¿VÍSPERAS DEL NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS? ¿Vísperas de devota genuflexión ante el altar de la llena de gracia, la Inmaculada Concepción? ¿Acaso vísperas de procesiones y rogativas a la Morenita del Tepeyac, la Virgen de Guadalupe?
ACTIVEMOS EL TECLADO para esta entrega editorial el 7 de diciembre: Los medios de comunicación, sobre todo los electrónicos, nos aturden y avasallan con fanfarrias y cohetones, con los que celebran primeros tres años y el inicio del cuarto.
 ¿Tres años de qué? Tan emocionantes fastos ameritan una breve introducción, que tiene qué ver con la Historia de México y el estado que guarda en nuestros días “eso” que algunos siguen llamando Política.
Existe en el atribulado Estado de México un municipio que se identifica como Atlacomulco. Hace algunas décadas se le dio como identidad Atlacomulco de Isidro Fabela.
Muy meritorio el decreto del Congreso del Estado de México para rendir tributo a la memoria del patriota don Isidro Fabela, oriundo de aquel lugar, hombre del Constitucionalismo mexicano que dio a la diplomacia sentido y dignidad como imperativos irrenunciables de la Soberanía Nacional.
Del elevado magisterio de don Isidro Fabela hizo profesión de fe y congruencia el mexiquense don Adolfo López Mateos, quien condujo los destinos de México en el sexenio 1958-1964.
No abundaremos en la recapitulación del patriótico mandato del mexiquense López Mateos. Sólo nos referiremos al aspecto más trascendente de sus políticas públicas: La educación y, concretamente, de la enseñanza básica.
Doña Eva Sámano, esposa de Adolfo El Joven, fue respetable maestra. El secretario de Educación, fue el ilustre intelectual Jaime Torres Bodet, alumno de José Vasconcelos, primer mexicano en ocupar la titularidad de la SEP y rector de la UNAM.
Lectura de la Historia como derecho social
 López Mateos fue discípulo de prestigiados académicos mexicanos y, en su inquieto y enriquecedor tránsito por la política -al atestiguar los altos grados de pobreza y analfabetismo-, llegó a una conclusión: “Poco puede hacer la escuela por los niños si sus padres no tienen recursos para comprarles libros de texto”.
Egresado de la carrera de Leyes por la UNAM, conocedor de la Constitución mexicana, estableció que el acceso de los niños a la lectura es equiparable a un Derecho Social.
López Mateos instruyó a Torres Bodet para la creación de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos, instituida el 12 de febrero de 1959.
No fue, en estricto rigor, la gratuidad -cuestión de mercado-, sino los contenidos de esos libros lo que sublevó a la reacción mexicana, que se lanzó al estridente cacerolazo en contra de dicho proyecto.
La obra fue encomendada a don Martín Luis Guzmán, quien el año previo a la creación de la Comisión, había recibido el Premio Nacional de Literatura.
Militar revolucionario en sus mocedades, historiador y oficiante del ejercicio periodístico, don Martín Luis Guzmán fue escrupuloso en el diseño y la sustancia de los textos, cuidando no caer en prejuicios para no concitar odios o controversias. No pudo evitar, sin embargo, la ofensiva clerical-empresarial.
Don Martín Luis Guzmán formó un selecto grupo; intelectuales y artistas pictóricos -muralistas de preferencia- para la elaboración de los textos. Hacia 1962, la portada de los libros fue ilustrada con una pintura de Jorge González Camarena bajo el emblema: La Patria, que caracterizo en los primeros diez años unos 400 títulos.
Hacia 1977 se crearon las colecciones Antologías de Educación Normal para diversas disciplinas docentes, que al tiempo se conocieron como Arte y Educación, incluyendo ya monografías en materia de Historia y Geografía de los estados de la República.
La obra, que se trasladó al sistema Braille, fue reconocida por la ONU que, al través del Banco Mundial, la recomendó a gobiernos centroamericanos.
So pretexto de actualizar básicamente los capítulos de Historia, los sucesivos Presidentes dispusieron discrecionalmente su revisión para -no faltaba más- dar su salto a la posteridad a costo de distorsionar la verdad histórica.
Denuncia civil: “México engañado”
 En 2012, un PRI renacido recuperó el poder presidencial con un nativo de Atlacomulco de Isidro Fabela, estado de México, Enrique Peña Nieto, quien designó secretario de Educación Pública a su paisano Emilio Chuayffet Chemor, relevado recientemente por Aurelio Nuño Mayer.
A finales de noviembre pasado, el escritor, investigador y divulgador Francisco Martín Moreno presentó su libro México engañado, basado en la más reciente revisión de la última edición de los Libros de Texto Gratuito en el tema de Historia para cuarto y quinto grado de Educación Básica.
