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El salario del miedo
Atrapados en la soberbia de su burbuja neoliberal -en la que incluso la inane satisfacción generada por las estadísticas macroeconómicas carece de soporte realista y no convence ya ni siquiera a los oficialistas fabricantes de matrices insumo producto-, los usufructuarios del PAN-Gobierno no parecen dispuestos a admitir que una cosa es cebarse en la crítica contumaz desde la oposición, y muy otra aceptar los yerros en el ejercicio del poder. La reciente algarabía desatada desde Los Pinos para festejar diez años de presidencias panistas y cuatro del mandato de Felipe Calderón, así lo demuestra.
Mientras se alumbraban los escenarios triunfalistas del PAN, en México ya era del dominio público el último reporte de la ONU en materia de Desarrollo Humano (2010), cuya medición tiene como componentes Vida larga y saludable, educación y nivel de vida digna que combinan, entre otros ingredientes, ingreso y esperanza de vida. Para bajarle los humo fatuos a algunos gobiernos, la ONU acompañó los indicadores del Desarrollo Humano tradicionales, con lo que presenta ahora como Desarrollo Humano ajustado, que incluye el factor desigualdad.
Con ese nuevo esquema aplicado en 139 países, México aparece entre aquellos en los que los valores del Desarrollo Humano han sufrido sensible pérdida. Para nuestro caso, 21 por ciento, que en sólo un año bajan a México del lugar 56 al 64. En términos relativos, el reporte de la ONU presenta la caída de 31.6 por ciento en ingreso; 17.9 por ciento en educación y 12.3 por ciento en esperanza de vida.
La otra herida en el rostro mexicano, la diagnostica la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que coloca a nuestro país entre aquellos en que, sin vestigio ya de justicia social, el trabajo subsidia al capital: La participación del trabajo en el Producto Interno Bruto (PIB) se desplomó de 39.5 por ciento en el periodo 1980-1985, a 29.9 ciento en el periodo 2004-2007. En números absolutos, algunos analistas calculan, a vuelo de pájaro, una transferencia del trabajo al capital por encima de un billón 300 mil millones de pesos. Falta actualizar la estadística del periodo del cataclismo económico mundial 2007-2009.
Como es pecado añejo de nuestra acerdada burocracia ver la tempestad y no arrodillarse, a pesar de los clamores surgidos hasta en las insensibles cúpulas empresariales que han demandado revalorar las remuneraciones a los trabajadores, la cínica Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CNSM), dominada por la representaciones gubernamental y patronal, determinó “incrementar” ese concepto para 2011 en 4.1 por ciento; esto es, en dos pesos 30 centavos diarios: Unos 889 pesos para todo el año, si bien les va (algo así como 71 dólares anuales). Puesto que, según los expertos laboristas, 25 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) en México está sujeto a ese régimen salarial, quiere decir que 12 millones de trabajadores son los agraciados con esa fabulosa lotería decembrina. Los rastreros charros sindicales, también presentes es el consejo de la CNSM, se limitaron a expectorar: Es una grosería. Y se quedaron tan campantes.
Dicho lo cual, volvamos al reporte de la ONU sobre Desarrollo Humano. En un apartado que condensa indicadores sobre el poder de la sociedad frente al Estado, el informe, en el renglón de participación política y contacto del ciudadano con funcionarios públicos, señala que en México sólo a 22 por ciento de los ciudadanos se le permite esa prerrogativa. En un techo de cinco puntos, México califica con cuatro en violaciones a los derechos humanos. Para 2009, 11 por ciento de los mexicanos pagó sobornos y, en una escala de 100 puntos en materia de libertad de prensa absoluta, México se queda en 48.25 puntos. Y todavía hay quienes, desde la cumbre de sus innobles privilegios, les desean a los compatriotas Feliz año nuevo. ¡Qué cachaza!
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