"EL HOMBRE DE LAS MIL VOCES" (mote adquirido en radio durante la transmisión de un programa al aire cuando faltaron los actores y él imitó más de 10 voces), en la Sociedad de Compositores de México (SACM), cuando era comandada por Carlos Gómez Barrera, ilustre compositor yucateco.
DON CARLOS obtuvo reconocidos logros para beneficio de los autores musicales, en aquellas lejanas épocas “Ferrusquilla” fungía como responsable de Relaciones Públicas de la citada organización. Consecutivamente lo saludé en distintos eventos y contrario a otros que suponen hablar con papá Diosito, Don José Ángel, jamás adoptó actitudes de genialidad.
Angélica Aragón me calificó como “Suegro”, y en algunas conferencias de prensa me saludaba con ese calificativo, hasta que en cierta ocasión un compañero cuestionó el motivo de ese mote. Sencillo, le respondí, visité a Angélica Aragón en el Teatro de la Ciudadela acompañado por mi vástago, quien disfrutaba su temporada vacacional en la escuela; Adonay hijo miraba arrobado a la actriz Angélica Aragón, quien desde aquella ocasión, lo designó su novio oficial; subrayando que en aquellos lejanos año la criatura contaba con seis u ocho años de edad.
José Ángel Espinoza, sufrió un fuerte golpe emocional, cuando falleció su hija menor, Vyndia Espinoza Stransky, hermana de Angélica Aragón, ambas hijas de Sonia Stransky; del que jamás se repuso, quien perdió la vida en un accidente vial. El lamentable hecho ocurrió cuando Vyndia viajaba con un grupo de amigas en una camioneta y fueron impactadas por un auto conducido a alta velocidad por un hombre de 33 años, quien manejaba en estado de ebriedad.
El percance sucedió aproximadamente a la medianoche y los hechos quedaron asentados por las autoridades correspondientes en la Delegación Benito Juárez, del Distrito Federal. Estas modestas letras las dedico con admiración, respeto y cariño a José Ángel Espinoza, “Ferrusquilla”, fallecido a los 96 años de edad en un hospital de Mazatlán, Sinaloa, legando para la posteridad una cauda de composiciones, actuaciones y ese “Don”, exclusivo para aquellos colosos que se caracterizan por su humildad y modestia durante toda su existencia terrenal.
Lo recordaremos eternamente con las imperecederas letras y canciones de “Échenme a mí la Culpa”, “El tiempo que te quede libre” y la que encumbró a Vicente, “Chente” Fernández, casi al inicio de su incursión cinematográfica: “La ley de monte” (“Grabe en la penca de un maguey tu nombre unido al mío, entrelazadoooosss, como una prueba ante la ley del monte que ahí estuvimos enamoradoooosss”); cinta, producida por Don. Gregorio Walerstein, que lo catapultó ante una multitud de admiradoras que aún se emocionan escuchándolo. Angélica Aragón, reciba nuestras condolencias, desde lo más profundo del corazón, para el siempre eterno José Ángel “Ferrusquilla”. Descanse en paz…
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