Sostiene Francisco Martín Moreno que, con las nuevas versiones de la Historia de México, sus revisores pretenden satisfacer los designios e intereses del clero y de los Estados Unidos. Con eso está dicho todo.
De 2012 a 2015, son tres años los transcurridos del nuevo mandato presidencial a los que nos referimos en la entrada de estas notas. ¿Qué explica el cambio de orientación de la enseñanza de la Historia Nacional? ¿Cuáles son los motivos de las celebraciones decembrinas?
De cómo se gestó la traición a México
 Tomemos como cuadrante temporal el temido asalto de los tecnócratas mexicanos al poder público -entre 1982 y 1988- para la compulsiva instauración del modelo neoliberal
Hasta el sexenio del priista Miguel de la Madrid, con posgrado por la Universidad de Harvard, la mayoría de los altos mandos de la Administración Pública Federal fue reclutada entre egresados de la Universidad Pública, especialmente de la UNAM, del Instituto Politécnico Nacional y de las universidades autónomas de los estados.
Al producirse en 1988 la usurpación de la Presidencia de México por el priista Carlos Salinas, también pasado por Harvard, el cuadro empezó a modificarse sustancialmente.
Ya para 1992, la Unidad de Crónica Presidencial de Los Pinos, catalogó mil 162 nombramientos de estructura en el Poder Ejecutivo. Un dato relevante es que 25 de ellos se declararon nacidos en el extranjero.
Aunque todavía siguieron predominando procedencias de instituciones públicas, el directorio empezó a plagarse de egresados de la Universidad Panamericana y del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (UP/IPADE, agencias del Opus Dei en México).
Del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM, alma mater de los llamados itamitas), algunos de cuyos egresados incursionaron por la Universidad de Yale, reputada por la presencia de la secta Huesos y calaveras, en la que acredita pertenencia la familia Bush.
Del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM, ciudadela del Grupo Monterrey, todavía entonces beligerante contra el Estado mexicano).
De la Universidad Iberoamericana (Ibero, institución de la Compañía de Jesús, afamada por la producción de pirruris). De la Universidad Anáhuac, ligada con Los Legionarios de Cristo, del difunto sacerdote pederasta Marcial Maciel. Y de la Universidad La Salle, también de inspiración clerical. Se colarían los primeros de la Escuela Libre de Derecho.
 Con licenciaturas y posgrados en instituciones extranjeras aparecieron 425 funcionarios públicos federales, más de un tercio de la nómina gubernamental.
De esa clasificación, 288 acreditaron títulos por planteles de los Estados Unidos, 39 de la Universidad de Harvard; por Stanford 29 y siete del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Una acotación obligada: Al crear José López Portillo la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP) e impulsar la reforma administrativa, creó estado el supuesto de la selección de cuadros de excelencia académica.
Se dejaría de lado el Servicio Civil de Carrera para reservarlo a empleados de base (sindicalizados), el que a la larga se le complementaría con el Servicio Profesional de Carrera, para garantizar por ley continuidad a la alta burocracia.
Va de testimonio: Siendo procurador federal con López Portillo, Oscar Flores Sánchez, asombrado por “tanto maestro y doctor” incrustado en la administración, oficiosamente comisionó un fiscal para investigar la autenticidad de los títulos.
Resultados: Pasó la prueba la mayoría de ellos, pero otros consistieron simples diplomas de algún diplomado y otros de plano fueron meros comprobantes de inscripción en alguna carrera, sin ir más allá.
Al correr del tiempo serían exhibidos, entre otros, Joseph María Córdoba Montoya, entonces jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, que blasonaba doctorado por Stanford, y Fausto Alzati, por Harvard, a quien se le llegó a motejar como Doctor Falzati.
Y se autoproclamaron la Generación del Cambio
Aquellos salinistas se presentarían como la Generación del cambio. El plebiscito sentenció: Del cambio, pero en reversa. Fueron los que empollaron el huevo de la serpiente.
A manera de ilustración, solo nombraremos a Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda y Crédito Público, egresado del ITAM y doctorado por el Tecnológico de Massachusetts.
 Nombramos a Aspe Armella porque, después del asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio en marzo de 1994, Salinas lo quiso imponer como candidato suplente, pero se le aplicó el ordenamiento constitucional que lo imposibilitó por no haber abandonado el gabinete presidencial en el plazo legal previo.
Con malicia más que explicable, se habla de que el actual es el quinto sexenio de salinato. No es para menos. A algunos miembros del gabinete actual se les nota “el fierro” del ex presidente.
Y bien: La percepción es que el depredador modelo neoliberal llegó para quedarse. Desde la gestión de Salinas de Gortari, la constante del discurso público ha sido la condena a dogmas y mitos, consustanciales a la Revolución mexicana, coartada que se dimensionó con las más de veinte reformas “transformadoras” a la Constitución de 1917 entre 2013 y 2014.
