![]() |
Edición 313 | ||||
Escrito por Héctor Tenorio | ||||
Viernes, 20 de Diciembre de 2013 18:29 | ||||
El gatopardismo de los partidos
HÉCTOR TENORIO
Los partidos políticos mexicanos han agotado su modo de realizar política al aferrarse a la toma de decisiones cupulares, las cuales resultan insuficientes ante una realidad que demanda otras formas de ejercer el poder.
Las diferentes dirigencias carecen de voluntad al momento de querer trasparentar y democratizar su vida interna. Lo institutos políticos que dicen representar a la izquierda y a la derecha se encuentran amenazados ante la posibilidad de ser remplazados por los movimientos sociales que todavía no terminan de encontrar una dinámica que les permita influir en la toma de decisiones en forma concreta. Las dirigencias burocráticas de los partidos dicen representar a la población, aunque nunca la escuche y mucho menos la tome en cuenta. Así sucedió durante el congreso del Partido de la Revolución Democrática (PRD), donde las diez corrientes internas de dicho instituto político lograron evitar un choque de trenes al pactar el método de renovación del próximo dirigente. Sin embargo, afloraron viejas prácticas caciquiles. En este sentido, resulta elocuente la imagen de Jesús Ortega, jefe de la tribu de Los chuchos, dando órdenes a sus subalternos: Jesús Zambrano, presidente nacional del Sol Azteca, y Carlos Navarrete, delfín a remplazarlo el próximo año. ¿Qué decir de los bejaranos? Se comportaron a la altura de la descomposición que vive el perredismo al interior.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano advierte que el PRD debe cambiar radicalmente o de lo contrario se colapsará entre las elecciones del 2015 y 2018. Ha dejado abierta la posibilidad de encabezar a los perredistas, siempre y cuando se pueda conformar, en el 2015, una lista de candidatos a diputados federales que estén comprometidos a luchar contra la Reforma Energética. En teoría, este es el momento del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que debería absorber el descontento del Partido del Trabajo (PT), del Movimiento Ciudadano (MC), y del PRD. El problema es su falta de democracia interna, sus comités fueron palomeados por Andrés Manuel López Obrador. Incluso en algunas entidades las dirigencias estatales se subastaron al mejor postor.
Al tabasqueño le preocupa que su organización se corrompa antes de tiempo, aunque en realidad no hace nada por remediarlo. Carece de mecanismos internos que impidan que Morena termine reproduciendo al PRI, donde las cúpulas deciden y las bases obedecen so pena de ser excluidas. Del otro lado de la trinchera, panistas y priístas viven un amasiato, intentan ponerse de acuerdo y así sacar adelante las reformas peñistas. Son conscientes que las horas están contadas para el Pacto por México y quieren estar lo mejor posesionados rumbo al 2015. Ambos institutos políticos simulan cambiar para que todo siga igual. Acción Nacional (PAN) enfrenta una lucha interna a tres bandas: Los calderonistas encabezados por el senador Ernesto Cordero buscan la venganza, se cobijan en El Yunque para alcanzar la presidencia del blanquiazul. Mientras que Gustavo Madero quiere la reelección con la ayuda desde Los Pinos; no tiene empacho en descalificar a la ex candidata presidencial Josefina Vázquez Mota, quien quiere dirigir el destino del panismo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) sufre su propia metamorfosis. A un año de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto no ha logrado restaurar el presidencialismo, ha tenido que aceptar que el sistema político mexicano ha envejecido. Además, se encuentran asoleados ante la recesión económica y apuestan su capital político a la aprobación de las reformas estructurales. El problema vendrá después cuando la realidad demuestre lo contrario. Se avecinan cambios en el gabinete: En la Procuraduría General de la República (PGR) y en la Secretaria de Educación Publica (SEP). Las intrigas en palacio cobran factura y el futurismo político adelanta sus tiempos.
Bajo este desolador panorama, el ciudadano queda marginado. La población no ha encontrado la manera de hacerse escuchar. No obstante, podremos constatar el nacimiento de movimientos sociales incluyentes que dejen a un lado a los partidos políticos tradicionales que se niegan a ver su propio fin. La pregunta es válida en un clima de violencia con creciente incertidumbre política: ¿La transición democrática será pacífica? More articles by this author
|