejo de la política antidrogas, en presencia y dos funcionarios provenientes del equipo de Vicente Fox a los que Calderón otorgó cargos: Eduardo Medina Mora, quien sería procurador federal -hoy embajador de México en Estados Unidos-, y Genaro García Luna, que acabó siendo un virtual vicepresidente.

Peña Nieto ya delegó en su secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y Jesús Murillo Karam,  procurador General de la República, los primeros acercamientos con la DEA….



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