Los buenos muchachos de las universidades privadas
El panista Vicente Fox, si bien destripado, recibió tardíamente, con un pie en Los Pinos, el titulo de licenciatura por la Universidad Iberoamericana, plantel de los jesuitas. Proclamó su gobierno como uno de “los empresarios, por los empresarios y para los empresarios”.
El panista Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, rechazado en la Facultad de Derecho de la UNAM, es egresado de la Escuela Libre de Derecho. Su gestión guerrera validó al de México la categoría de Estado fallido.
Ambos ex presidentes panistas anotan en su currículum su paso por la Universidad de Harvard (¿?).
Dice el escritor Francisco Martín Moreno que la reciente revisión de los Libros de Texto Gratuito, que se hizo hasta con faltas de ortografía, fue concebida para servir a la voluntad del clero y de los Estados Unidos. De ser así, la autoría intelectual no puede disimular su paternidad.
El Presidente de los Estados Unidos Mexicanos es Enrique Peña Nieto, egresado de la Universidad Panamericana, brazo “educativo” en México del Opus Dei.
El jefe del llamado gabinete económico, el secretario de Hacienda Luis Videgaray Caso, reconoce como maestro a Pedro Aspe Armella. Como éste, es egresado del ITAM y pasó por el Tecnológico de Massachusetts. Su tesis doctoral, por cierto, fue Fallas del Mercado: Regulación e Incentivos. El caso de la Privatización de los Puertos Mexicanos. “Privatización, es el santo y seña”.
Otra tesis académica de Videgaray es, ironía de ironía, “La respuesta fiscal a los choques petroleros”.
Un Estado-Nación sin impuestos
 Videgaray fue diputado priista a la LX Legislatura federal. Tuvo en San Lázaro como jefe de asesores a Aurelio Nuño Mayer. Éste es egresado de la Universidad Iberoamericana.
Nuño Mayer hizo posgrado en Oxford, Reino Unido. Cuenta su hoja de vida que su tesis recepcional se tituló “Construyendo un Estado-Nación sin Impuestos en México después de la Revolución 1920-1930”. Es el actual secretario de Educación, cabeza de sector de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos.
Marcos Castillejos Escobar, litigante y subprocurador, fue asesinado por un sicario en julio de 2010, en una acción que ipso facto atrajo sin más explicación la Procuraduría General de la República. Fue suegro de Luis Cárdenas Palomino, ex colaborador de Genaro García Luna en la Secretaría de Seguridad Pública.
Pero Castillejos Escobar fue padre de Humberto Castillejos Cervantes, egresado de la multicitada Universidad Iberoamericana, quien fue colaborador de los ex procuradores federales Rafael Macedo de la Concha y Eduardo Medina Mora.
Ahora, el Ibero Castillejos Cervantes es Consejero Jurídico de la Presidencia de la República. En las recientes comparecencias de los postulantes para el puesto de ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, uno de ellos reveló que, sin consulta previa, el Consejero le llamó para avisarle que estaba incluido en las ternas enviadas por Peña Nieto al Senado.
A propósito del Senado, quien mangonea la Cámara vieja, Emilio Gamboa Patrón, ex secretario de Comunicaciones y Transportes de Salinas de Gortari, es egresado también de la Universidad Iberoamericana.
Tiene el yucateco -favorito de Televisa-, como compañeros de escaño al panista Roberto Gil Zuarth, presidente de la directiva senatorial, egresado del ITAM, y de este instituto son también egregios senadores los perredistas Zoé Robledo, Armando Ríos Piter y Mario Delgado, quienes recientemente votaron por la asignación de la medalla Belisario Domínguez al patrono itamita Alberto Bailleres, hombre fuerte del grupo minero Peñoles, del que los coahuilenses guardan en su salud triste y mortal diagnóstico.
Chiquito se les hace el mar para echarse un buche de agua
En fin, por ahí va la cosa, con paquete completo incluyendo los órganos “autónomos” del Estado: Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel), Instituto de Acceso a la Información y Protección de Datos (Ifai), Instituto Nacional de Geografía y Estadísticas (Inegi), etcétera, endosados a la Escuela Libre de Derecho, al Instituto Tecnológico Autónomo de México, al Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, etcétera.
Lo que pretendían Los sentimientos de la Nación
Por supuesto en el Estado de México, en la plaza de San Cristóbal Ecatepec, el próximo 22 de diciembre se conmemorará (¿celebrará?) el bicentenario de la ejecución del generalísimo José María Morelos y Pavón.
Ese día, los oradores se llenarán la boca con el nombre del sacerdote enjuiciado por la Santa Inquisición, por haber escrito Los sentimientos de la Nación, en los que pugnó por la desaparición del sistema monárquico, abogó por la moderación entre la opulencia y la miseria y decretó el fin de la esclavitud y la distinción de castas. Y los oradores no se morderán la lengua. Es cuanto.
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